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“Cualquier cosa es mejor que escuchar los ecos de un estadio en silencio”


2020-06-18

Por Andrew Keh, The New York Times

Esperamos que las ovaciones por este artículo no sean simuladas

La mayoría de los eventos deportivos que han regresado durante la pandemia no permiten fanáticos en los estadios, lo que ha llevado a las ligas y las cadenas de televisión a usar sonidos falsos de multitudes… para bien o para mal.

Andy Phillips, un fanático de fútbol de Kent, Inglaterra, tiene una expectativa modesta de los juegos que ve en la televisión: que lo que ve y escucha sea real y esté sucediendo.

La pandemia del coronavirus lo ha complicado.

Al ver un partido del fútbol alemán en casa, la tarde de un fin de semana reciente, Phillips, de 53 años, estaba “horrorizado” al descubrir que el canal de televisión había incluido un ruido artificial de multitud sobre el de la transmisión en vivo desde el estadio, que había sido cerrado a los espectadores debido a la pandemia y, por lo tanto, estaba bastante silencioso.

Escuchó, “psicológicamente molesto”, mientras la falsa multitud vitoreaba los goles, abucheaba las faltas groseras y zumbaba con anticipación cuando el balón se acercaba al área de penal.

“Fue horrendo, para ser honesto”, dijo. “No porque no disfrute el sonido de una multitud, sino por el hecho de que era falso”.

A medida que los deportes profesionales han regresado de puntillas al campo de juego, los funcionarios de las ligas y los ejecutivos de televisión alrededor del mundo parecen haber llegado a un consenso: que los eventos deportivos sin el acompañamiento del sonido de una multitud son simplemente demasiado discordantes, demasiado ajenos y demasiado aburridos para que el fanático típico los soporte.

Y entonces, las pistas de audio de multitudes pregrabadas se han convertido rápidamente en la solución para las presentaciones en vivo de deportes tan dispares como el fútbol húngaro, el béisbol surcoreano y el rugby australiano.

Por cada fanático como Phillips, quien cree que aceptar el artificio auditivo es bizarro y existencialmente preocupante —“¿Quién necesita gente en el estadio cuando tú creas tu propia atmósfera?”, dijo— también están aquellos a quienes el ruido simulado les proporciona sentimientos de comodidad y normalidad.

“Cualquier cosa es mejor que escuchar los ecos de un estadio en silencio”, dijo Hunter Fauci, de 24 años, de Highlands, Nueva York, integrante del club estadounidense de fanáticos del equipo alemán Borussia Mönchengladbach, quien aprecia el ruido artificial. “El silencio deprimiría a muchos fanáticos”.

Esos trucos de prestidigitación sonoros, entonces, pueden ser divisivos. Pero están a punto de volverse aún más prominentes en las próximas semanas, a medida que otras ligas mayores vuelven a la competencia.

Por ejemplo, Joe Buck, el narrador de Fox Sports, dijo el mes pasado en la radio SiriusXM que era “casi un hecho” que la NFL usaría el ruido artificial de fanáticos para sus transmisiones en vivo este año si los juegos se disputan en estadios vacíos.

Cuando regrese esta semana, la Premier League de Inglaterra ofrecerá a los espectadores el ruido simulado de la multitud con la ayuda de la serie de videojuegos de fútbol FIFA de Electronic Arts. (Si bien las audiencias en los países de origen de la Premier League y de la Bundesliga tienen la opción de cambiar entre las transmisiones de audios y unos canales paralelos, los televidentes en Estados Unidos que vean NBC o Fox tendrán el sonido añadido como predeterminado para esas ligas).

La Liga española regresó la semana pasada, también con sonidos virtuales de estadio prestados del juego FIFA. Del mismo modo, The Athletic informó a principios de este mes que la NBA ha discutido la posibilidad de usar audios del videojuego NBA 2K para animar sus propias transmisiones.

Las reacciones a tener la quietud de la vida real ahogada por ruido prefabricado han variado desde ansiedad distópica hasta la resignación o el alivio.

Hace 20 años, la cadena de televisión CBS generó críticas cuando usó sonidos grabados de la naturaleza para alegrar la transmisión de los campeonatos de golf de la PGA; los expertos aviarios notaron algunos cantos de pájaros no originarios del lugar de la competencia que salían de sus altavoces. Pero las circunstancias de hoy parecen haber creado un ambiente más acogedor para la experimentación.

“Estamos más o menos en un modo de probar cualquier cosa”, dijo Bob Costas, un experimentado locutor deportivo. “Simplemente no quieres que suene como las risas grabadas de una mala comedia de los años sesenta”.

