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Guía básica de los buenos modales en internet


2019-12-13

Victoria Turk, The New York Times

No escribes de la misma manera un correo electrónico a tu jefe que un mensaje a tu mejor amigo. ¿Qué reglas seguir en nuestras interacciones en línea?

He cometido muchos errores relacionados con los modales en internet. Solía ser esa persona de la oficina que siempre respondía un correo electrónico grupal para mostrar lo dispuesta que estaba a hacer algo pero, en realidad, solo me veía como una persona molesta y ávida de atención. En mis años de formación en línea, llené mis redes sociales con selfis tomadas al estilo Myspace —con la cámara elevada y los labios con una mueca de boca de pescado—. Incluso he dejado en visto a alguien.

Conforme nuestras vidas se desarrollan cada vez más en internet, los modales en línea son esenciales. Así como juzgamos a las personas por su comportamiento en la vida real también notamos cuando los modales de una persona en el entorno digital dejan que desear.

Hay estudios que han tratado de cuantificar cuánto tiempo tardamos en dejar una primera impresión, y algunas personas sugieren que podría ser cuestión de milisegundos. Rupert Wesson, director académico en Debrett’s —la institución que es una autoridad en el mundo de los modales y las buenas costumbres—, dice que nos toma siete segundos hacer un juicio sobre una persona tras conocerla, y añade que ocurre lo mismo con los encuentros en internet.

“Sin duda lo hacemos en un contexto digital”, dijo Wesson. “Si el medio solo son palabras en una pantalla, aún seguimos haciendo juicios”.

Tus amigos y familiares cercanos quizá perdonen una que otra publicación torpe en Facebook o los mensajes de texto que no respondes, pero si no puedes tener buenos modales en internet podrías enfrentarte a resultados negativos u oportunidades perdidas, ya sea una posible pareja que no te elige en Tinder o un posible empleador que tampoco lo hace por un correo electrónico mal redactado o un tuit inoportuno. Aunque los reclutadores quizá finjan que no se dieron cuenta de esas cosas, Wesson dijo que es inevitable.

“Cuando hay 200 solicitantes, elegirás al que tenga el tono que más se parece al tuyo, o al tono que inconscientemente crees que se apega más a la organización donde trabajarán”, comentó.

En este sentido, un entendimiento básico de la etiqueta digital es un aspecto esencial de las habilidades sociales y de comunicación que con frecuencia se señalan como una necesidad para tener éxito en el lugar de trabajo y también son tan importantes en nuestra vida personal. Sin embargo, como con otras cualidades intelectuales, la etiqueta digital rara vez se enseña; hay una expectativa acerca de que todos debemos saber de antemano las reglas. Además, no existe un verdadero consenso sobre cuáles son los “buenos” modales digitales y, aunque lo hubiera, ese consenso cambiaría constantemente conforme avanza la tecnología y evolucionan las normas sociales.

En sí mismo, ya es asombroso que logremos comunicarnos digitalmente, así que, si te sientes abrumado, aquí mencionamos algunas ideas con las que puedes comenzar.

Aprende la jerga

La comunicación digital generalmente se basa en el texto, lo cual significa que tus modales a menudo dependen únicamente de tus habilidades de escritura. Tanto el contexto de tu mensaje como su tono tendrán éxito o fracasarán a partir de lo que escribas en tu teclado, así que la brecha entre un chiste gracioso y una ofensa mortal, por ejemplo, puede ser peligrosamente corta.

Sin embargo, hemos adaptado muchas maneras creativas para ayudar a asegurarnos de que nuestras intenciones se interpreten correctamente. Estas incluyen nuevos formatos, como los emojis, pero también nuevos usos de viejas herramientas lingüísticas. Gretchen McCulloch, lingüista y autora de Because Internet: Understanding the New Rules of Language, abunda en una de esas evoluciones: el uso de la puntuación para transmitir un tono de voz, en vez de tener un efecto gramatical.

“Cualquier cosa que no sea necesaria tiene el potencial de adquirir connotaciones adicionales”, comentó.

Pongamos como ejemplo el humilde punto. En los mensajes digitales, ya no se necesita un punto para mostrar que se acabó el mensaje; un mensaje enviado supuestamente está completo. En cambio, un punto puede transmitir la idea de finalidad o incluso de la agresión pasiva, aunque eso depende del contexto. McCulloch traza un paralelo con el lenguaje hablado: un punto al final de una oración generalmente insinuaría una entonación que va bajando. Cuando se usa en un contexto sincero (como cuando escribimos: “Eso es espantoso.”) se refuerza la seriedad del mensaje. No obstante, cuando se usa después de una frase breve y positiva (“Es genial.”) el tono de voz que implica el punto puede añadir una idea de sarcasmo.

