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El mundo debería estar atento a las negociaciones de la deuda argentina
Muchos países no lograrán contener la pandemia si son forzados a pagar deudas públicas insostenibles en moneda extranjera. En este momento, Argentina está inmersa en negociaciones intensas con sus acreedores por una deuda pública de al menos 65,000 millones de dólares. La parte más importante de esa negociación —decisiva para la recuperación económica de Argentina— es la deuda en moneda extranjera, de la cual la mayoría está en dólares y principalmente en manos de extranjeros. El resultado de estas negociaciones es muy importante para los 45 millones de residentes de Argentina, así como para cientos de millones de habitantes de este planeta. Ahora que los ingresos por el intercambio de divisas están cayendo en picada en una recesión mundial, ¿cuánto se invertirá en importaciones esenciales como medicinas o alimentos y cuánto en saldar deudas? Si los gobiernos se ven obligados a usar sus escasas divisas para hacer pagos de deudas públicas insostenibles, no lograrán costear los servicios médicos, las pruebas diagnósticas, el equipo médico y ni siquiera las medidas de “distanciamiento social” para contener la pandemia. Y si la austeridad prolonga o profundiza las crisis económicas, las dificultades para lidiar con la crisis de salud empeorarán. Este es el tipo de decisiones extremas para las que las negociaciones de deuda soberana podrían sentar precedentes en los próximos meses. El Programa Mundial de Alimentos proyecta que el número de personas que estarán al borde de la inanición este año se duplicará de 135 millones a 265 millones de dólares. En 2020 y 2021, tan solo los pagos de la deuda externa pública de los países de ingresos bajos y medianos se dispararán a montos de entre 2,6 y 3,4 billones de dólares. Argentina es uno de los muchos países cuya carga de deuda actual es insostenible. Algunos de los principales acreedores rechazaron la oferta inicial del gobierno, pero sería insensato de su parte obligar a Argentina a incurrir en impago. Esto podría ocurrir el 22 de mayo, cuando expira un periodo de gracia para los pagos de intereses, o antes si las negociaciones fracasan. En su defensa, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido esta realidad por lo menos desde febrero, cuando explicó por qué no le sería posible a Argentina reducir su deuda mediante austeridad presupuestaria. Los economistas del FMI declararon que sería necesaria una “contribución significativa de los acreedores privados” para restablecer la sostenibilidad de la deuda. En otras palabras, los acreedores privados —que poseen el 41 por ciento de la deuda argentina en moneda extranjera— tendrían que recibir pagos menores de los que prometen sus bonos. A sabiendas de lo necesaria que es la recuperación de una economía que ya está en su tercer año de recesión, el FMI realizó a finales de marzo un análisis más detallado de la crisis de endeudamiento de Argentina, en el cual se propuso que no hubiera reducciones presupuestarias durante los próximos cuatro años. Se concluyó que, de 2020 a 2024, el gobierno argentino no sería capaz de hacer ningún pago de deuda a acreedores privados en moneda extranjera. Por consiguiente, el análisis que hizo el FMI de lo que podría ser viable es parecido a lo que propone el presidente argentino, Alberto Fernández. Claro que el FMI también ha recalcado que hay una enorme incertidumbre respecto al futuro cercano y los riesgos negativos, puesto que mucho de lo que pueda suceder tanto con la economía de Argentina como con la de la región y la del mundo depende del curso impredecible de la pandemia del coronavirus. Incluso en Estados Unidos, un país de altos ingresos cuyo banco central actualmente imprime billones de dólares, la pandemia ha provocado pérdidas de empleos y niveles del producto interno bruto que no se habían visto desde hace más de 70 años.
regina |
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