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Donald Trump, un presidente en minoría frente al coronavirus


2020-05-15

Pablo Ximénez de Sandoval, El País

La crisis del coronavirus en Estados Unidos está dejando al aire las heridas políticas del país, acentuadas por la gestión de Donald Trump. Pero si la división entre republicanos y demócratas ha alcanzado niveles inauditos, las medidas sanitarias generan un consenso también raro en estos tiempos. Una encuesta recurrente que se realiza semana a semana revela que el presidente Donald Trump está desconectado de la mayoría de los norteamericanos cuando pone en duda la ciencia o las órdenes de cuarentena. No se pueden sacar conclusiones en una situación tan volátil, pero gestionar en contra del sentido común, en general, no pinta bien para Trump.

El máximo responsable de la salud y la economía de EE UU ha puesto en duda las órdenes de cuarentena de ciudades, condados y estados. Lógicamente, es el que más impacto mediático tiene. Pero ¿a quién representa? No ha habido muchos intentos de poner cifras a la confusión entre política y medidas sanitarias que vive Estados Unidos desde marzo. Una aproximación se puede encontrar en la encuesta semanal Nationscape, realizada por el centro de estudios Democracy Fund Voter Study Group y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), que revela que más del 90% de los norteamericanos se declara preocupado por la pandemia.

Esa cifra es algo distinta entre los que se declaran republicanos (el 46% muy preocupados y el 38% “algo” preocupados), y los demócratas (69% muy preocupados). Aun sí, revela una amplísima mayoría de consenso a la que comentarios como la recomendación de inyectarse desinfectante, o ver al presidente negarse tozudamente a llevar mascarilla en cualquier situación, puede no hacerles ninguna gracia.

En este sentido, uno de los puntos más interesantes de la encuesta es la aprobación del trabajo de Trump al frente de la crisis. En la semana del 19 al 25 de marzo, cuando la encuesta comenzó a preguntar por el coronavirus, el 59% de los encuestados aprobaba en algún grado la gestión de Trump. La cifra se ha reducido al 42% hasta el 6 de mayo. Más revelador es el dato entre los republicanos. Hace dos meses, el 89% apoyaba en cierto grado la gestión de Trump (un 58%, “completamente”). La semana pasada se había erosionado 10 puntos, hasta el 79%. Entre los que se declaran independientes, la actitud positiva sobre la gestión de Trump se ha desplomado del 59% al 32%.

“El sentido común nos dice que la recesión económica es mala para el que está en cargo”, argumenta por teléfono Robert Griffin, director del estudio. “La gente siempre culpa al que gobierna. Creo que hay buenas razones para pensar que el efecto no será muy grande, porque Estados Unidos está muy polarizado y la gente no se sale de sus creencias. Pero que sea un efecto pequeño no significa que no tenga efecto. La historia nos dice que esto será malo para el presidente”. Trump sacó 2,8 millones de votos menos que su rival en 2016 y ganó la presidencia por unas decenas de miles de votos en cuatro estados clave.

La serie del proyecto Nationscape comenzó en 2018 tratando de encontrar actitudes en los norteamericanos que explicaran un poco mejor la forma en que votan. Si algo habían demostrado las encuestas de 2016 era que preguntar por la intención de voto a secas se dejaba fuera del cuadro ciertas opiniones que explican las motivaciones de la gente. Nadie supo ver que el odio a Hillary Clinton era tan intenso. Nadie supo ver que a los republicanos les daban igual las astracanadas de Donald Trump a la hora de votar, por mucho que se indignaran en público. “Se trataba de cubrir los huecos que hubo en las encuesta entre las actitudes de la gente y la forma en que votan”, explica Griffin. La encuesta realiza 6.250 entrevistas a la semana con vistas a las elecciones de noviembre. Lleva 500,000 respuestas.

Hace dos meses, cambió todo. También las encuestas. EE UU ya no estaba en campaña, sino en guerra. Desde marzo, Nationscape empezó a medir semanalmente la actitud de los norteamericanos sobre las medidas contra el coronavirus. Griffin no se atreve a trazar aún las consecuencias de esto en noviembre. “La política norteamericana nos está sorprendiendo desde hace dos años”, comenta Griffin. “Pero esto es una escala nueva. Lo comparamos con la Segunda Guerra Mundial o la Gran Depresión. Es monumental, es un evento que define una era”, por lo que no se pueden sacar conclusiones de los manuales de campaña. Nadie puede anticipar, por ejemplo, la respuesta de los norteamericanos a una segunda oleada en otoño, en plenas elecciones.

En los informativos se ven solo dos focos de oposición a las medidas de cuarentena: pequeños grupos armados y la sala de prensa de la Casa Blanca. En medio, está el resto del país. Mientras el presidente tuitea cosas como “¡Liberad Michigan!”, la encuesta revela un masivo apoyo a las medidas locales. El 84% de los republicanos apoya el teletrabajo obligatorio, el 73% el cierre de bares y el 65% las restricciones de viajes, la medida con menos apoyo, aunque ese consenso se está erosionando poco a poco. Más de 36 millones de personas han perdido su empleo en EE UU por estas medidas, pero el apoyo sigue siendo muy robusto.

“La retórica de Trump va a tener un impacto en la forma en que la gente actúa”, concluye Griffin. “Con el tiempo, irá convenciendo a más personas. Pero, en general, cuando dices cosas con las que una gran mayoría de la gente no está de acuerdo, no suele ser bueno políticamente”.

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regina


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