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La historia de corrupción detrás de la fortuna de la mujer más rica de África


2020-01-22

Por Michael Forsythe, Kyra Gurney, Scilla Alecci y Ben Hallman, The New York Times

Isabela dos Santos, hija del expresidente de Angola, construyó un imperio anclado en la corrupción. Entre sus asesores había empresas consultoras de Estados Unidos.

Era la fiesta a la que asisten los famosos durante el Festival de Cannes, donde la idea era dejarse ver. Una empresa suiza de joyería había rentado el fastuoso Hotel du Cap-Eden-Roc, y había atraído a celebridades como Leonardo DiCaprio, Naomi Campbell y Antonio Banderas. La temática era “Amor en las rocas”.

Para las fotografías en el evento de mayo de 2017 posaba Isabel dos Santos, la mujer más rica de África e hija de José Eduardo dos Santos, el entonces presidente de Angola. Su esposo maneja la empresa de joyería De Grisogono a través de un conjunto impresionante de empresas fantasma en Luxemburgo, Malta y los Países Bajos.

Pero esta lujosa fiesta solo fue posible gracias al gobierno de Angola. El país es rico en petróleo y diamantes pero ha sido asolado por la corrupción y padece una pobreza absoluta, un analfabetismo generalizado y un alto índice de mortalidad infantil. Una agencia del gobierno había invertido más de 120 millones de dólares en esta empresa de joyería. Ahora enfrenta una pérdida total.

Dos Santos, cuya riqueza está calculada en más de 2000 millones de dólares, afirma que es una mujer que se hizo a sí misma y que nunca se benefició del dinero del Estado. Pero en los últimos años, gracias al escrutinio de los medios de comunicación, ha surgido un panorama diferente: Dos Santos se llevó una buena parte de la riqueza de Angola, casi siempre a través de decretos firmados por su padre. Adquirió participaciones en las exportaciones de diamantes del país, en su principal empresa de telefonía celular, en dos de sus bancos y en su cementera más grande, y se asoció con el gigante petrolero estatal para comprar la empresa petrolera más importante de Portugal.

Ahora, un acervo de más de 700,000 documentos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés), y compartidos con The New York Times, revela la manera en que una red global de consultores, abogados, banqueros y contadores le ayudaron a amasar esa fortuna y depositarla en el extranjero. Algunas de las principales empresas de servicios profesionales del mundo —que incluyen compañías estadounidenses como Boston Consulting Group, McKinsey & Co. y PwC— facilitaron sus esfuerzos de aprovecharse de la riqueza del país al prestarle su legitimidad.

El imperio que ella y su esposo construyeron se extiende desde Hong Kong hasta Estados Unidos e incluye más de 400 empresas y subsidiarias. También incluye propiedades en todo el mundo, entre ellas una mansión con un valor de 55 millones de dólares en Monte Carlo, un yate valorado en 35 millones de dólares y una residencia de lujo en una isla artificial con forma de caballito de mar en Dubái.

Entre esos negocios estaba la empresa suiza de joyería, que, como revelan registros y entrevistas, era administrada por un equipo reclutado de Boston Consulting. La llevaron a la quiebra. Bajo su gestión, millones de dólares de los fondos estatales de Angola ayudaron a financiar las fiestas anuales en la Riviera Francesa.

Cuando Boston Consulting y McKinsey firmaron para ayudar con la restructuración de Sonangol, la empresa estatal petrolera de Angola, acordaron que se les pagaría de una manera poco común: no lo haría el gobierno, sino una compañía de Malta propiedad de Dos Santos. Luego, su padre la puso a cargo de Sonangol y los pagos del gobierno aumentaron y se hicieron a través de otro corporativo extranjero, esta vez propiedad de un amigo de ella.

PricewaterhouseCoopers, que ahora se llama PwC, fungió como su asesor fiscal y de contabilidad y trabajó con al menos 20 empresas manejadas por ella o por su esposo. Sin embargo, de acuerdo con expertos en lavado de dinero y contadores forenses que analizaron los documentos recién obtenidos, hubo señales de alerta evidentes cuando el dinero del gobierno de Angola no apareció.