Pero la risa enlatada de la vieja escuela puede ser el punto de referencia más apropiado para lo que está ocurriendo ahora.

Alessandro Reitano, vicepresidente de producción deportiva en Sky Alemania, dijo que el objetivo de la iniciativa del “audio mejorado” de la Bundesliga fue “olvidar un poco que estás viendo un estadio vacío” —un esfuerzo que también ha involucrado el aumento del uso de ángulos de cámara de primer plano— y elevar la atmósfera más allá de la sensación de “niños que juegan en el parque”.

Los espectadores, de esta manera, podrían sumergirse de nuevo en la narrativa de un juego. Las emociones pueden ser estimuladas.

Aún así, los funcionarios de la Bundesliga dudaban sobre el proyecto. Los fanáticos de Alemania se enorgullecen especialmente en la calidad orgánica y democrática de los deportes en el país, y en los últimos años cualquier cosa que aparente desestimar la importancia del público en vivo, especialmente al servicio de la televisión, ha provocado una reacción violenta.

Pero debido a las circunstancias sin precedentes, la liga se adelantó al elaborar un sistema patentado en el que una caja de resonancia con más de una docena de muestras de audio cuidadosamente seleccionadas —tan específicas como aplausos nerviosos in crescendo mientras un equipo busca el gol del empate o abucheos vigorosos para una falta anulada por una revisión de video— se encuentran a disposición de un operador que mira desde un estudio en Múnich.

“Tienen este sentido imaginado de lo que debería ser el espectáculo y la manera en la que debería experimentarlo el consumidor. Manipulan las representaciones del mismo para producirlo para el consumidor, y eso es solo elevado a la enésima potencia”, dijo David Andrews, profesor de cultura deportiva de la Universidad de Maryland, sobre la decisión de las ligas y las cadenas de televisión. “Baudrillard se habría vuelto loco con esto”.

Jean Baudrillard, el teórico francés, postuló que las experiencias simuladas estaban reemplazando a la vida real en la sociedad postindustrial.

Él describió una cultura saturada de medios que avanza hacia el reino de lo que él y otros críticos llamaron hiperrealidad, un estado donde lo simulado puede ser más prominente que lo auténtico y donde las imágenes y las copias pueden ser consideradas más reales que la vida real.

(También valdría la pena recordar que Baudrillard una vez describió a Disneyland como “un modelo perfecto de todas las órdenes de simulación entrelazadas”, una representación fantástica de una imagen idealizada de la vida estadounidense, a medida que la NBA y la Major League Soccer concluyen sus planes para reanudar sus temporadas este verano en Disney World).

“Podemos observar los deportes y ver qué tan cerca nos estamos acercando a ese modelo”, dijo Richard Giulianotti, sociólogo deportivo en la Universidad de Loughborough en Inglaterra.

Una vez, hace mucho tiempo, ver un juego en la televisión se sentía como escuchar a escondidas una fiesta que ocurría en algún lugar lejano. Ahora los juegos se adaptan específicamente como espectáculos hechos para la televisión y las pantallas —en tu sala, en tu teléfono— es en donde está la acción.

Abundan los ejemplos del largo viaje de los deportes hacia la hiperrealidad: pantallas electrónicas que instruyen a los fanáticos a animar; suites de lujo que recrean la sensación de estar en una sala dentro del estadio; la reproducción instantánea y los sistemas de arbitraje asistidos por video; zonas de ataque digitales y marcadores brillantes de los primeros intentos en el fútbol americano; deportes electrónicos.

Si esto es algo bueno o malo, queda en manos del observador decidirlo.

Hace dos meses, Ross Hawkins, de 44 años, un desarrollador de software de Auckland, Nueva Zelanda, se sentó a ver WrestleMania 36, un evento profesional de lucha, que este año se llevó a cabo sin fanáticos.

La ausencia del ruido de la multitud, dijo, “mató al deporte” para él.

Varias semanas después, Hawkins encendió la televisión para ver la Liga Nacional de Rugby de Australia, que reinició actividades más tarde ese mes con sonidos enlatados de multitud. El suave zumbido de la multitud falsa se apoderó de él, y su mente se sintió repentinamente a gusto. Se olvidó de que el mundo había sido puesto de cabeza por un virus. Pudo disfrutar del deporte.

“Como una persona razonablemente inteligente, sabía que era falso, y no esperaba que hiciera tanta diferencia, pero lo hizo”, dijo Hawkins. “Se siente como si el cerebro clamara por algo de normalidad en 2020”.

Andrew Keh es un reportero de deportes en Nueva York que cubre los Juegos Olímpicos. Anteriormente fue corresponsal internacional 


 



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