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Delincuentes y terror en las calles 


2019-11-11

 

(ANSA) - CIUDAD DE MEXICO, 10 NOV - La delincuencia organizada cambió su "modus operandi" para enfrentar la forma de afrontar la ofensiva del gobierno en su contra y ahora no sólo dirige sus ataques contra sus enemigos sino también contra civiles, que suelen ser aterrorizados en las calles por hombres armados.
    
Este nuevo modo de actuar se inauguró el pasado 17 de octubre, cuando un grupo del Ejército intentó detener en la norteña ciudad de Culiacán a Ovidio Guzmán, 28 años, hijo del ex jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán, que cumple una condena de cadena perpetua en una prisión de Colorado, Estados Unidos.
    
Para resistir el arresto del heredero de este imperio criminal, con presencia en más de 50 países, cientos de hombres bien pertrechados salieron a las calles a disparar al aire, atacar vehículos militares e incendiar autos.
    
El propósito no era hostilizar a las personas con las que coexistía desde siempre sino presionar a las autoridades sembrando el miedo.
    
Miles de personas se vieron obligadas a ponerse a resguardo en sus viviendas, en supermercados o en sus oficinas.
    
Este método, nunca antes ensayado en forma tan bien calculada, rindió sus frutos y cinco horas después de su arresto, Ovidio Guzmán fue liberado, pero a un precio muy alto pues al menos 13 personas murieron.
    
Además 50 reos fueron liberados de la cárcel local de Culiacán, capital del estado de Sinaloa.
    
El pasado miércoles el mismo esquema fue aplicado en Ciudad Juárez, cuando hombres armados salieron a disparar a las calles, quemar vehículos, inclusive algunos microbuses con personas adentro y aterrorizar a los transeúntes, cuando el gobierno local inició un operativo de allanamiento en la cárcel local.
    
Estas acciones fueron atribuidas a la banda conocida como Los Mexicles, vinculada precisamente al Cártel de Sinaloa, en el estado norteño de Chihuahua, frontera con Estados Unidos, y se repitieron el pasado jueves y el viernes.
    
El número de víctimas fue de 21 muertos y 9 heridos así como 16 vehículos incendiados, cinco de ellos buses de transporte de trabajadores de empresas de ensamblaje.
    
Las autoridades locales ordenaron el cierre de escuelas, comerciantes bajaron sus cortinas metálicas y miles de personas se atrincheraron en sus casas para evitar caer víctima de una bala perdida.
    
"Nunca, ni en los peores años de violencia en 2011, se había visto una cosa como ésta", dijo a ANSA Alberto Fernández, un comerciante que es propietario de algunos negocios en una zona céntrica de la ciudad, limítrofe con El Paso.
    
El fiscal general del estado, Augusto Peniche, señaló que estos hechos coincidieron con un operativo de unos 800 miembros de fuerzas militares y policiales para allanar celdas en la principal prisión de la ciudad.
    
El propósito fue "distraer a las autoridades y así evitar la inspección" para lo cual, según algunos testimonios, Los Mexicles pagaron con dosis de drogas a personas para que incendiaran los buses a fin de "generar pánico" y que las autoridades desistieran de allanar la prisión" para buscar droga y armas.
    
El viernes, el mismo fenómeno se dio Zumpango, estado sureño de Guerrero, cuando se suspendieron las clases por amenazas de la delincuencia formuladas por las redes sociales, mientras dos camiones de basura fueron quemados en la localidad de Petatlán.
    
Analistas en materia de seguridad coinciden en que Culiacán fue "un punto de quiebre" en los 13 años que ha durado la "larga noche de violencia" que se cierne sobre México y ha dejado más de 270,000 muertos y unos 40,000 desaparecidos.
    
Ante esta renovada forma de las bandas criminales de reaccionar ante un gobierno débil, cuyo presidente ha esgrimido el lema "abrazos, no balazos", los expertos sugieren un "golpe de timón".
    
"El enfoque del gobierno no está funcionando, y la desconfianza en las instituciones de seguridad y procuración de justicia es cada vez mayor", afirmó María Elena Morena, presidenta de la ONG "Causa en Común".
    
El camino no debe "basarse en el perdón para asesinos y en una falta de empatía por las víctimas. El gobierno hará bien en entender que urge rectificar y que la sociedad está abierta al diálogo", aseguró.


 



regina


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