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El indomable Djokovic inviste a Serbia


2020-01-13

Por ALEJANDRO CIRIZA | El País

Madrid 12 ENE 2020 - 15:49 CET Levitaba España, hasta que apareció él y se agigantó, cogió el pincel y brochazo a brochazo dibujó un paisaje estupendo para Serbia. Superlativo campeón, Novak Djokovic. Había perdido su equipo el primer punto, pero irrumpió él y el escenario dio un vuelco fatídico para España. El número dos del mundo tenía ganas de mambo y transformó la central de Sídney en una pequeña Belgrado, jubilosos los serbios cuando Nole equilibró ante Rafael Nadal (6-2 y 7-6(4), en 1h 55m) y todavía más cuando remató la faena con su desfile en el dobles junto a Víktor Troicki. De la mano doblegaron a Feliciano López y Pablo Carreño (6-3 y 6-4, en 1h 15m) y decantaron esta ATP Cup, una golosa pretemporada en Australia.

Había arrancado el día de maravilla, con Roberto Bautista aclarando otra vez el camino (7-5 y 6-1, en 1h 37m) y situando al equipo español a un solo paso del éxito. Sin embargo, en el segundo episodio de la jornada aparecieron los fantasmas, o sea, el Djokovic a grito pelado y hambriento que no perdona una y devora hasta las migas, rebañando el plato con saña. Cuando él está al otro lado de la red, la pista se hace más pequeña; cuando él juega, la perspectiva rara vez puede ser buena y a Nadal le cambia el semblante, porque al fin y al cabo no hay rival más espinoso que el serbio, un maravilloso compendio de virtudes técnicas y físicas que exigen al balear como nadie más lo hace.

No hay forma de que Nadal –renunció al dobles por “un nivel de energía bajo”, habiendo jugado ocho partidos en siete días– le hinque el diente a Djokovic en superficie dura. Lo consiguió por última vez en la final del US Open 2013 y desde entonces ha encajado nueve derrotas. El cemento es el hábitat ideal para Nole, todo recursos y elástico como el chicle, arropado además este domingo por la nutrida representación de seguidores serbios en las gradas de la Ken Rosewall Arena de Sídney. Se jugaba además a cubierto, lo que supone un argumento más para el defensor del título del Open de Australia que arranca el día 20.

Impuso Djokovic su hegemonía y subió otro escalón en el pulso particular, ahora 29-26 a su favor. Apenas abrió la puerta. Dominó y peloteó cómodo desde el fondo de la pista todo el rato, restando profundo y aplicando su librillo de principio a fin. Nadal, que se mosqueó con la hinchada al ceder el primer set, retirándose hacia el banquillo pulgar arriba, con ironía, tan solo encontró una rendija en el segundo. Explorando todas las vías posibles, arañó un 0-40 y otros dos puntos de break que el de Belgrado fue desbaratando con maestría, a golpe de servicio, derecha y revés. Una fastuosa demostración de poderío.

Obliga Djoker a jugar constantemente al límite, y aun así es muy difícil echarle el lazo. En su territorio es prácticamente intratable. Tiró Nadal de gallardía y se agarró al partido intentando ganar un par de pasos, entrando un poco más en pista para ser más incisivo, pero no hubo manera. Retrasó lo irremediable, privándole al serbio de un par de opciones de quiebre con 5-5, pero en el tie break, el indomable Djokovic se reafirmó y subrayó su dimensión en indoor. La gran muralla de Belgrado fue una vez más impenetrable y asestó un golpe anímico antes de la cita de Melbourne, adonde llegará con tan solo 520 puntos de desventaja con el número uno.

Del llanto a la alegría en mes y medio

Hace mes y medio, la Serbia de Nenad Zimonjic abandonó la Caja Mágica de Madrid cabizbaja y entre lágrimas, al caer dolorosamente en el dobles frente a Rusia. El presente, sin embargo, es bien distinto. Los balcánicos vuelven a saborear un triunfo por equipos una década después de su última Copa Davis. Apareció él, y todo cambió. Djokovic se alzó, apeó al equipo de Medvedev en las semifinales y puso la rúbrica al campeonato con su imponente firma en la final contra España. Asociadas siempre a los héroes, la gesta de esta primera ATP Cup quedará siempre ligada a su nombre.

Previamente, el arranque había sido positivo un día más. Mientras a otros les cuesta desperezarse, Bautista acostumbra a comenzar las temporadas como un tiro. Y este 2020 no es una excepción, sino todo lo contrario. El castellonense, de 31 años, encadenaba esta semana una victoria tras otra, cinco en el trazado a la final, y bordó su participación en la ATP Cup con el triunfo ante Lajovic en la apertura del choque contra los balcánicos.

Bautista volvió a imponer su tenis granítico, sin fisura alguna. Impuso su lenguaje y redujo mentalmente a Lajovic con una punzada letal en la recta final de un primer set episódico. El serbio (29 años, 34º del mundo) había hecho hasta entonces lo más difícil, reengancharse a un parcial que comenzó completamente desnivelado, 3-0 en su contra; remó y remó el de Belgrado, equilibrando gracias a su apuesta por el riesgo, pero cuando había remontado anímicamente encajó una segunda rotura que le planchó.

Bautista borda el torneo

Enlazó a partir de ahí Bautista un juego tras otro, con una serie de seis y un abismo de 4-0 ya en el segundo set, y el español fue abrazando con autoridad el primer triunfo para España. Lajovic, entrenado por el catalán Josep Perlas, trató de revolverse y quemó todos los cartuchos pero se estrelló contra una muralla de hormigón, porque el castellonense –ganador de nueve títulos en el circuito profesional; el último en Doha, hace un año– le negó cualquier hueco y le condujo una y otra vez hacia el error.

Selló así el número diez de la ATP un recorrido impecable en el torneo: seis de seis, en progresión; los 12 sets disputados. Espectacular. Batió a un puñado de adversarios de bajo perfil –Metreveli, Roncadelli, Go Soeda, Kimmer Koppejans–, pero en las semifinales desnudó a Nick Kyrgios y Lajovic no es ni mucho menos un adversario apetecible. Lo bordó, pues, este Bautista que se lleva un buen saco de puntos (340) y que en la treintena crece y crece para consolidarse como uno de los mejores competidores del circuito.



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