|
Formato de impresión |
La culpabilidad del hombre
José Manuel Rodríguez Solar - Fraternidad Católica En el Nuevo Testamento, San Pablo, en el libro de la “Carta a los Romanos” encontramos las siguientes citaciones que resultan oportunas mencionar en el contexto de la época actual que estamos viviendo, para encontrar respuesta a las múltiples calamidades que el mundo está padeciendo. Los tiempos cambian, pero las vivencias y advertencias siguen siendo las mismas a través de los siglos, hoy, quizá, más intensamente por los avances tecnológicos y el libertinaje sin contención. Esto es lo que nos dice San Pablo: "Pues, aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue ensombrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios". (Romanos 1:21-22) "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó". "Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón. Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles. Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén. Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza". "Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión. Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas, sino que incluso aprueban a quienes las practican". (Romanos 1:18-32) He aquí precisamente, tal vez, la respuesta que buscamos del motivo catástrofes, guerras, epidemias y demás desgracias e infortunios. Que sí es el fin del mundo, claro que lo es, pero no precisamente globalmente o totalmente, a cada uno nos llegará el fin del mundo, esto será cuando muramos. Desgraciadamente hasta hoy, más de 30,000 personas han muerto a consecuencia del coronavirus y casi 700,000 se encuentran padeciendo este contagio en todo el mundo, cuando se dice científicamente que estamos en una etapa que puede ser el comienzo o en el intermedio de esta pandemia. Las estadísticas de la mortandad mundialmente dan cuenta de más de 14 millones que han muerto en los primero tres meses de este año, lo que equivale a 60 millones anualmente. Todos ellos vivieron la etapa final de su vida, llegaron al fin del mundo. Sin embargo, las muertes en este mismo periodo por enfermedades infecciosas, asómbrese, han sido 3 millones 200 mil, 40,000 mueren diariamente. En un día, por este motivo fallecen 30 por ciento más gentes de los que se han totalizado desde que comenzó a propagarse el nuevo COVID-19. Al finalizar este año habrán muerto 13 millones por infecciones diversas. Así que nada más cierto que nuestro destino final es la muerte, por cualquier causa sin importar la edad que es relativamente incierta. Lo que si será importante es las circunstancias en la que vamos a morir por la moralidad de vida que hayamos tenido, circunscribiéndonos a la creencia de la existencia de Dios. Dice el Obispo catalán, Dr. Torras y Bajes, con mucha razón y certeza: "La muerte a unos les da miedo, a otros envidia, a algunos les tiene indiferentes, y a los elegidos les excita la esperanza”. Un eminente cirujano, el doctor Jorge Fuentes Aguirre, opina con su vasta experiencia clínica de más de 50 años, “No sólo no hablamos de la muerte, sino que preferimos no verla de cerca. Hay un recurso para evitarnos el esfuerzo de argumentar la afirmación o la negación de algo: no pensar en ello. Eso es exactamente lo que hace el hombre moderno con la cuestión de la muerte: eludir todo pensar y toda referencia al asunto”.
Que estas reflexiones y remembranzas sirvan para forjar una “vida eterna venturosa”, que se vean como amonestación oportuna para que no haya pretexto ni excusa de no haber sido advertido con oportunidad de la gracia que tenemos para no condenarnos a un destino final sombrío y tétrico, y si en cambio para trascender a una vida espiritual eterna y gloriosa como nos promete Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios, que con sus milagros y resurrección lo dejo plenamente demostrado. Y así, textualmente lo dijo: En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. (Juan 5:24). “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Lucas (14-35) Finalmente, para una última reflexión, cito el siguiente versículo del Antiguo Testamento (Daniel 12:2): “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno". Y, para consuelo de los que creemos en Dios, transcribo este Salmo de aliento y Fe en este tiempo de inquietud e incertidumbre, luego, al final, una invitación de Jesucristo a todos. "Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares; aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo". (Salmo 46:1-3) "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento". (Lucas 5:31-32) Evangelio, Juan 11,1-45 «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios» JMRS |
|
� Copyright ElPeriodicodeMexico.com |