Cuando las consultoras occidentales llegaron a Angola hace casi dos décadas, la comunidad financiera global percibió que serían fuerzas para el bien: traerían profesionalismo y altos estándares a una excolonia portuguesa devastada por años de guerra civil. Al final, sin embargo, se llevaron el dinero e hicieron lo que sus clientes pidieron, dijo Ricardo Soares de Oliveira, un profesor de política internacional de Oxford que se especializa en Angola.

“Están ahí como proveedores todoterreno de lo que sea que estas élites intentan hacer”, dijo. “No tienen estatura moral: son lo que tú haces que sean”.

Ahora, más de dos años después de que su padre se retiró —luego de 38 años como dictador de Angola—, dos Santos está en problemas.

El mes pasado, como parte de una investigación por corrupción, un tribunal de Angola congeló sus cuentas en el país junto con las de su esposo y las de un socio empresarial de Portugal. El fiscal general de Angola afirmó que la pareja era responsable de la pérdida de fondos gubernamentales por un valor de más de mil millones de dólares, y se concentró en especial en De Grisogono y Sonangol.

Según el despacho del presidente de Angola, João Lourenço, si se les encuentra culpables, Dos Santos y su esposo podrían enfrentar una sentencia de varios años en prisión. Al centro de la investigación hay 38 millones de dólares en pagos de Sonangol a una empresa fantasma de Dubái unas horas después de que el nuevo presidente anunció su despido. El medio hermano de Dos Santos también enfrenta cargos por corrupción por ayudar a transferir 500 millones de dólares del fondo soberano de inversión de Angola. El congelamiento de las cuentas se realizó muy poco tiempo después de que los reporteros del ICIJ le preguntaron al gobierno sobre las transacciones que aparecen en los documentos.

En una entrevista con la BBC, Dos Santos, de 46 años, negó cualquier acto indebido y calificó la investigación como “persecución política”.

“Mis empresas tienen fondos privados, trabajamos con bancos comerciales, nuestras sociedades son sociedades privadas”, afirmó.

Su esposo, Sindika Dokolo, de 47 años, insinuó que el nuevo gobierno los estaba usando de chivos expiatorios. “No ataca a los agentes de empresas públicas acusados de malversación de fondos, sino solo a una familia que trabaja en el sector privado”, le dijo a Radio Francia Internacional, otro socio del ICIJ.

Los documentos muestran que bancos de presencia global, entre ellos Citigroup y Deutsche Bank, sujetos a normas estrictas con respecto a clientes con vínculos políticos, en general se rehusaron a trabajar con esa familia en los últimos años.

“Estos tipos oyen de Isabel y corren como el diablo de la cruz”, escribió el jefe de finanzas corporativas de Fidequity, una empresa portuguesa que administra muchas de las compañías de Dos Santos en un email de 2014 luego de que el banco español Santander se rehusara a trabajar con ella.

Las empresas de consultoría, mucho menos reglamentadas que los bancos, se apresuraron a aceptarlos y tomarlos como clientes. Las consultoras estadounidenses publicitan su experiencia en llevar mejores prácticas alrededor del mundo. Pero en su búsqueda de ingresos, varias de ellas han trabajado para regímenes autoritarios o corruptos en China o Arabia Saudita. McKinsey vio diezmadas sus ganancias en Sudáfrica debido a su alianza con un subcontratista ligado a un escándalo político que derribó al presidente del país.

Las nuevas filtraciones muestran que el patrón se repite en Angola, en donde hay facturas que indican que se pagaron decenas de millones de dólares a las consultoras. Acordaron que empresas fantasma —ligadas a Dos Santos y sus socios— les pagaran por trabajo hecho para el gobierno de Angola ubicadas en paraísos fiscales tradicionalmente utilizados para evadir impuestos, esconder riqueza ilícita y lavar dinero. El arreglo le permitió a ella mantener una gran parte de los fondos estatales, según los registros.

(Los documentos, llamados Luanda Leaks en honor a la capital de Angola, incluyen correos electrónicos, presentaciones, facturas y contratos. Llegaron a la ICIJ a través de la Plataforma para Proteger Denunciantes en África, un grupo legal y de defensa con sede en París).

