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Piratas en el golfo de México: los ataques marítimos aumentan


2020-06-19

Por Kirk Semple, The New York Times

Se han registrado decenas de ataques en aguas mexicanas, lo que desborda los esfuerzos de las sobrecargadas fuerzas de seguridad del país y enciende las alarmas en Estados Unidos.

Los piratas salieron de la oscuridad, saltaron a bordo de un buque de suministro con bandera italiana cerca de la costa mexicana. Con las armas desenfundadas, los ocho atacantes trabajaron rápidamente, tomaron como rehenes a los miembros de la tripulación mientras saqueaban la embarcación y se llevaban pertenencias personales y equipo.

Hubo disparos, según la Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos, y un video de seguridad mostró a un pirata que gesticulaba de manera violenta con una pistola antes de que los asaltantes se alejaran a toda velocidad con su botín.

El ataque en abril fue parte de un aumento de la piratería en el sur del golfo de México que generó una alerta de seguridad de parte del gobierno de Estados Unidos el miércoles 17.

Ha habido una gran cantidad de ataques, robos y otros actos criminales en el área durante los últimos años, de acuerdo con la Secretaría de Marina de México. Otros cálculos sugieren que el número podría ser mucho mayor.

Los ataques —principalmente a embarcaciones y a plataformas de alta mar asociadas con la industria del petróleo mexicano— añaden otra pesada carga a las agobiadas fuerzas de seguridad mexicanas y amenazan con enfriar los deseos de inversión extranjera en el sector petrolero de México.

El miércoles, el gobierno de Estados Unidos emitió una alerta de seguridad especial sobre el peligro de piratas en aguas mexicanas del golfo, particularmente en una vasta zona marítima llamada bahía de Campeche —conocida también, principalmente en México, como la sonda de Campeche—, donde los pozos petroleros de alta mar están concentrados.

“Se sabe que grupos criminales armados eligen y roban a embarcaciones comerciales, plataformas petroleras y navíos de suministro de alta mar”, dijo la alerta.

Los piratas no solo han robado dinero, celulares, computadoras y otros objetos valiosos a los miembros de la tripulación, sino que también se han llevado de las embarcaciones y las plataformas petroleras objetos de precios elevados para venderlos en los prósperos mercados negros de la región, incluyendo equipo sofisticado de comunicación y navegación, combustible, motores, tanques de oxígeno, material de construcción y, en varios casos, las luces del área de aterrizaje para helicópteros.

Si bien el fuerte aumento de los ataques en la bahía de Campeche en los últimos tres años y medio parece haber tomado por sorpresa a la industria marítima y al gobierno mexicano, esta piratería moderna tiene antecedentes históricos en la región.

Del siglo XVI al XIX, corsarios, piratas y bucaneros merodeaban por las aguas de la península de Yucatán, y atacaban buques mercantes españoles que transportaban mercancías hacia España, en particular plata desde el interior de México y la actual Bolivia, dijo Antonio García de León, quien escribió un libro sobre la historia de la piratería en el golfo.

En décadas recientes, las aguas territoriales de México en el golfo estuvieron en gran medida libres del tipo de piratería que afectó a zonas de gran incidencia criminal como las aguas cercanas a la costa de Somalia y los muy congestionados mares del sureste asiático, dijeron los funcionarios.

No obstante, algo cambió en 2017, según los servidores públicos. Ese año, hubo al menos 19 asaltos exitosos o intentos de asalto o robo en plataformas petroleras, buques de suministro y botes pesqueros en la bahía de Campeche, un aumento en comparación con los escasos cuatro en 2016 y uno en 2015, de acuerdo con la Secretaría de Marina de México (SEMAR).

En 2018, según registros de la secretaría, hubo 16 episodios similares en la bahía de Campeche. Otros 20 se registraron el año pasado y 19 en lo que va de 2020, según la secretaría.

No obstante, estas cifras son casi con certeza subregistros, según afirman los expertos marítimos.

La Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos dijo que de manera global “muchos incidentes” de piratería no son reportados por una variedad de razones, incluida la de un deseo de evitar notificar a una aseguradora o eludir una investigación de las autoridades.

La Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte, que representa a los marineros, estima que hubo alrededor de 180 robos y asaltos en la bahía de Campeche tan solo el año pasado. Enrique Lozano Díaz, el inspector de la federación para el golfo de México, dijo que el cálculo estuvo basado en recuentos de navegantes, coberturas informativas locales y llamadas de emergencia a través de la radio de las embarcaciones en el momento en que fueron atacadas.

El aumento repentino del crimen en la bahía de Campeche se produjo cuando el gobierno mexicano ha tratado, sin mucho efecto, detener la creciente violencia en el país.

La escalada también se sumó a un crecimiento en la inversión extranjera en el sector petrolero mexicano después de que las reformas radicales de 2013 permitieran al gobierno subastar los derechos de exploración y producción a empresas propiedad de inversores.

