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Bolsonaro defiende manejo de la pandemia de coronavirus


2020-07-09

Por MARCELO DE SOUSA y DAVID BILLER

SAO PAULO (AP) — El presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien anunció que está infectado con el nuevo coronavirus, defendió el miércoles el manejo de su gobierno a la pandemia que ha provocado la muerte de decenas de miles de brasileños, y pregonó el uso de un polémico medicamento contra la malaria.

Bolsonaro publicó en Facebook una fotografía en la que aparece desayunando junto con el mensaje de que su gobierno proporcionó pagos a los trabajadores del sector informal, salvando empleos y vidas sin propagar el pánico sobre la pandemia. El país tiene la segunda cifra más alta de muertes a causa del COVID-19 en el mundo, sólo detrás de Estados Unidos.

“Ningún país del mundo lo hizo como Brasil”, dijo Bolsonaro. “Para aquellos que están en contra de la hidroxicloroquina, pero no presentan alternativas, lamento informarles que estoy muy bien con su uso y, con la gracia de Dios, viviré por mucho tiempo todavía”.

El martes, Bolsonaro anunció que dio positivo al virus, después de meses de restar importancia a la gravedad de la enfermedad mientras las muertes subían rápidamente dentro del país. En repetidas ocasiones promocionó la cloroquina, una versión más tóxica del medicamento contra la malaria.

Una serie de estudios en Gran Bretaña y Estados Unidos, así como por parte de la Organización Mundial de la Salud, han encontrado que es inefectiva y en ocasiones letal debido a sus efectos en el corazón. Varios estudios fueron cancelados por esa razón.

El presidente dijo a la prensa que se había hecho una radiografía de los pulmones el lunes tras sufrir fiebre, dolores musculares y malestar general. Para el martes, la fiebre había remitido, señaló, atribuyendo la mejoría a la hidroxicloroquina.

En un momento dado se alejó un poco de los periodistas y se quitó la mascarilla para mostrar que se veía bien.

El populista conservador, de 65 años, que en otras ocasiones se ha mezclado con multitudes sin protecciones en el rostro, confirmó los resultados portando una mascarilla y hablando con periodistas colocados a escasa distancia en la capital, Brasilia.

“Estoy bien, normal. Incluso quiero dar un paseo por aquí, pero no puedo debido a recomendaciones médicas”, afirmó Bolsonaro.

Más tarde el martes compartió un video en Facebook en el que se le veía tomando su tercera dosis de hidroxicloroquina, un fármaco que también ha sido promocionado por el presidente estadounidense Donald Trump.

Brasil, el sexto país más poblado del mundo con más de 210 millones de habitantes, sufre uno de los brotes más letales de COVID-19. Más de 65,000 brasileños han muerto a causa del coronavirus y más de 1,5 millones se han contagiado.

Se cree que esas cifras están por debajo del alcance real de la pandemia debido a la falta de pruebas. Tan sólo el martes se confirmaron 1.254 muertes.

Otros líderes mundiales que han enfermado de COVID-19 son: el primer ministro británico, Boris Johnson, el príncipe Carlos de Inglaterra, el príncipe Alberto II de Mónaco, y el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández.

Bolsonaro es “el mandatario democrático que más ha negado la gravedad de esta pandemia”, dijo Maurício Santoro, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. “Que se haya infectado es un golpe a su credibilidad. Se verá como otro ejemplo del fracaso de su gestión del coronavirus”.

El presidente frecuentemente ha aparecido en público estrechando la mano de sus partidarios y mezclándose con las multitudes, a veces sin mascarilla. Aseguraba que sus antecedentes como deportista lo protegerían del virus y que no sería más que una “gripita” si la contrajera.

También ha reiterado que no hay forma de evitar que el 70% de la población contraiga el virus que causa el COVID-19, y que las medidas de las autoridades locales para paralizar la actividad económica causarán, en última instancia, más dificultades que si se permite que el virus siga su curso.

La lucha de Brasil contra el COVID-19 lleva casi dos meses en manos de un ministro interino de Salud que carecía de experiencia en el sector hasta antes de abril. Tomó el relevo cuando su predecesor, médico y consultor de salud, renunció en protesta por el apoyo de Bolsonaro a la hidroxicloroquina.

Las ciudades y estados brasileños comenzaron el mes pasado a levantar las restricciones impuestas para controlar la propagación del virus, mientras las muertes comenzaban a disminuir junto con la sobrecarga de las unidades de cuidados intensivos.

En las calles de Río, Silas Ribeiro, un partidario de Bolsonaro, dijo que el presidente tiene razón al decir que se ha exagerado el peligro del virus.

“Nuestro presidente es un hombre popular. Está demostrando que no tiene miedo a morir”, dijo Ribeiro, de 59 años. “Va a tener salud y superar esta enfermedad”.

En declaraciones cerca de tiendas reabiertas en Río, Wesley Morielo dijo confiar en que la enfermedad de Bolsonaro le haga reconsiderar su postura.

“Creo que todo lo que dijo antes, no dando importancia al COVID-19, se volvió en su contra”, comentó Morielo, un estudiante de 24 años.

El responsable de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, el doctor Michael Ryan, deseó una rápida recuperación a Bolsonaro y dijo que su contagio “plantea la realidad de este virus” al mostrar que no distingue entre “príncipe y mendigo”.

Bolsonaro ha visitado varias veces el hospital durante su mandato, ya que ha requerido varias cirugías para reparar sus intestinos tras ser apuñalado en un acto de campaña electoral en 2018.

El mandatario dijo haber cancelado un viaje esta semana a la región noreste de Brasil y que seguiría trabajando por videoconferencia y recibía visitas de manera poco frecuente cuando tuviera que firmar un documento.

A diferencia del primer ministro británico, que moderó su actitud tras dar positivo en el virus, es probable que Bolsonaro no cambie de postura, señaló Leandro Consentino, profesor de ciencias políticas en la universidad Insper de Sao Paulo.

“Ha tomado el camino de intentar indicar a su base de votantes que el COVID-19 es sólo una gripita y aprovechar la enfermedad para promocionar la cloroquina”, dijo Consentino.



Jamileth


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