PwC, con sede en Londres, dijo que investigaba sus acuerdos con Dos Santos y que dejaría de trabajar con su familia. Boston Consulting dijo que tomó medidas, cuando se les contrató, “para asegurar la conformidad con las políticas establecidas y evitar corrupción y otros riesgos”. McKinsey dijo que las acusaciones contra Dos Santos eran “preocupantes” y que ahora no trabajaba con ella ni con sus empresas.

‘Administración en las sombras’

De Grisogono, una advenediza empresa suiza de joyería, estaba casi acabada. Nunca se habían recuperado por completo de la crisis financiera global y, para 2012, estaba sumamente endeudada.

Parecía que Dokolo, el esposo de Dos Santos, le ofrecía una salida. Se asoció con Sodiam, la empresa gubernamental comercializadora de diamantes, en una operación a partes iguales acordada en Malta en la que adquirían el control de la empresa de joyería. De acuerdo con los registros, Sodiam finalmente inyectó más de 120 millones de dólares al negocio en adquisición de capital y compra de deuda. Los documentos muestran que poco después de la adquisición, Dokolo aportó 4 millones, una cifra que sacó de una “cuota de éxito” de Sodiam —recibida por cerrar el trato y por intermediación de una empresa fantasma en las Islas Vírgenes Británicas—, para finalizar el acuerdo.

Dokolo, a través de su despacho de abogados, dijo que había invertido inicialmente 115 millones de dólares y “subsecuentemente invertido más de manera significativa en el negocio”, pero eso no pudo verificarse a través de los documentos.

Con el dinero de Angola, la compañía de joyería de Ginebra contrató a Boston Consulting Group, una empresa de administración estadounidense con oficinas en más de 50 países.

Según los documentos, en 2012, un equipo de la empresa con oficinas en Lisboa asumió el papel principal para ayudar a manejar De Grisogono: “administración en las sombras”, como dijo en noviembre John Leitão, un empleado de Boston Consulting que se convertiría en el ejecutivo principal de la empresa de joyería, en una entrevista realizada en noviembre en Lisboa.

Sin embargo, la firma consultora dijo que sus empleados solo trabajaron en tres proyectos concretos y terminaron su participación a principios de 2013.

Para entonces, los consultores habían dejado de trabajar para la consultora y se unían a la joyera; llegarían a ocupar los cargos de presidente, director financiero y director de operaciones a la par de Leitão.

Leitão dijo en entrevista que los consultores habían heredado “un lío total”. Pero los documentos muestran que, bajo su supervisión, la empresa con tiendas en Londres, París y Nueva York se endeudó aún más a pesar de un alza inicial en ventas.

Leitão señaló que De Grisogono tuvo una racha de mala suerte, debida también a presiones económicas que afectaron a los oligarcas rusos y a los jeques sauditas que habían sido clientes muy importantes. Sin embargo, los documentos indican que muchos clientes ricos —incluidos Dos Santos y su esposo—, adquirían joyas y relojes sin pagarlos. De acuerdo con una presentación interna, los gastos de mercadotecnia también se dispararon: de 42 por ciento durante el primer año de Leitão a 1,7 millones de dólares, incremento que se reflejó en la fiesta de Cannes, según una presentación.

Dokolo no se disculpó por el gran gasto en fiestas. “Dígame usted qué gran marca de lujo gasta menos que esto en la promoción para convertirse en una gran marca global”, le dijo a la radiodifusora francesa. En entrevista con la BBC, Dos Santos dijo que no era parte interesada en De Grisogono, aunque varios correos electrónicos y documentos la ponen en duda, al indicar que tenía interés de propiedad en las compañías maltesas que controlaban la joyera suiza.

De Grisogono le dio a la pareja la posibilidad de mejorar el mercado de diamantes angoleses. Dokolo ya controlaba los derechos de más del 45 por ciento de las ventas nacionales de diamantes a través de una empresa que compraba piedras en bruto y generó cientos de millones de dólares, según la oficina presidencial de Angola.

Los abogados de Dokolo dicen que intentaba integrar la industria de diamantes del país “de la minería al pulido a las ventas minoristas”.