Ahora más de 200 plataformas petroleras salpican la bahía de Campeche, fuente de la mayor parte del petróleo de México. Cientos de embarcaciones cruzan la bahía transportando suministros y trabajadores desde y hacia las plataformas. Los analistas dijeron que más exploración y más actividad han generado más oportunidades para los delincuentes.

La piratería y el robo en el mar son “vistos como una oportunidad de crecimiento para las organizaciones criminales internacionales”, dijo Rockford Weitz, director de estudios marítimos en la Escuela Fletcher de la Universidad de Tufts. “Con el tipo de problemas económicos que estamos viendo a nivel mundial, lo más probable es que aumente”.

Los piratas —armados con rifles de asalto, escopetas y otras armas— suelen moverse en grupos pequeños de entre cinco y quince personas y atacan por la noche, pues usan las luces de las naves y de las plataformas para guiarse, de acuerdo con funcionarios estadounidenses y mexicanos.

Viajan en botes pequeños que a menudo parecen barcos pesqueros locales, pero están equipados con poderosos motores fuera de borda que les permiten sorprender a su presa y escapar antes de que las fuerzas de seguridad del gobierno puedan responder.

“Están muy conscientes del tiempo de reacción y de la carencia de recursos de la SEMAR para combatir este crimen”, dijo Lee Oughton, director de operaciones de Fortress Risk Management, una consultora de seguridad con sede en México, en referencia a la Marina mexicana. “Los malhechores saben que los recursos están agotados y que frente a la costa son particularmente vulnerables”.

El ataque al buque de suministro con bandera italiana en abril, en el cual nadie resultó herido, fue uno de al menos seis ataques ese mes en la bahía de Campeche, de acuerdo con documentos de los gobiernos mexicano y estadounidense, y representantes de los marinos mercantes mexicanos.

Entre los otros objetivos estaban embarcaciones registradas en Gibraltar, Dinamarca, Panamá y los Emiratos Árabes Unidos, dijeron los funcionarios. En dos casos, los capitanes de los buques frustraron los ataques, pero en los otros casos, los piratas lograron abordar y robar equipos y otros objetos de valor antes de escapar.

Para el buque de la bandera italiana, el Remas, fue la segunda vez en cinco meses. En noviembre, hombres armados abordaron a la fuerza el barco en la bahía de Campeche e hirieron a dos miembros de la tripulación, incluido uno que recibió un disparo y requirió ser evacuado por la Marina. Las llamadas y los correos electrónicos en busca de comentarios del dueño del barco, la compañía italiana Micoperi, no fueron contestados.

Pocos arrestos han ocurrido en relación con cualquiera de estos ataques piratas en años recientes.

“Hay impunidad”, dijo Antonio Rodríguez Fritz, representante de la Orden de Capitanes y Pilotos Navales de la República Mexicana, Similares y Conexos, un sindicato de marinos mercantes en México. Los criminales, continuó, “evidentemente saben que pueden seguir cometiendo crímenes”.

Líderes de los marinos mercantes de México han implorado al gobierno que haga mayores esfuerzos para controlar la situación en la bahía de Campeche.

El gobierno mexicano ha reconocido el problema y ha emprendido medidas para fortalecer sus capacidades antipiratería, particularmente desde la oleada de ataques en abril.

En semanas recientes, la Marina ha aumentado su vigilancia, reforzado los patrullajes en la bahía y proporcionado un fondeadero resguardado en alta mar para embarcaciones que no atraquen en los puertos.

Estos esfuerzos parecen tener algún efecto: la secretaría dijo que no ha recibido reportes confirmados de robos en la bahía de Campeche este mes y que recibió tres el mes pasado.

No obstante, expertos de la industria expresan que es demasiado pronto para afirmar que el declive se sostendrá o si los criminales simplemente se adaptarán a las nuevas estrategias del gobierno.

“Creo que los atracadores —los piratas modernos, como los llamamos— están ajustándose a cómo la Marina está operando”, dijo Lozano, de la federación de trabajadores del transporte.

Los funcionarios del gobierno también han atribuido parte de la culpa del aumento de la criminalidad a los marinos mercantes y otros trabajadores civiles en barcos y plataformas, e insisten que algunos ataques se han beneficiado de la ayuda interna de miembros de la tripulación.

“Hay colusión”, dijo el almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina de México, en una conferencia de prensa en abril.

Esa afirmación enfureció a los marinos mercantes.

En una carta a Ojeda Durán, los representantes de diez organizaciones marítimas exigieron una disculpa y volvieron la acusación contra el propio gobierno, al sugerir que si hubiera alguna colusión, sería entre los elementos bajo el comando de la Marina.

“Siempre llegan tarde a las llamadas de auxilio”, decía la carta. “Somos las víctimas por la negligencia en la vigilancia de dicha zona”.


 



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