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Por qué confronté a Harvey Weinstein en un espectáculo de comedia


2019-10-31

Kelly Bachman, The New York Times

Los sobrevivientes de agresión sexual no deberían estar obligados a explicar sus experiencias ni a compartir espacio con una persona acusada de violación.

La noche del 23 de octubre, entré a un bar para presentar un espectáculo de comedia stand up, y me di cuenta de que Harvey Weinstein estaba entre el público. No sabía qué decir, pero quería decir algo, así que hice un chiste con el que cuestioné por qué los organizadores del evento lo habían invitado. Algunos asistentes me abuchearon y alguien me dijo que me callara. Le conté a la audiencia que me habían violado y maldije al monstruo con el que no sostenía contacto visual. Al día siguiente mi mundo estalló cuando un video que había publicado se volvió viral.

La gente sigue preguntándome qué me gustaría decir ahora, durante mucho tiempo he tenido miedo de decir algo inadecuado. No me sorprende que me hayan abucheado por evidenciar a un hombre acusado de violación, pues esa reacción es aterradoramente familiar tanto para mí como para la mayoría de los sobrevivientes de abuso. Si mis colegas no me defendieron cuando alcé la voz, ¿por qué no habría de escuchar abucheos de extraños en un bar neoyorquino?

Pasé toda la noche después del espectáculo pensando que había defraudado a otros sobrevivientes de abuso por no haber hecho algo más contundente. Seguía sintiendo que debí haber dicho más, que debí haber sido más fuerte. Comparto esos sentimientos aquí no porque no sepa que soy fuerte, sino porque sé que muchos sobrevivientes sienten exactamente lo mismo.

Me he sentido débil por no poder nombrar a mis atacantes cuando otros pudieron hacerlo. He esperado que el violador de la preparatoria, el violador de la universidad y el violador de mi departamento de Brooklyn nunca se vuelvan poderosos, porque no estoy nada preparada para soportar las consecuencias de alzar la voz en su contra con la esperanza de proteger a otras víctimas.

La primera vez que sentí un poco de fuerza o sanación después de ser violada fue cuando un extraño en un blog de concientización sobre el abuso sexual me escribió: “Te creo y no es tu culpa”. Si estás leyendo esto y nadie te lo ha dicho nunca, y si acaso sirve de algo: te creo. No es tu culpa.

Estoy cansada. Estoy exhausta de faltar al trabajo por un episodio traumático. Estoy agotada de pasar toda una semana pensando en violadores en lugar de pensar en chistes. Estoy cansada de perder amigos y familiares debido a quienes me violaron. Estoy exhausta de no poder dormir a causa los violadores.

Me pregunto: ¿de cuántas relaciones, buenas calificaciones, buenas escuelas, días felices, fiestas divertidas, oportunidades de trabajo e incluso momentos alegres sobre el escenario me he perdido a causa de los violadores?

Pienso mucho en eso: en el tiempo perdido.

Cuando hablamos de las consecuencias de las violaciones, a menudo pasamos por alto el tiempo que los sobrevivientes dedican a sanar. El tiempo que pasamos recuperando nuestra voz después de haber sido silenciados. De verdad creo que pude haber sido comediante a los 19 años si no me hubieran violado cuando tenía 17 años, de nuevo cuando tenía 20 años y de nuevo cuando tenía 23.

Siento que me robaron una década de mi vida, porque sé que la cantidad de tiempo que he pasado pensando en las noches terribles de mi vida quizá es la cantidad de tiempo que pude haber estado riendo frente a una audiencia. Ahora tengo 27 años, y finalmente siento que tengo fuerza para usar mi voz. Me siento afortunada de haberla encontrado tan pronto. Me siento afortunada de haber tenido comunidades positivas y apoyo. No todos los sobrevivientes tienen tanta suerte.

En los últimos dos años, he comenzado a sentirme como yo misma otra vez, finalmente confío en mi propio valor y tengo la seguridad suficiente para retomar la vida que siempre he deseado vivir. Sin embargo, lamento ese tiempo perdido, y aún tengo miedo. Ahora mismo parece que tengo el apoyo de todo el mundo porque he hablado en contra de alguien que la mayoría de las personas consideran un villano. Pero también siento que podría perder ese apoyo en cuanto pueda hablar en contra de alguien que respetan.

Estoy orgullosa de haber alzado la voz acerca de Harvey Weinstein esa noche. El apoyo abrumador que he recibido ha hecho toda la diferencia, y se siente como si hubiera recuperado un poco del tiempo que he perdido.

Desafortunadamente, gran parte del trabajo de exponer la violación, a los violadores y la cultura de la violación aún depende de los sobrevivientes. Somos los que gritamos cuando otros guardan silencio, abuchean o exigen que “nos callemos”. Quiero que otras personas alcen la voz por nosotros para que no tengamos que hacerlo. Quiero que se vuelva normal hablar del elefante en la habitación. Y jamás quiero sentirme cómoda al compartir un espacio con un monstruo.

Cuando estuve sobre el escenario el 23 de octubre, recuerdo haber pensado que lo único que quería era regresar a la rutina que tenía planeada. No quería perder ni diez minutos más de mi vida a causa de un violador. Solo quería decirles a todos los violadores lo que pienso de ellos y después seguir contando chistes. Y eso fue lo que hice.

La risa no solo es medicinal; es poder. Si puedo reírme del monstruo de mis pesadillas, si puedo reírme del depredador más poderoso del mundo del entretenimiento, quizá mi dolor no me controla tanto como yo creía.



regina


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