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El Evangelio en la Historia 


2020-06-10

Por Jorge Loring 

"Cada libro es un medio para transmitir fielmente lo que Jesucristo hizo y enseño viviendo entre los hombres". 

Evangelio significa buena noticia. La buena noticia es la venida de Jesús, Salvador de los hombres. La palabra evangelio no significa primeramente un texto, un libro. Sino que, por su etimología y su uso bíblico, designa originariamente un feliz mensaje un anuncio que hace feliz. El Evangelio fue, pues, primeramente la palabra de Jesús.

Nadie había hablado como él. 

Los Evangelios son libros escritos entre los años 40 y 100 por testigos oculares que cuentan lo que vieron y oyeron; o por quienes estuvieron en contacto con testigos presenciales. Dice San Juan: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos... os lo anunciamos». Dice San Lucas: «Muchos se han dedicado a componer un relato de los acontecimientos, tales como nos los han transmitido quienes desde el principio fueron los testigos oculares y los servidores de la palabra».

Las teorías del profesor protestante Rudolph Bultmann , que durante algún tiempo han orientado las interpretaciones de los textos bíblicos del Nuevo Testamento, están hoy desprestigiadas gracias a las investigaciones de los especialistas hebreos. Sobre todo por los trabajos de David Flusser y Geza Vermes, que han llegado a la conclusión que detrás de estas afirmaciones de Bultmann sobre los textos bíblicos había mucha ideología filosófica alemana.

Geza Vermes llega a decir: El mito de Jesús sólo ha existido en algunas mentes alemanas. Los estudios históricos del judaísmo del siglo I, permiten rescatar nuevos aspectos del Jesús histórico.

Sin embargo la oposición a las teorías de Bultmann comenzó entre sus mismos discípulos, como son Ernst Käsemann y Günther Bornkann.

El Concilio Vaticano II afirma la historicidad de los Evangelios : «La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree, que los cuatro Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente».

La historicidad de los Evangelios, además de ser clara para los críticos, es para los católicos una verdad de fe divina y católica.

San Ireneo , nacido en Asia Menor, que llegó a ser Obispo de Lyon y había sido discípulo de San Policarpo en Esmirna, y éste del evangelista San Juan , es decir, que es una de las figuras más representativas del siglo II, dice: «Mateo publicó un Evangelio escrito para los hebreos y en su lengua... ; Marcos, discípulo de San Pedro , nos transmitió también por escrito las cosas predicadas por Pedro ; Lucas , discípulo de Pablo , puso en forma de libro el Evangelio predicado por su maestro. Más tarde, Juan, discípulo del Señor... también publicó un Evangelio durante su estancia en éfeso» (311).

Tenemos otros dos documentos del siglo II: Papías dice que Mateo escribió su Evangelio en hebreo, y que Marcos fue intérprete de la evangelización de Pedro.

El otro documento es el Canon de Muratori en el que se habla de San Lucas como autor del tercer Evangelio, y de San Juan como del cuarto.

El P. Vaccari, S.I., especialista de la Biblia, de talla internacional, afirma que hasta la campaña de los protestantes racionalistas del siglo pasado, nadie había dudado de que los Evangelios fueran de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

El Dr. John A.T. Robinson, Catedrático en Cambridge, ha publicado en 1977 un libro titulado «Redating the New Testament», donde afirma que todos los libros del Nuevo Testamento exceptuando a San Juan , se escribieron antes del año 70, y que los nombres de los autores Mateo y Juan corresponden a los Apóstoles de Jesús. Marcos y Lucas estuvieron en contacto directo e inmediato con los testigos, y manejaron documentos de contemporáneos. Dice San Lucas que él escribe su Evangelio «después de haber investigado todo diligentemente desde los orígenes».

Además, estos libros se escribieron para contemporáneos de Jesús. Los hechos que narran eran conocidos de todos; bien por haberlos visto personalmente, bien por haberlos oído a quienes los vieron. No pudieron, por lo tanto, desfigurar nada de la realidad. En este caso hubieran sido desmentidos, y no hay huella alguna de rectificaciones.