Cuando algo tan sencillo como un punto puede tener dos significados diametralmente opuestos, ¿cómo podemos estar seguros de que nos entienden? McCulloch sugiere ser honesto y pedir u ofrecer aclaraciones cuando sea necesario. Si no estás seguro de que se entendió tu intento de ser gracioso, por ejemplo, podrías agregar un mensaje aclaratorio como: “¡Es broma!”.

“Parece un poco extraño, pero creo que es mejor que ir por la vida suponiendo que todos están enojados contigo”, comentó.

Analiza el momento

Al igual que en el mundo real, gran parte de los modales digitales dependen mucho del contexto; no te comportarías de la misma manera cuando mandas un correo electrónico a tu jefe que cuando le envías un mensaje de texto a tu mejor amigo. Así como elegir el nivel adecuado de formalidad para la situación, debes estar preparado para adaptarte según la cultura y los antecedentes de las personas con las que estás hablando y el medio por el que se están comunicando.

“Los buenos modales te ayudan a progresar en la vida, pero en realidad las personas más exitosas son las que tienen la gama más amplia de modales”, dijo Wesson.

Sugiere comenzar siempre con un mayor nivel de formalidad y seguir a partir de ahí. Desde ese punto, debes observar lo que están haciendo otras personas y tratar de reflejar su comportamiento.

“Es exactamente lo mismo que salir a un almuerzo de negocios en un país que no conoces”, dijo Wesson. “Tienes que mantener tus ojos y tus oídos abiertos”. En una cadena de correos electrónicos, eso podría implicar comenzar con un saludo formal, como: “Querido señor Wesson”, pero después cambiar a “Hola, Rupert”, si la conversación se torna más familiar.

“Uno de los principios de ser amable con el lenguaje es que, cuanto más esfuerzo le inviertas, te considerarán más amable”, dijo McCulloch. En vez de preguntarle a alguien: “¿Podrías cerrar la ventana?”, podrías preguntar: “¿Sería posible que cierres la ventana?”. El significado es el mismo, pero la segunda opción muestra un nivel de esfuerzo adicional para ser más considerado.

Sin embargo, hay ocasiones en que la opción “más amable” quizá no es la más apropiada. Si tienes una relación cercana con alguien, cambiar a un registro más formal puede introducir una señal de distancia. Es probable que usar oraciones complejas con gramática impecable en un grupo de chat con tus amigos parezca bastante reservado.

“A veces la forma más amable quizá no sea la que transmita el mensaje adecuado sobre su relación”, dijo McCulloch.

Sigue siendo humano

Hay muchas consideraciones específicas en cuanto a los modales digitales: no respondas a todos cuando envíen un correo conjunto de la oficina; siempre obtén consentimiento antes de enviar una fotografía íntima; jamás dejes un mensaje de buzón de voz (un mensaje de texto muestra mucho más respeto para el tiempo de la otra persona). Pero, en general, es difícil formalizar exactamente cuáles son las reglas.

“Es como clavar una gelatina a la pared”, dijo Wesson. “Todo sigue moviéndose y desarrollándose”.

Los modales en el mundo digital pueden transformarse con una rapidez muy particular conforme las nuevas tecnologías y las plataformas exigen el desarrollo de estándares inéditos. La adopción generalizada de los celulares, por ejemplo, modificó por completo nuestras expectativas sobre el correo electrónico: en cuanto adoptamos la habilidad de revisar correos electrónicos en cualquier parte, comenzamos a esperar que las personas respondieran mucho más rápido que antes. Aunque esa expectativa quizá ya esté pasada de moda conforme se arraigan las preocupaciones sobre desconectarnos y disfrutar de nuestro tiempo libre.

Incluso en los casos donde la tecnología sigue siendo la misma, las normas sociales y culturales pueden cambiar rápidamente. Para ser justa con mi antigua yo, antes era bastante aceptado —incluso esperado— que cargaras álbumes enteros de fotografías a Facebook y etiquetaras a todos en ellas. Ahora, el ascenso de Instagram se ha correlacionado con un enfoque más curado del intercambio de fotos en internet, y la gente en general está más consciente de la privacidad y de las preocupaciones de seguridad. También el lenguaje evoluciona rápidamente: cuando hace poco yo, una milénial, dije “lol” en una conversación hablada, una colega de la generación Z literalmente se rio en voz alta.

Lo más importante, de acuerdo con Wesson, es seguir siendo humano, y tener en mente los principios de los buenos modales: el cuidado y la consideración a otras personas. Dijo que Debrett no cree en las reglas de los buenos modales, sino en los lineamientos de etiqueta. En cuanto sepas lo básico, debes seguir siendo flexible.

“Creo que el peligro es sobrecodificarlo”, dijo, “ahí es cuando te arriesgas a volverte demasiado insulso y quizá inhumano”.



regina


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