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«Acoger la Ley de Dios en el corazón para no ser esclavos de las pasiones ni del pecado»: Papa Francisco


2020-02-17

 

 * «Vivir la ley como un instrumento de libertad que nos ayuda a ser más libres. Pensemos en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa niña que murió congelada en Siria anteayer. Muchas calamidades, muchas. Esto es fruto de las pasiones, y la gente que hace la guerra no sabe cómo dominar sus pasiones. Les hace falta cumplir la Ley. Cuando cedemos a las tentaciones y pasiones, no somos señores y protagonistas de nuestra propia vida, sino que nos volvemos incapaces de manejarla con voluntad y responsabilidad»

 * «Jesús nos anima a pasar de una observancia formal de la Ley a una observancia sustancial, aceptando la Ley en nuestro corazón, que es el centro de las intenciones, decisiones, palabras y gestos de cada uno de nosotros. Del corazón salen las buenas y las malas acciones. Aceptando la Ley de Dios en nuestros corazones entendemos que, cuando no amamos a nuestro prójimo, hasta cierto punto, uno se mata a sí mismo y a otros, porque el odio, la rivalidad y la división matan la caridad fraternal que es la base de las relaciones interpersonales. Y esto vale por lo que dije de  las guerras, porque la lengua mata. Aceptando la Ley de Dios en el corazón se entiende que los deseos tienen que ser guiados, porque no todo lo que deseas lo puedes tener, y no es bueno… ceder a los sentimientos egoístas y posesivos»

16 de febrero de 2020.- (Camino Católico).– Vivir los mandamientos de la Ley de Dios como un instrumento de libertad, que nos ayuda a no ser esclavos de las pasiones y el pecado. La gente que hace las guerras no sabe dominar sus propias pasiones. Con estas palabras el Papa Francisco ha dedicado su alocución previa al rezo mariano de este domingo comentando el Evangelio de hoy, que habla del  «Sermón de la Montaña» y del cumplimiento de la Ley.

«Cuando cedemos a las tentaciones y pasiones, no somos señores y protagonistas de nuestra propia vida, sino que nos volvemos incapaces de manejarla con voluntad y responsabilidad». La ley ha dicho, hay que vivirla como un instrumento de libertad.  Es importante, entender esto, ha aseverado el Pontífice: vivir la ley como un instrumento de libertad que nos ayuda a ser más libres, a no ser esclavos de las pasiones y del pecado. Las guerras y las calamidades, son fruto de las pasiones ha afirmado, y la gente que hace las guerras no sabe dominar sus propias pasiones. Cuando se cede a las pasiones no somos protagonistas de la propia vida, somoa incapaces de manejarla con voluntad y responsabilidad.

El discurso de Jesús está estructurado en cuatro antítesis, expresadas con la fórmula «Habéis entendido que se dijo… pero yo os digo». Estas antítesis se refieren a otras tantas situaciones de la vida cotidiana: asesinato, adulterio, divorcio, juramentos. Jesús, ha afirmado el Pontífice, nos anima a pasar de una observancia formal de la Ley a una observancia sustancial, aceptando la Ley en nuestro corazón, que es el centro de las intenciones, decisiones, palabras y gestos de cada uno de nosotros. Del corazón salen las buenas y las malas acciones.

El Papa ha dicho que si aceptamos la Ley de Dios en nuestros corazones entendemos que cuando no amamos a nuestro prójimo, hasta cierto punto, nos matamos a nosotros mismos y a los demás, porque el odio, la rivalidad y la división matan la caridad fraternal que es la base de las relaciones interpersonales. Y esto vale, ha añadido, por  lo que dije de las guerras, porque la lengua mata.

Si aceptamos la Ley de Dios en el corazón, podremos guiar nuestros deseos, comprenderemos que “hay que abandonar un estilo de vida de promesas rotas, no mantenidas, así como pasar de la prohibición del perjurio a la decisión de no jurar en absoluto, asumiendo la actitud de plena sinceridad con todos”.