El pueblo de Angola hizo más que pagar a un precio muy alto una empresa de joyería europea. Pagó con dinero que pidió prestado a una tasa de interés anual del 9 por ciento al Banco BIC, una entidad crediticia de Angola donde Dos Santos tiene una participación del 42,5 por ciento. De acuerdo con el despacho del presidente de ese país, el gobierno tendrá que pagar alrededor de 225 millones de dólares. Los préstamos habían sido garantizados por el padre de Dos Santos.

A pesar de todo el dinero que invirtió, Sodiam nunca ejerció ningún control administrativo de la empresa joyera y jamás recuperó ninguna de sus inversiones. Ahora, los funcionarios de Sodiam quieren salirse del negocio y la empresa está a la venta.

“Es extraño”, dijo Eugenio Bravo da Rosa, el nuevo presidente de Sodiam, al referirse al hombre al que reemplazó y quien autorizó la inversión. “No puedo creer que una persona inicie un negocio y deje que su socio maneje el negocio con poder total para tomar todas las decisiones”.

Un golpe petrolero

En 2016, Sonangol, la empresa petrolera de Angola, estaba en crisis luego de una caída en los precios del mercado. Un antiguo empleado de Boston Consulting describe una empresa en un estado “totalmente caótico”. El presidente de Angola despidió al consejo directivo de la compañía y en junio de ese año nombró a su hija, Isabel dos Santos, como presidenta. Boston Consulting estaba ayudando a Sonangol a diseñar una “hoja de ruta” para restructurarla.

Dos Santos tenía antecedentes en la empresa. Una década antes, ella y su esposo ganaron millones al asociarse con Sonangol y un empresario portugués para invertir en una empresa de gas de Lisboa, Galp Energia. Los documentos señalan que su participación fue cortesía del gobierno de Angola mediante un préstamo de 84 millones de dólares procedentes de Sonangol. Su participación ahora es de aproximadamente 800 millones de dólares.

El exempleado de Boston Consulting, quien habló con la condición de mantener su anonimato, dijo que Dos Santos —la hija mayor del presidente— consiguió hacer lo que otros ejecutivos antes que ella no lograron porque no cedía ante la presión.

“Estamos muy comprometidos con la transparencia”, declaró Dos Santos a Reuters en ese entonces. “Estamos muy comprometidos con el aumento de nuestras utilidades en Sonangol y la mejora de nuestra organización”.

Pero su compromiso con la transparencia no fue muy sólido. Los registros muestran que más de medio año antes de que fuera nombrada presidenta, su padre firmó un decreto redactado en el bufete jurídico de la pareja que otorgaba 9,3 millones de dólares a una empresa de Malta para que manejara la restructuración de Sonangol. Esta empresa, Wise Intelligence Solutions, era propiedad de la pareja y era dirigida por un socio cercano, Mário Leite da Silva, expresidente de De Grisogono. Luego llegó Boston Consulting, seguida de McKinsey, y Wise, la empresa de Malta, se quedó a la cabeza.

Boston Consulting y otras consultoras solo cobraron la mitad de lo que Wise recibió del tesoro angolés, según consta en recibos y facturas, a pesar de que la empresa maltesa tenía poca experiencia. Wise “no tiene recursos humanos ni conocimiento específico”, escribió el contador de la firma maltesa en un correo electrónico de marzo de 2016. Dos Santos disputó ese punto y dijo, a través de sus abogados, que Wise tenía “experiencia técnica”.

Después de que ella se hizo cargo de Sonangol, los pagos a compañías en el extranjero aumentaron aún más.

En mayo de 2017 una empresa en Dubái, propiedad de uno de los amigos de Dos Santos, remplazó a Wise como gerente de proyectos. A finales de ese año, esta emitió una avalancha de facturas; algunas nada más tenían la información más esencial. Una de ellas, que solo decía “Gastos de mayo a septiembre de 2017” era por una cantidad de más de 470,000 euros (más de 520,000 dólares). Estas facturas representan los 38 millones de dólares que Sonangol pagó a la empresa de Dubái en las horas después de que despidieron a Dos Santos el 15 de noviembre de 2017.

La cuenta de Sonangol era con la sucursal portuguesa del Banco BIC, donde ella era la principal accionista. Rechazada por los bancos a nivel global, la pareja recurrió cada vez más a la entidad crediticia de Angola, la cual tiene una oficina muy grande en Lisboa a unos pasos de su departamento.

