Formato de impresión


¿Hará el papa Francisco un milagro con la deuda de Argentina?


2020-01-31

Por Marcelo J. García, The New York Times

Alberto Fernández, el presidente argentino, se reunirá con el líder de la Iglesia con la esperanza de encontrar un poco de ayuda para evitar el incumplimiento de pagos.

En una escena de Los dos papas, la película biográfica de Netflix, el futuro papa Francisco le cuenta al papa Benedicto una broma que los argentinos suelen usar para burlarse de sí mismos: “¿Usted sabe cómo se suicida un argentino? Se sube arriba de su ego y de allí se tira abajo”.

Pero el ego argentino ha sufrido por la falta de voluntad del papa Francisco para regresar a su tierra natal desde que fue elegido como pontífice en marzo de 2013, a pesar de que en 32 viajes al extranjero ha visitado cerca de cincuenta países, lo que incluye a casi todos los vecinos de la Argentina.

Hay una posible razón. Gran parte del lenguaje económico del papa Francisco, que ataca las desigualdades del capitalismo global y “la idolatría del dinero”, proviene de su experiencia como sacerdote en la Argentina, un país que durante décadas ha vivido en crisis económica y que, en 2001, declaró lo que en ese entonces fue el mayor impago de la deuda en la historia —82,000 millones de dólares— y que en 2018 obtuvo el mayor paquete de rescate de un país por parte del Fondo Monetario internacional (FMI) —57,000 millones de dólares—. Un país que, nuevamente, está al borde del desastre.

En las elecciones presidenciales de octubre, Alberto Fernández, quien encabeza una coalición de peronistas que incluye a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, venció fácilmente al entonces mandatario, el conservador Mauricio Macri. Macri era el candidato favorito del mercado, pero su programa de “endeudarse primero, reformar después” se vio afectado por el pánico financiero que sobrevino a la mitad de su mandato de cuatro años. El papa no ocultó su desaprobación ante los esfuerzos de Macri.

Cuando Fernández, quien asumió la presidencia en diciembre, se encuentre con el papa en el Vaticano el 31 de enero, se espera que discutan un problema recurrente: cómo salvar a la Argentina de otro incumplimiento de la deuda.

El mandatario espera poder comenzar con el pie derecho su relación con el papa, incluso a pesar de su compromiso de impulsar la legalización del aborto. En sus primeras seis semanas en el cargo, Fernández ha usado el término “solidaridad” para definir el incipiente programa económico de su gobierno. Este concepto, uno de los pilares de la Doctrina Social de la Iglesia Católica Romana, es destacado por el pontífice en sus discursos pastorales y los documentos del Vaticano, incluidos los que hablan de economía.

Hasta ahora, para Fernández la solidaridad ha significado pedirles a los argentinos ricos que paguen más impuestos, en parte para financiar un programa de emergencia alimentaria con el fin de aliviar la pobreza extrema. Mientras tanto, el papa posiciona cada vez más a la economía global entre los puntos más importantes de su agenda. En marzo recibirá a jóvenes economistas y activistas en Asís, Italia, en un evento llamado “La economía de Francisco”, llamado así por san Francisco de Asís, el santo del siglo XII pero también, indirectamente, por sí mismo. Francisco dice que el evento buscará promover “una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye”.

El evento de Asís coincide con la fecha límite del 31 de marzo que Fernández se impuso para completar las espinosas negociaciones del país con sus acreedores. Lo que quiere de los tenedores de deuda de Argentina es simple: más tiempo para los pagos, para permitir que la economía pueda recuperarse después de casi dos años de recesión. En otras palabras, solidaridad, un concepto inaudito en los círculos de los mercados financieros.

En esa búsqueda, el papa y Fernández comparten un vínculo académico: Joseph Stiglitz, el economista de Columbia y ganador del Premio Nobel que durante años ha teorizado sobre cómo mejorar la negociación de la deuda soberana. En mayo pasado, Stiglitz y el papa discutieron formas de “crear un nuevo pensamiento económico” para una “economía social de mercado”.

Un joven asistente de investigación de Stiglitz, el argentino Martín Guzmán, también asistió a esa reunión. En 2016, Stiglitz y Guzmán se encontraban entre los editores de un libro titulado Too Little, Too Late (Demasiado poco, demasiado tarde), que proponía un nuevo marco para la reestructuración de la deuda soberana. Guzmán ahora es el ministro de Economía de Fernández y tiene la difícil tarea de venderle solidaridad a los tenedores de bonos del país y al FMI.

Resulta improbable que, de la noche a la mañana, el papa pueda realizar el milagro de convertir la glotonería de efectivo de los acreedores en altruismo. Sin embargo, la reincidencia de la deuda argentina puede usar la pátina moral del lenguaje económico progresista de Francisco, especialmente cuando Fernández intenta obtener apoyo para el caso del país en la directiva del FMI.

Aunque Dios no puede jugar a los dados, el papa se destaca al momento de jugar sus cartas. Menos de una semana después de su reunión con Fernández, el Vaticano celebrará un seminario sobre “Nuevas formas de fraternidad solidaria de inclusión, integración e innovación” que tendrá a Stiglitz, a Guzmán y, en particular, a Kristalina Georgieva, la directora gerente del FMI, entre sus oradores. Los expertos argentinos han tomado la reunión como evidencia de que una nueva “Mano de Dios” —solo que esta vez sería legítima— podría volver a beneficiar el país.



Jamileth


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com