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Brasil y México avanzan en el desconfinamiento mientras las cifras de muertos no paran de crecer


2020-06-22

Carmen Morán Breña, El País

Brasil supera la marca oficial de 50,000 muertes por coronavirus este domingo aunque empieza a doblarse la curva de contagios en casi todos los 27 Estados. Solo Espírito Santo, al sureste, y Paraíba, nordeste del país, mantienen una tendencia al alza, según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Sanidad. México, el segundo país en población de Latinoamérica, también ha rebasado una cifra simbólica, la de los 20,000 fallecimientos: el último reporte cuenta 21.825 muertes y un alto número de contagios y sospechosos que indican que la pandemia está lejos de remitir aún. Como en Brasil, dos Estados están sufriendo especialmente la virulencia del coronavirus, el Estado de México y la Ciudad de México, donde se da el mayor número de casos y la más alta ocupación hospitalaria.

En un país marcado por una Administración errática, una de las más polémicas del mundo con relación a la crisis sanitaria, y que ha visto caer en este tiempo dos ministros de Salud, los medios de comunicación de Brasil se han aliado para reunir las cifras más ajustadas, y ya este sábado, cuando el Gobierno de Jair Bolsonaro contaba menos de 50,000 fallecidos, un consorcio de periódicos, que extrae la información directamente de cada Estado, hablaba de 50.058.

Desconcertante es también la información que ofrece a diario el Gobierno de México, máxime desde que se conoció que la cifra de decesos que se reporta cada día acumula casos de semanas precedentes, por tanto, dificulta atisbar tanto el presente como el devenir de la epidemia. Aunque en el país norteamericano no se han dado las peligrosas extravagancias del líder brasileño para combatir la crisis sanitaria, las medidas aplicadas son laxas y prácticamente descansan en la voluntad y responsabilidad de los ciudadanos. Hace ya 21 días que México entró en la fase de la nueva normalidad, es decir, presentó las medidas para ir desandando el confinamiento. Se criticó entonces la precocidad para anunciar la desescalada cuando los contagios seguían a un ritmo muy alto. Y aún hoy se confirma la premura de aquella medida: 15 Estados de los 32 siguen en color rojo, es decir, alto riesgo y el resto en naranja, un escalón abajo. Ninguno ha logrado aún el color amarillo y mucho menos el verde, que daría paso a una vida completamente normal, incluso con las escuelas abiertas.

La Ciudad y el Estado de México, que suponen la mitad de la pandemia por el número de casos y de habitantes, son una buena muestra de la errática situación, así como del cansancio y el desconcierto de la población. Cuando el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, sale cada día mostrando qué se puede hacer y qué no en los Estados de alto riesgo, basta salir a la calle a dar un paseo para ver que todo se cumple a la mitad. Dicen que los bares no pueden abrir, pero los hay abiertos y dando comidas, por ejemplo. Y hay negocios de todo tipo que han ido abriendo en los últimos días. Por tanto, la situación en la calle y la que muestran en la televisión es bien distinta. Y eso mismo ha pasado durante toda la pandemia. De una punta a otra del país, cada quien ha actuado y actúa a su manera.

En Brasil, el boletín epidemiológico señala, a su vez, un escenario de estabilidad que parece distante y que requiere que se interprete con toda la precaución posible. “Parece que la mayoría de los Estados muestran una tendencia a reducir o estabilizar los contagios, aunque es muy prematuro decir que esta tendencia continuará en las próximas semanas, con la excepción de Paraíba y Espírito Santo, donde siguen creciendo tanto los contagios como las muertes”, según el Gobierno.

Los próximos capítulos de la epidemia en Brasil son impredecibles, cuando el país ya suma más de un millón de casos. Por un lado, el invierno puede empeorar el contagio en las regiones sur y sudeste, donde las temperaturas suelen bajar en esta época del año y las enfermedades respiratorias, como la covid-19, se propagan más fácilmente. Por otro lado, existe el impacto aún impredecible de la desescalada en los Estados y las incertidumbres que todavía rodean el comportamiento del coronavirus.

Curitiba, en el Estado de Paraná, retomó las actividades económicas en mayo debido a los buenos números que presentaba. Pero en un mes vio cómo se cuadruplicaban los contagios y se echó atrás. El pasado lunes, el Gobierno de Paraná decidió restringir incluso la venta de bebidas alcohólicas y limitar el horario de apertura del comercio para intentar frenar la ola de contagios. Las nuevas reglas valdrán durante al menos dos semanas.

La ciudad de Manaos, capital del Estado del Amazonas, fue uno de los principales focos de la epidemia al comienzo de la crisis y su sistema sanitario llegó a colapsarse. Hoy la ocupación de las UCI está por debajo del 70%. A lo largo de las semanas, se estabilizó el número de nuevos contagios y ahora proceden a cerrar un hospital de campaña y tiendas que se improvisaron para recibir a los pacientes es un primer momento. Pero un nuevo aumento de casos en los últimos días ha puesto a la capital en alerta otra vez.

En México pasarán meses, seguramente, hasta que se tenga un dato fiable del número de víctimas que ha dejado la covid-19, pero sí puede decirse que los hospitales no han vivido desbordamientos tan dramáticos como en otros países. En la actualidad, la ocupación de camas destinadas a pacientes graves está al 44% y al 39% las de los enfermos críticos que requieren ventilación mecánica. Por tanto, hay margen para seguir atendiendo a pacientes en una pandemia que será larga y que posiblemente se confunda con la gripe común en el invierno.

Que la enfermedad se desplace al interior es una preocupación que a menudo destaca el Ministerio de Sanidad brasileño, ya que muchas ciudades no tienen camas de UCI, una estructura necesaria para tratar casos graves de covid-19. Y, de hecho, es lo que ha sucedido en el último mes. Según el Ministerio de Sanidad, el 59% de los nuevos contagios en la última semana epidemiológica se han registrado en municipios del interior. Y el 48% de las muertes se han producido fuera de las capitales.

Como México, Brasil es un país diverso y con Estados en diferentes etapas de la epidemia, lo que obliga a los Gobernadores de cada Estado a vigilar el comportamiento de sus pandemias para mitigarlas con medidas propias. Pero eso también ocasiona confusión al ciudadano, que a menudo se encuentra en una madeja de números y recomendaciones dispares entre las distintas Administraciones.

En Ceará, un Estado al noroeste de Brasil bañado por el Atlántico, el coronavirus ha mostrado una tendencia estable al menos durante cuatro semanas, por lo que han decidido dar un paso más en su plan para relajar la cuarentena y reanudar las actividades, al menos en la capital, Fortaleza, donde se permitirá, a partir de este lunes, la reapertura parcial de iglesias y restaurantes. Los templos religiosos podrán funcionar con el 20% del aforo y los restaurantes volverán a abrir con un horario reducido y solo el 40% de la plantilla. Los servicios que ya se habían retomado parcialmente, como el de la construcción, podrán funcionar al 100%. El Gobierno del Estado argumenta que el plan tiene en cuenta la reducción de la demanda de atención médica, la estabilización de los contagios y los estudios que intentan determinar el tamaño de la epidemia por muestreo.

Un estudio realizado por el Ayuntamiento de Fortaleza, donde viven 2,6 millones de personas, señala que el 14% de la población puede haber contraído el coronavirus y tener anticuerpos, que proporcionan protección natural contra la enfermedad. Los datos indican que crece el porcentaje de población inmunizada, pero los estudios científicos aún no pueden medir durante cuánto tiempo estará activa esta inmunización natural.



Jamileth


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