“Pero Jesús es consciente de que no es fácil vivir los Mandamientos de una manera total y tan profundamente. Por eso nos ofrece la ayuda de su amor: vino al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su gracia, para que podamos hacer la voluntad de Dios, amándolo a él y a nuestros hermanos y hermanas”. Porque, como ha afirmado, todos podemos hacer con la gracia de Dios, la santidad no es más que el custodiar esta gratuidad que Dios nos ha dado, esta gracia. Por último, el Santo Padre ha dicho dijo que confiemos en Jesús, acojamos su mano que nos tiende constantemente, para que nuestros esfuerzos y nuestro compromiso puedan ser sostenidos por su ayuda, llena de bondad y misericordia. “Hoy Jesús nos pide que avancemos en el camino del amor que nos ha mostrado y que comienza desde el corazón. Esta es la manera de vivir como cristianos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (cf. Mt 5,17-37) está tomado del “Sermón de la Montaña” y trata el tema del cumplimiento de la Ley: cómo debo cumplir la Ley, que tengo que hacer. Jesús quiere ayudar a sus oyentes a tener un acercamiento justo con las prescripciones de los mandamientos dados a Moisés, exhortando a estar disponibles para Dios que nos educa en la verdadera libertad y responsabilidad a través de la Ley. Se trata de vivirla como un instrumento de libertad. No olvidemos eso: vivir la ley como un instrumento de libertad que nos ayuda a ser más libres, a no ser esclavos de las pasiones y del pecado. Pensemos en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa niña que murió congelada en Siria anteayer. Muchas calamidades, muchas. Esto es fruto de las pasiones, y la gente que hace la guerra no sabe cómo dominar sus pasiones. Les hace falta cumplir la Ley. Cuando cedemos a las tentaciones y pasiones, no somos señores y protagonistas de nuestra propia vida, sino que nos volvemos incapaces de manejarla con voluntad y responsabilidad.

El discurso de Jesús está estructurado en cuatro antítesis, expresadas con la fórmula «Habéis entendido que se dijo… pero yo os digo». Estas antítesis se refieren a otras tantas situaciones de la vida cotidiana: asesinato, adulterio, divorcio, juramentos. Jesús no abolió las prescripciones que se ocupan de estos temas, pero explica su pleno significado e indica el espíritu con el que deben ser observadas. Nos anima a pasar de una observancia formal de la Ley a una observancia sustancial, aceptando la Ley en nuestro corazón, que es el centro de las intenciones, decisiones, palabras y gestos de cada uno de nosotros. Del corazón salen las buenas y las malas acciones.

Aceptando la Ley de Dios en nuestros corazones entendemos que, cuando no amamos a nuestro prójimo, hasta cierto punto, uno se mata a sí mismo y a otros, porque el odio, la rivalidad y la división matan la caridad fraternal que es la base de las relaciones interpersonales. Y esto vale por lo que dije de  las guerras, porque la lengua mata. Aceptando la Ley de Dios en el corazón se entiende que los deseos tienen que ser guiados, porque no todo lo que deseas lo puedes tener, y no es bueno… ceder a los sentimientos egoístas y posesivos. Cuando uno acepta la Ley de Dios en el corazón, uno entiende que hay que abandonar un estilo de vida hecho de promesas rotas, no mantenida, así como pasar de prohibición del perjurio a la decisión de no jurar en absoluto, asumiendo la actitud de plena sinceridad con todos.

Y Jesús es consciente de que no es fácil vivir los Mandamientos de una manera total y tan profundamente. Por eso nos ofrece la ayuda de su amor: vino al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su gracia, para que podamos hacer la voluntad de Dios, amándolo a él y a nuestros hermanos. ¡Todo, todo lo podemos hacer con la gracia de Dios! De hecho, la santidad no es otra cosa que custodiar esta gratuidad que Dios nos ha dado, esta gracia. Se trata de confiar y confiarnos a Él, a su gracia, a esa gratuidad que nos ha dado y acoger la mano que nos tiende constantemente, para que nuestros esfuerzos y nuestro necesario compromiso  puedan ser apoyados por su ayuda, llena de bondad y misericordia.

Hoy Jesús nos pide que avancemos en el camino del amor que nos ha mostrado y que comienza desde el corazón. Esta es la manera de vivir como cristianos. Que la Virgen María nos ayude a seguir el camino trazado por su Hijo, para lograr la verdadera alegría y difundir la justicia y la paz por todas partes.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo a todos, romanos y peregrinos; en particular, a los de Croacia y Serbia; a los de Trappes, de Francia; a los de la diócesis de Toledo, España; y los alumnos del «Colegio Asunción Cuestablanca» de Madrid.

Saludo a los fieles de Biancavilla, Fiuggi, Aprilia, Pescara y Treviso; A los jóvenes de la Confirmación de Serravalle Scrivia, Quarto d’Altino y Rosolina.

Os deseo a todos un buen domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!


 



regina


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