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¿López Obrador ha reducido la desigualdad en México?


2020-02-17

Por Viri Ríos, The New York Times

La desigualdad será la medición que permita saber si AMLO será más de lo mismo o no. Los primeros estudios revelan claroscuros.

Andrés Manuel López Obrador arrasó en las elecciones presidenciales de 2018 con la promesa de que los pobres serían la prioridad del gobierno de México: “Primero lo pobres” fue su mantra de campaña. Quizás por ello la desigualdad será la barra con la cual será medido su sexenio.

La semana pasada, por primera vez desde que es presidente, se dieron a conocer los primeros datos que nos permiten ver cómo va en ese aspecto crucial. En estos días he analizado con detalle las estadísticas para saber si su gobierno va por un buen camino en el combate frontal a la desigualad —el que, creo profundamente, es el reto más grande de nuestra era— o si será más de lo mismo: un gobierno que retóricamente está con los pobres pero con políticas públicas que provocan el ensanchamiento de la brecha de la desigualdad.

Las cifras que revisé muestran avances importantes. El sexenio de AMLO ha detonado incrementos inapelables en el poder adquisitivo del trabajador mexicano. Sin embargo, en el primer año de su gobierno no ha sido capaz de aumentar la generación de empleos, lo que no ha permitido que los incrementos en los ingresos laborales se traduzcan en una reducción significativa de la desigualdad.

Pero hay un aspecto aún más preocupante: los datos indican que su programa Jóvenes Construyendo el Futuro, en el que se les da becas a aprendices o becarios, podría estar creando incentivos perversos para que los jóvenes dejen de estudiar. Esto afectaría su capacidad de mejorar sus ingresos en el futuro y pavimenta el camino para una mayor desigualdad.

En una radiografía económica de la desigualdad, nadie puede poner en duda que AMLO tiene al menos tres buenas noticias que dar.

La primera es que su presidencia es, por mucho, la que más ha hecho por los trabajadores desde que tenemos registros estadísticos (2003). Durante su primer año, el ingreso laboral de los mexicanos aumentó un 5,9 por ciento, más que el 0,5 por ciento logrado durante el primer año de Felipe Calderón y, por supuesto, arriba del sexenio de Peña Nieto, cuando el ingreso cayó. Durante todo el gobierno pasado, el ingreso laboral aumentó menos de la mitad de lo que aumentó con AMLO en un solo año.

La segunda es que los trabajadores que menos ganan han sido los más beneficiados por los incrementos en el ingreso. Y eso sucedió sin que los trabajadores más ricos perdieran ingresos. El 20 por ciento de los trabajadores más pobres aumentaron un 24 por ciento su ingreso durante el año pasado. Es un avance muy grande: en los gobiernos anteriores, solo se logró avanzar en promedio 2,7 por ciento cada seis años.

Finalmente, también el trabajador de clase media ha aumentado sus ingresos de forma significativa. La clase media está aumentando sus ingresos laborales con tasas de incremento del 6,4 por ciento en sus ingresos. Esto significa que sus ingresos han crecido ocho veces más de lo que lo hicieron durante el primer año de los dos presidentes anteriores.

Pero no todas son buenas noticias. Existen indicios de que los empleadores pudieran estar demandando jornadas más intensas por parte de los trabajadores o de que no se les permita trabajar tiempo completo con el fin de ahorrar el pago de ciertas horas.

Más aún, se ha generado poco empleo. Con tan solo 342,000 plazas laborales formales nuevas creadas, casi tres cuartas partes de los jóvenes que ingresaron a la vida productiva no pudieron encontrar un empleo formal. Así, la tasa de desempleo aumentó. Aunque esta relacionado con el poco dinamismo económico de 2019 —año en que la economía mexicana no creció—, algunas decisiones de AMLO podrían no estar ayudando.

Durante el primer año de López Obrador, el porcentaje de jóvenes en edad escolar que asisten a la escuela disminuyó en 0,3 puntos. Puede parecer una reducción menor, pero es importante: el indicador no había cerrado un año con caídas más fuertes desde 2006. Esto podría estar relacionado con los cambios que su gobierno ha hecho en la política social. AMLO dejó de dar programas de transferencia condicionada que motivaban la asistencia a educación básica y media, y en cambio comenzó a dar becas a jóvenes de nivel medio superior y a aprendices laborales.

Los aprendices reciben un pago mensual de una beca hasta durante dos años, siempre y cuando puedan probar que no están estudiando o trabajando. Hasta ahora no hay estudios sobre el impacto de esta política pero resalta que México enfrente una reducción en la asistencia escolar a la par en la que alrededor de 830,000 jóvenes aprendices han sido afiliados al programa.

Como ciudadanos debemos observar y demandar que los avances de AMLO en la reducción de la desigualdad laboral se expandan a la economía en su conjunto. Para ello es vital que se aumente la generación de empleos y que el presidente analice con cuidado su política social. México es uno de los países más desiguales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): el 1 por ciento más rico concentra el 21 por ciento de los ingresos totales. Por eso la lucha contra la desigualdad debe ser ambiciosa y el presidente que llegó a Los Pinos con esa promesa al centro de su discurso debe comprometerse a darla.

Si AMLO quiere reducir la desigualdad deberá crear condiciones para que aumente el crecimiento económico y con ello la generación de empleo, y deberá comenzar a evaluar el impacto de su política social de forma seria y sostenida.

El presidente ha dicho que su gobierno está ocupado implementando política social y ha tildado de fetichismo a la medición cuantitativa. Esto es un error. Una medición bien hecha y que incluya análisis cualitativos, puede ayudar a mejorar los programas y evitar crear incentivos contraproducentes y con efectos tan negativos como el ausentismo escolar. No se puede desandar un camino si no se sabe que fue equivocado.

México no puede darse el lujo de experimentar con toda una generación de jóvenes que podrían dejar de invertir en su educación a cambio de recibir una beca y con ello ensanchar, a largo plazo, la desigualdad. Sería una terrible contradicción del gobierno por el que muchos mexicanos votaron para poner, finalmente, a los pobres primero.



Jamileth


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