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Irán ha desarrollado armas más potentes que sus misiles


2020-01-10

Por David D. Kirkpatrick y Ronen Bergman, The New York Times

Drones, militantes y hackers: el país tiene una variedad de opciones sigilosas y más efectivas si las hostilidades se intensifican.

Oficiales de inteligencia y del Ejército estadounidense se quedaron atónitos ante la precisión, magnitud y verdadera audacia de lo que luego concluyeron que había sido un ataque iraní.

Hace cuatro meses, una bandada de misiles de crucero y drones armados de vuelo rasante impactaron tanques de crudo en la sede de la industria petrolera saudita, lo que tomó a Estados Unidos por sorpresa y anuló temporalmente el 5 por ciento del suministro mundial de petróleo. Casi ningún país en la región —Israel tal vez sea la excepción— podría haberse defendido de ese ataque.

En el ataque iraní a bases militares estadounidenses en Irak en las primeras horas del 8 de enero —la única agresión directa a Estados Unidos o a sus aliados admitida por Irán desde la toma de la embajada estadounidense en 1979—, se utilizaron misiles balísticos y se causó poco daño.

Sin embargo, con las tensiones entre Estados Unidos e Irán en el punto más alto en cuatro décadas, el éxito inesperado del ataque de septiembre a las instalaciones petroleras sauditas es un duro recordatorio de que Teherán posee una serie de armas más sigilosas en su arsenal que podrían plantear amenazas más severas si el conflicto sigue escalando.

Irán ha negado ser responsable del ataque a los sauditas, pero funcionarios estadounidenses han concluido que Irán estuvo detrás de la agresión y que enviaron los drones y los misiles desde Irán o el sur de Irak.

La fuerza militar convencional de Irán se ha deteriorado severamente durante el aislamiento relativo del país desde la Revolución islámica de 1979. Sin embargo, Teherán ha pasado esas décadas cultivando habilidades menos tradicionales, que ahora se encuentran entre las más potentes en el mundo y que son ideales para librar una guerra asimétrica contra una superpotencia como Estados Unidos.

Irán tiene el arsenal más grande de misiles balísticos y de crucero de la zona, una red de grupos militantes aliados por toda la región con alrededor de 250,000 combatientes y equipos de hackers informáticos, que funcionarios estadounidenses consideran unos de los más peligrosos del mundo.

También ha desarrollado sofisticados drones armados y de vigilancia. Al no contar con una armada convencional fuerte, ha buscado otras maneras de asfixiar el flujo del petróleo del golfo Pérsico, con una flota de pequeñas lanchas rápidas y un arsenal de minas submarinas.

“La capacidad ofensiva de Irán es drásticamente mayor que la capacidad defensiva dispuesta para contenerla”, dijo Jack Watling, analista del Royal United Services Institute, un centro de investigación sobre seguridad con sede en Londres. “Su habilidad para causar daño significativo hace que el costo de la guerra con Irán sea bastante alto”.

El ataque ineficaz del 8 de enero demostró el alcance de los misiles balísticos de Irán —algunos viajaron más de 965 kilómetros—, pero también su poca precisión, pues muchos de ellos cayeron muy lejos de sus objetivos pretendidos. Algunos analistas sugirieron que el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, podría haber ordenado un ataque intencionalmente simbólico: una respuesta enérgica a los ojos de los ciudadanos iraníes, pero relativamente inofensiva para no provocar una guerra total con Washington.

“Jamenei tiene que calibrar su respuesta para que Irán no pierda el honor, pero tampoco pierda la cabeza”, dijo Karim Sadjadpour, un académico iraní del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.

Sin embargo, Teherán y sus aliados podrían aún estar planeando formas menos evidentes de venganza por el asesinato del general iraní Qasem Soleimani, perpetrado la semana pasada por Estados Unidos. Muchos analistas sostienen que Irán y sus aliados militantes están volviendo a su esquema de ataques indirectos o encubiertos que no dejan evidencias claras de responsabilidad iraní.

