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Sociedad enferma


2020-01-20


La sociedad del confort se sintió horrorizada con el evento criminal en Torreón: un niño de 11 años disparó dos pistolas contra su maestra y compañeros y mató a cinco personas. Muy rápido encontraron culpables: los videojuegos, la guerra de Calderón y el abuelo que presuntamente tenía las dos armas en su casa sin los permisos correspondientes.

Las buenas conciencias se tranquilizaron; nunca se esperaba llegar a esta situación; y si los policías y sus perros revisan las mochilas de los niños tampoco se volverá a producir.

Y todos a darle vuelta a la hoja.

Pero no. No debiera. Lo de Torreón fue producto de una sociedad enferma, sin valores, de medios sin límites en la difusión de la información de seguridad, de las autoridades que fracasan en todo.

La ola de criminalidad comenzó en 1984, en 2006 el presidente Calderón declaró la guerra a los cárteles y les echó encima a las fuerzas armadas y en diciembre de 2018 el gobierno de López Obrador paró la persecución de criminales.

Y en estos 36 años no hubo ni una campaña, ni un spot, ni una propaganda que clamara a favor de los niños, de la educación. Y ahora que un niño de 11 años se disfraza de columbine –por la matanza en Columbine en 1999-, entonces la policía y sus perros de ataque formaron a todos los niños en las escuelas de Torreón y los perros olisquearon en busca de olor a pólvora y droga, mientras los policías Swat región 4 miraban con ojos de pocos amigos a los niños.

Y de nueva cuenta las autoridades educativas se entristecieron, se dijeron sorprendidas porque nuestros niños eran excepcionales y no iban a caer en la apología de la violencia que se ve a diario en medio, que todos estaban alejados de la violencia. Y tampoco anunciaron ningún programa de educación de emergencia, de explicación de la realidad, de repudio a las armas y a las drogas.

Y todos miraron hacia otro lado, el lado bueno de la vida, mientras esos mismos medios nos ilustran con los niños halconcitos que trabajan para los cárteles, con los niños sicarios que matan y roban, con los niños que esconden a extorsionadores, y todo porque los menores no pueden ir a la cárcel.

Y pocos cruzan información: ¿un niño asesino de su maestra y cuatro compañeros? Cómo es posible que ello ocurra en informaciones de seguridad que hablan de un pozolero que disolvió a 300 delincuentes en ácido, a los que masacran a personas inocentes, a los que incineraron 43 estudiantes en un tiradero de basura de Cocula, a los que secuestraron, torturaron y asesinaron a 76 migrantes en 2010 y los enterraron dentro de un autobús, a los responsables de 60 mil desaparecidos y a las miles y miles de víctimas directas y colaterales de la inseguridad que pagan las factura del gobierno y de los cárteles.

Torreón es parte de la crisis de la sociedad metida en una guerra de pandillas y policías que nadie puede ganar y que el gobierno no puede resolver porque carece de fuerza. Pero Torreón podría ser –aunque es seguro que no lo será– el camino para construir un programa social de cohesión entre los ciudadanos para repudiar la violencia y pata exigirle al gobierno que resuelva ya el problema de inseguridad.
 



regina


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