Los documentos muestran que días antes de que se emitieran las facturas, despidieron al ejecutivo de Sonangol encargado de aprobarlas y lo remplazaron por un familiar de Dos Santos.

Unos meses después, Carlos Saturnino, el sucesor de Dos Santos como director de Sonangol, la acusó públicamente de malos manejos y dijo que su gestión estuvo marcada por conflictos de interés, evasión fiscal y apoyo excesivo en consultores. También dijo que ella había aprobado 135 millones de dólares en honorarios por asesorías, y la mayor parte de ese dinero había ido a parar a la empresa fantasma de Dubái.

El contador

Dos Santos tenía una larga historia con PwC. A principios de la década de los noventa, recién salida del King’s College de Londres, aceptó un empleo en Coopers & Lybrand, que pronto se fusionaría y se convertiría en PricewaterhouseCoopers.

Su principal asesor financiero, Mário Leite da Silva, cuyas cuentas en Angola fueron congeladas el mes pasado, también fue parte de PwC. Y cuando Dos Santos tomó el mando de Sonangol, trajo a un socio de PwC, Sarju Raikundalia, como jefe de finanzas. Los pagos de noviembre de 2017 a Dubái se hicieron bajo su supervisión antes de que también lo despidieran. Ninguno de los empresarios respondió a las solicitudes para ofrecer comentarios.

PwC no solo auditó los libros de sus vastas empresas fantasma, sino que le proporcionó a ella y a las compañías de Dokolo asesoría fiscal e hizo trabajo de consultoría para Sonangol.

Al igual que a Boston Consulting, a PwC le pagaba Wise Intelligence por su trabajo en Angola, y esta también auditaba los estados financieros de las sociedades controladoras en Malta que manejaban la empresa suiza de joyería.

En 2014, los contadores de PwC en Malta tuvieron un problema. Mientras preparaban los estados financieros anuales para Victoria Limited —una de las compañías maltesas que controlaban a De Grisogono— escribieron en un informe que los propietarios reales eran Dokolo y el gobierno de Angola. Pero Antonio Rodrigues, ejecutivo de Fidequity, se opuso: la pareja se había enfrentado al escrutinio minucioso de los medios después de que un artículo de 2013 en Forbes analizara los orígenes de su riqueza. Dicha información, escribió, no debía “mencionarse”.

“Anotado, lo discutiremos de manera interna y modificaremos el borrador”, respondió un contador de PwC. Esa frase fue eliminada.

Los contadores de PwC también detectaron que no había papeleo de respaldo que les permitiera contabilizar millones de dólares en préstamos que se invirtieron en las compañías maltesas y en De Grisogono, según los correos electrónicos.

Robert Mazur, un exinvestigador del Servicio de Aduanas de Estados Unidos enfocado en combatir el lavado de dinero, revisó a petición del ICIJ los estados financieros de PwC. Mazur también revisó correos electrónicos que se intercambiaron los contadores y los administradores de Dos Santos.

“Los contadores y proveedores de servicios financieros involucrados en estas transacciones deberían haber considerado seriamente presentar un informe de transacciones sospechosas”, dijo.

Cuando el ICIJ le mostró a PwC su investigación, la consultora dijo que no haría comentarios sobre proyectos específicos, pero dijo que la empresa estaba concluyendo su trabajo con Dos Santos. “En respuesta a las acusaciones serias y preocupantes que se han planteado”, dijo la firma, “iniciamos una investigación y estamos trabajando para evaluar a fondo los hechos”.

En cuanto a la fortuna de Dos Santos, la mayor parte está fuera de Angola, en gran medida en paraísos fiscales donde será difícil de investigar.

En noviembre, Ana Gomes, exdiputada del Parlamento Europeo, presentó una denuncia en Portugal en la que alega que Dos Santos lavó dinero a través del Banco BIC. Gomes dijo que la red de firmas de consultoría le permitió a Dos Santos sacar dinero de Angola y llevarlo a negocios legítimos en Europa y en otros lugares.

“Son parte de un sistema para encontrar el sitio más seguro para todo el dinero que se desvía”, dijo.



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