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Las raíces de la sociedad conectada
Miguel Ángel García Vega, El País Quizá hoy suena lejano. Pero una vez al año, allá por diciembre, las nubes se agarran al suelo en Las Vegas. Cientos de ejecutivos llegan a la ciudad para la feria anual de Amazon Web Services (AWS), el mayor proveedor de servicios de computación en la 'nube' del mundo. El año pasado se organizaron más de 2,500 conferencias durante una semana y Andy Jassy, el todopoderoso consejero delegado de AWS, estuvo tres horas en el estrado volviendo aprehensible un mundo un tanto ingrávido. Porque la suya es una de esas voces llenas de poder y dinero. Amazon es el principal jugador del mercado. Controla el 32,4% del negocio. Detrás —acorde con la consultora Canalys— acuden otros colosos. Microsoft Azure (17,6%), Google Cloud (6%) y Alibaba Cloud (5,4%). Todas estas plataformas se juegan mucho. El gasto en infraestructuras en la 'nube' superó en el mundo algo más de 98,000 millones de euros el año pasado y, solo en España, se rebasó los 1,800 millones, según Statista. En el caso español, las 'nubes' no arraigaron con el brillo de los neones del Strip de Las Vegas. Costó arrancar. Entender que el transporte y la gestión de los datos son los grandes generadores de prosperidad de esta era. La nueva ruta de la seda. "En los últimos cinco años se ha producido un gran avance", reflexiona Jorge Santos, socio responsable de CIO Advisory [tecnología] de KPMG en España. "En 2015 había una situación de rechazo. La mayoría de los bancos y los sectores no veían una apuesta a corto plazo por esta tecnología. Sin embargo, estos tiempos, sobre todo en temas de 'nube' pública, el avance resulta exponencial". Corre por el ADN de la tierra. España es uno de los países con más fibra óptica desplegada hasta el hogar de Europa y la economía digital ya supone —estima la patronal tecnológica DigitalES— el 5,6% de su PIB. Sin hacer ruido, el cloud resulta omnipresente. Es el gran impulsor de la movilidad empresarial. Facilita, por ejemplo, compartir todo tipo de archivos, guardarlos, enviarlos y modificarlos con otras personas en cualquier momento y desde cualquier dispositivo. Y el precio dejó de ser una barrera. "El coste de acceso a estas plataformas se ha reducido tanto que permite entrar a jugar a pequeñas empresas que antes no se podían permitir las inversiones que exigían las infraestructuras dedicadas en propiedad", apunta José Ignacio Aguillo, responsable de la Práctica de Arquitectura y Tecnologías Emergentes de Minsait, filial de Indra. Sistemas eficientes Impulsado por esta dinámica, la inversión en infraestructura cloud ha crecido —cuenta la consultora IDC Research— en España a un ritmo cercano al 10%. Y este sistema de almacenamiento y datos compartidos es clave para las empresas emergentes. El diálogo entre el ensayo y el error (o el acierto) es más simple. "Gracias a las infraestructuras en la 'nube', las inversiones necesarias para probar si un prototipo (lo que se llama PMV, producto mínimo viable) tiene viabilidad en el mercado y merece la pena seguir invirtiendo en él han caído drásticamente", narra Luis Domínguez, director general en España de la insurtech (nuevas tecnologías aplicadas a los seguros) Yolo. Todo esto que ahora suena revolucionario lo descubrió, "casi por casualidad", Amazon. Porque su modelo es de mucho volumen, escaso margen y la cuenta de resultados depende, recuerda Luis Domínguez, de "arañar eficiencias". Y ningún lugar mejor que la 'nube'. "El cloud ya está teniendo un impacto real en el país, haciendo posible que empresas de cualquier tamaño puedan innovar, lanzar nuevos servicios de manera rápida y competir a escala global", refrenda Carlos Sanchiz, mánager de arquitectura de soluciones en AWS. Por eso, España quiere llenar su cielo de 'nubes' públicas y privadas. De momento, Amazon y Microsoft han anunciado que abrirán nuevos centros de datos para ofrecer servicios de cloud computing. Microsoft utilizará la infraestructura de Telefónica y ambas compañías quieren llegar a "organizaciones de todos los tamaños y sectores". Las instalaciones estarán, en principio, situadas en la Comunidad de Madrid. Mientras, Amazon construirá tres espacios tecnológicos en Aragón (Huesca, Villanueva de Gállego y El Burgo de Ebro). Una puerta abierta a las tecnologías 5G y a la industria 4.0. Porque nadie quiere llevar una mano perdedora en esta partida. Harish Grama, director mundial de IBM Public Cloud, reconocía en febrero que "estudia invertir en centros de datos en España". Un mes antes, la tecnológica estadounidense cerraba un acuerdo con el Banco Sabadell por 10 años para desarrollar su potencial en la 'nube'. "Lo apasionante es ver dónde se instalarán esas infraestructuras, porque todo el mundo competirá por ellas. Van a mandar los climas fríos (reduce el gasto energético en refrigeración), los países que tengan redes eléctricas verdes y con escasas barreras administrativas", prevé el tecnólogo Enrique Dans. España puede encajar, al menos en parte, en esa guía para el comerciante de 'nubes'. Durante la crisis sanitaria, las plataformas han demostrado su destreza para asumir una mayor carga de trabajo. "Más de la mitad de las infraestructuras cloud contratadas en España están relacionadas con el aumento de la capacidad de proceso", ahonda Pablo Rovira, de la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI). Tormenta de cambios Solo hay una economía y un planeta, y son digitales. La consultora tecnológica IDC Research prevé que la Global DataSphere (un parámetro que mide el volumen de datos creados en el mundo en un año concreto) crezca en 2025 hasta los 163 zettabytes. Un billón de gigabytes. Un volumen que suena igual de inabarcable que un océano sin orilla. Gestionar, aunque solo sea un segmento de esta información, resulta un reto colosal. Pero los pasos empiezan a sonar en el pasillo. "Gran parte de las empresas en España ya han comenzado a migrar servicios a la nube, como los relacionados con el puesto de trabajo o las aplicaciones de gestión de clientes (CRM, en sus siglas en inglés)", analiza Javier Sanz, managing director de cloud de Accenture. Sin embargo, aún falta mayor ambición. Urge, por ejemplo, comprender que resulta muy difícil que una compañía pueda por sí sola crear la Inteligencia Artificial (AI) o el machine learning que aporta el cloud. Mientras, al fondo, se escucha el tic-tac. "En España, la mayoría de los gastos en Tecnologías de la Información (TI) todavía corresponden a las partidas habituales: data-center o seguridad. Pero no cloud, big data o analytics", advierte Javier Sanz. Las nubes deben descargar una lluvia fina que precipite más cambios. regina |
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