En Irak, las milicias respaldadas por Irán, las cuales también perdieron a uno de sus líderes en el ataque aéreo que mató a Soleimani, afirmaron el 8 de enero que buscarían su propia venganza. Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, la milicia libanesa apoyada por Irán, ha dicho que hará lo mismo.

Irán también ha demostrado desde hace mucho tiempo un interés por los asesinatos, una táctica que podría ser adecuada para las promesas de los funcionarios iraníes de tomar medidas “proporcionales” para vengar a Soleimani. Muchos expertos en Irán afirmaron que el asesinato de un oficial estadounidense, presumiblemente en la región, podría ser el “ojo por ojo” que Teherán busca.

“Sin duda yo no saldría a muchos sitios públicos porque el riesgo de ser atacado o secuestrado es bastante alto”, dijo sir John Jenkins, quien fue embajador británico en Arabia Saudita.

Pero Irán no tiene un buen índice de éxito en el asesinato de funcionarios extranjeros.

Irán ha intentado, sin lograrlo, matar a diplomáticos israelíes en Tailandia, Georgia e India y bombardear un mítin cerca de París en el que daba un discurso Rudolph W. Giuliani, exalcalde de Nueva York. En 2011, agentes de la ley estadounidenses malograron una descarada e inepta treta iraní que pretendía pagar un millón y medio de dólares a un cártel mexicano de drogas para que hiciera estallar un restaurante italiano en Washington a fin de eliminar a un diplomático saudí.

“Casi no podíamos creerlo”, dijo Ilan Goldenberg, exfuncionario del Pentágono que supervisaba los equipos de trabajo dedicados a Irán en ese entonces. “Todos los que recibían la inteligencia creían que solo era un rumor delirante hasta que apareció un pago de 150,000 dólares en una cuenta bancaria”.

El ataque de septiembre contra Arabia Saudita presentó una alternativa aterradora, en parte porque expuso un punto vulnerable en la mayoría de los sistemas de defensa de misiles. La mayoría están diseñados para defenderse de misiles balísticos pero casi ninguno está equipado para detectar y detener un gran número de misiles de crucero y drones de alta velocidad y vuelo bajo.

Algunos funcionarios afirmaron que el ataque había demostrado que la tecnología iraní era mucho más avanzada de lo que las agencias de inteligencia de Estados Unidos habían previsto.

“El ataque a los campos petroleros sauditas fue sorprendente por la magnitud de su audacia”, dijo en una entrevista reciente Kenneth F. McKenzie Jr., director del Comando Central del Pentágono.

Tal Inbar, exdirector del centro de investigación espacial en el Instituto Fisher de Estudios Estratégicos Aéreos y Espaciales, una difunta organización de investigación israelí, dijo que la precisión del ataque no podía haberse logrado solo con un sistema de geolocalización. “En este ataque se emplearon capacidades muy superiores”, dijo, “posiblemente una cámara en el misil y los drones que compara la realidad con una imagen del blanco”.

A diferencia de los drones estadounidenses o chinos, más avanzados, los drones iraníes no pueden lanzar misiles desde el aire. Pero pueden cargarse con explosivos, tal como se cree que sucedió en el ataque saudí, para convertirse en misiles guiados a distancia.

Los misiles de crucero de más largo alcance de Irán pueden impactar a casi 2500 kilómetros de la frontera iraní, lo que abarca prácticamente cualquier lugar en el golfo Pérsico. China, Rusia y Corea del Norte le han proporcionado tecnología y municiones a Irán y, de manera interna, ha producido drones a control remoto.

