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El Madrid baila al Valencia


2020-01-08

Por JOSÉ SÁMANO | El País

8 ENE 2020 - 15:09 CST  A hombros de sus centrocampistas, los del viejo régimen (Casemiro, Modric, Isco y Kroos) y el último recluta (Valverde), el Madrid bailó al Valencia. Del duelo de dos equipos con apenas un delantero cada uno, el Real explotó de maravilla la veta de sus volantes y dejó en la cuneta a un rival sin dictado alguno. Un Valencia contrito desde el inicio, afligido por un Madrid que le secuestró la pelota. Y cuando de casualidad caía a botas valencianistas, los de Zidane rescataban el balón como mosqueteros. Todo resultó imposible para los de Celades. De los goles, por más que regalara de forma parvulario el primero, se encargó el Madrid. De las ocasiones se encargó el Madrid. Y del fútbol se encargó el Madrid.

La animosa hinchada árabe, que ni de largo llenó el estadio, pudo comprobar un hecho pasmoso. Resulta que en el híper profesionalizado fútbol europeo también hay pardillos. Incluso, alistados en las mejores ligas. Ocurrió con Jaume, titular en la portería valencianista por sus buenas obras de las últimas semanas. El hombre abandonó la portería para manifestarse en contra de un córner ganado por Jovic en pugna con Garay. Mientras Jaume y sus camaradas estaban de pataleta, Kroos, el muy bribón, ejecutó el saque de esquina y embocó a puerta abierta. Un toque clínico para mandar al garete a un incauto Valencia.

La picardía de Kroos constató la superioridad madridista. Un Madrid abrumador con la pelota, tachada de artefacto por sus adversarios, que la desdeñaron sin disimulo. Con Hazard, Benzema y Bale lastimados, sin más delantero a la vista que el casi invisible Jovic, el Real convirtió el partido en una sinfonía de pases de su pelotón de centrocampistas, con Isco y Kroos por bandera. A muchas cuadras de Courtois, el grupo de Celades quedó momificado por el rondo rival. Sin Rodrigo, en la enfermería, Gameiro estuvo tan aislado como Jovic, pero a su alrededor no hubo trance alguno.

Al mandón Madrid tampoco se le vieron las costuras en las pocas ocasiones que perdió de vista el balón. Este Real es muy aplicado hasta cuando debe morder. De forma coral y con el auxilio de gente como Valverde —jugador para todo— y Mendy —jugador solo para el quite— este Madrid sabe hacer un ovillo a su rival hasta reconquistar la pelota. Aspecto en el que Casemiro es un simposio por sí mismo.

El Madrid sometió a su contrario en todas las facetas. Con el balón cosido, nada le incomodaron centinelas como Kondogbia y Coquelin. Con la pelota a sus pies, el Valencia, tan tibio y enjaulado, no logró activar a Parejo, lo que puso en fuera de lugar a sus medios más picantes en ataque: Soler y Ferran.

Un tiro mal concebido por Gameiro —buscó altura frente a un portero de tres cuerpos como Courtois— fue el único paréntesis valencianista de un choque que fue un monocultivo del Real. Antes del 0-1, Varane ya había puesto en alerta a Jaume, lo mismo que Valverde y Casemiro en un par de disparos. Por entonces, jugaba con poco remate el Madrid. Entonces y después, ni jugaba, ni remataba el Valencia. Hasta que Carvajal, Valverde y Modric articularon una acción de mérito que derivó en un rechace hacia Isco en el punto de penalti. El malagueño, de vuelta al fútbol de primera línea con el diván de ZZ, dio un pase a la red. De inmediato, con el Valencia fuera de onda, Isco cabeceó al poste derecho de Jaume. El rebote, goloso para cualquier ariete, fue a Jovic. Pero del serbio goleador de la Bundesliga aún no hay rastro. Jaume le privó del gol con el pie izquierdo.

Impotente y sin remedio, el Valencia siguió a merced de Isco, de Kroos, de Valverde... Con todo, un gol le hubiera metido en un partido al que nunca llegó a tiempo. La entrada de Maxi Gómez por el rebajadísimo Kondogbia en nada mejoró a los de Celades. La trama era madridista. Por talento, por orden, por apetito. Unos cuantos arabescos de Isco y varias arrancadas de ese convoy en sí mismo que es Valverde fueron el preludio del 0-3: un gol de seda de Modric. Entre otras cosas, el mejor jugador del mundo a la hora de manejar el empeine exterior de la bota derecha. Jovic le dejó un pase que no mereció confetis, pero el croata, sin inmutarse, hizo una caricia a la pelota con esa suerte en la que es único: el balón se acostó en la red de Jaume. Tal fue ya la superioridad madridista que ZZ se concedió sacar del cuarto oscuro a James y Mariano, casi dos forasteros. El Madrid pudo permitirse de todo. Bien que se lo ganó. Para el Valencia, mejor no rebobinar. Ni siquiera el gol de Parejo que nada maquilló.



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