Si los evangelistas hubieran dicho lo que no es verdad, sus Evangelios hubieran sido rechazados por aquella generación que era testigo de los hechos. No existe ningún documento que muestre este rechazo.

En cambio los Evangelios Apócrifos, que carecen de rigor histórico, fueron comúnmente rechazados. Son relatos fantasiosos e inverosímiles. Contienen errores en la geografía de Palestina, y les falta fidelidad al marco histórico.

Los Evangelios falsarios llamados Evangelios Apócrifos nunca han sido aceptados por la Iglesia, por no estar contenidos en el «Canon de Muratori» que es una lista de los libros inspirados que hizo la Iglesia en el siglo II.

Los datos que dan los Evangelios sobre la geografía del país, situación política y religiosa, y sobre las costumbres, concuerdan con lo que sabemos de todo esto por otras fuentes.

Además, los evangelistas murieron por defender la verdad de lo que decían; y nadie da su vida por lo que sabe que es mentira.

Aparte de que como están inspirados por Dios no pueden equivocarse ni mentir. El Concilio Vaticano II dice que la Biblia entera está inspirada por Dios. Y San Pablo: «La Escritura está inspirada por Dios». 

Por otra parte, los cuatro Evangelios narran los mismos hechos, coincidiendo en lo fundamental y diferenciándose en lo accidental. Si cada uno por su lado se hubiera propuesto engañar, no hubieran coincidido tanto; y si se hubieran puesto de acuerdo para engañar, se hubieran evitado las diferencias llamativas. 

Cada uno ha narrado sinceramente los hechos recogiendo los detalles que a él más le habían impresionado. Cada evangelista hizo su selección de materiales y acontecimientos, e incluso la sucesión de los hechos, según su finalidad catequética.

Cada evangelista presenta desde un ángulo de visión personal la figura y doctrina de Jesús. El Evangelio de Mateo, dirigido a una comunidad cristiana proveniente del judaísmo y el Evangelio de Lucas dirigido a una comunidad proveniente de la gentilidad, muestran enfoque diverso.

Los Evangelios ofrecen diferencias debidas a que no siempre citan textualmente las palabras de Jesús, ni cuentan las cosas con la exactitud rigurosa que exigimos modernamente. Cada uno cuenta lo que recuerda a su modo, según su propio estilo: unos se limitan a lo esencial, otros se extienden más en los detalles, sin destacar claramente los elementos esenciales; unos tienen una narración más abstracta, otros más concreta o popular, etc. Varía mucho la narración de un hecho según la psicología del narrador, de su modo de observar, de su memoria, de su imaginación, de su carácter y del auditorio al que se dirige. Teniendo en cuenta que no se trata de observadores o narradores de psicología occidental y moderna de hoy día, sino de un mundo antiguo, de cultura y mentalidad muy simple, en que domina más el elemento imaginativo. Pero como son libros inspirados, todo lo que dicen tiene la aprobación de Dios, que respeta la peculiaridad del escritor-instrumento, y no le dicta como a un mecanógrafo las cosasque tiene que decir, sino que respeta su modo de hablar, y tan sólo le detiene ante el error.

El Evangelio de San Mateo se escribe para los judíos, por eso se insiste en que Jesús es el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento.

El Evangelio de San Marcos refleja la catequesis en Roma de San Pedro a quien acompañaba; por eso explica muchas costumbres y tradiciones judías a los que no lo son.

El Evangelio de San Lucas se escribe para comunidades de cristianos de mentalidad griega, procedentes del paganismo, por eso se insiste en que Jesús es el Salvador.

El Evangelio de San Juan es el último que se escribe. Por eso completa a los otros tres, que se parecen mucho entre sí (por eso se llaman sinópticos), y cuenta cosas que los otros omitieron. Se centra en la persona de Jesús, y es el más teológico de los cuatro.


 



regina


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