Sin embargo, hasta hace poco Irán ha preferido depender de su red de aliados militantes por toda la región, incluyendo a Hezbolá en Líbano, un conjunto de milicias iraquíes que ahora conforman las Fuerzas de Movilización Popular, los hutíes en Yemen y otros grupos por toda la zona. Algunos, como las fuerzas iraquíes o Hezbolá, son en la actualidad tan grandes y están tan bien equipados e institucionalizados que parecen más ejércitos profesionales que milicias informales.

“Eso es lo que amplía el poder de Irán mucho más allá de sus fronteras”, dijo Afshon Ostovar, académico especializado en el ejército iraní de la Escuela Naval de Posgrado en Monterrey, California.

Durante el último año, las duras sanciones económicas del gobierno de Trump a Irán han perjudicado su economía y reducido su capacidad para financiar a sus aliados militantes. Sin embargo, un informe publicado esta semana por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales concluyó que el número total de combatientes en la red de las milicias respaldadas por Irán ha seguido creciendo y se ubica dentro de un rango estimado de entre 150,000 y más de 250,000.

Según funcionarios de Defensa de Israel y Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos de sus países por evitarlo, Irán ha seguido contrabandeando misiles de diversos rangos y capacidades a sus agentes en Siria, Irak, Líbano y Yemen.

El último ciclo de ataques entre Estados Unidos e Irán comenzó con un misil que asesinó a un contratista estadounidense en Irak. Estados Unidos respondió atacando a una milicia respaldada por Irán, lo que dio inicio a una intensificación progresiva del conflicto.

Pero lejos de poner fin a este tipo de ataques con misiles, algunas de esas milicias en Irak respaldadas por Irán han afirmado que aun sin estímulo iraní tienen previsto incrementar sus ataques contra las fuerzas estadounidenses para expulsarlas del país.

“Creo que nos estamos preparando para lo que va a ser un movido periodo de conflicto”, dijo Ostovar.

Los ataques cibernéticos —un arma que puede causar daños graves al otro lado del planeta a bajo costo y con pocas posibilidades de rastreo— pueden ser el comodín de Irán.

Expertos en ciberseguridad y funcionarios gubernamentales estadounidenses ya han descubierto un incremento en las actividades maliciosas realizadas por hackers y usuarios de redes sociales pro-Irán, lo que, según creen ellos, podría presagiar más ataques informáticos severos de Teherán.

Funcionarios estadounidenses y expertos independientes en ciberseguridad dicen que los ataques iraníes de programas malignos dirigidos a Arabia Saudita se encuentran entre los más perjudiciales en la historia de estos ataques y han causado daños por al menos decenas de millones de dólares.

Un ataque de 2012 que funcionarios estadounidenses atribuyeron a Irán remplazó el contenido de los discos duros de la estatal petrolera saudí, Aramco, con una imagen de la bandera estadounidense en llamas. Un segundo ataque en 2016 y 2017 destruyó archivos del banco central saudí, de ciertos ministerios gubernamentales y varias empresas privadas. En aquella ocasión, la famosa fotografía del niño refugiado de origen sirio que se ahogó apareció en las pantallas de las computadoras.

El exdirector de inteligencia nacional de Estados Unidos, Dan Coats, catalogó el año pasado a Irán como uno de los cuatro países más peligrosos en cuanto a ciberamenazas, junto con Rusia, China y Corea del Norte.

“Es capaz de causar efectos disruptivos localizados y temporales —como interrumpir las redes corporativas de una gran empresa durante días o semanas—similares a los de sus ataques de eliminación de datos contra docenas de redes gubernamentales saudíes y del sector privado”, dijo.

Un ataque iraní aparentemente menor ya ha buscado vengar a Soleimani. Los hackers iraníes tomaron posesión temporalmente el sitio web del Federal Depository Library Program del gobierno estadounidense y remplazaron su contenido con un panegírico dedicado al general.

“Hackeado por Iran Cyber Security Group Hackers”, rezaba el texto en el sitio web. “¡Esto es apenas una pequeña muestra de la habilidad informática de Irán!”.



Jamileth


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