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Elecciones 2020: cómo se ha votado hasta ahora


2020-07-15

Por Evan Nicole Brown | The New York Times

En los últimos cinco meses, los estadounidenses han esperado en todo tipo de filas para votar: algunas que doblaban en la esquina de una tienda, algunas que se curvaban a través de los parques de la ciudad, otras espaciadas a dos metros de distancia.

El 15 de julio, los votantes de Alabama, Texas y Maine fueron a las urnas en las elecciones primarias y de segunda vuelta para uno de los últimos días de votaciones antes del Día de las Elecciones, el 3 de noviembre.

La crisis del coronavirus ha cambiado todos los aspectos de la vida en 2020, incluido cómo votan las personas. Más de una docena de estados pospusieron las elecciones, algunos más de una vez, mientras se apresuraban para averiguar cómo llevar a cabo una votación de manera segura en medio de una pandemia. Pero incluso antes de que el virus se apoderó de Estados Unidos los caucus no funcionaron según el plan, y la alta participación significó largas filas en algunos estados el Súper Martes.

Generalmente, lo complicado que es votar es una cuestión de diseño, no un accidente, según Carol Anderson, autora de One Person, No Vote y profesora de estudios afroamericanos en la Universidad de Emory. “Las largas filas son deliberadas, porque tienen que ver con la asignación de recursos”, dijo Anderson. Ella dice que es frustrante ver largas filas en los medios de comunicación retratadas como evidencia del entusiasmo de los votantes: “Lo que realmente muestra es la ineptitud del gobierno. Y a menudo un despliegue deliberado de recursos insuficientes en comunidades minoritarias”.

Aquí, un vistazo a cómo ha sido votar en 2020.

’200 personas frente a mí’

Katie Sharma, una estudiante de medicina en Atlanta, llegó a su centro de votación en el Midtown a las 7:04 a.m. el 9 de junio, en un esfuerzo por vencer la avalancha de votantes. Dijo que había solicitado una boleta por correo y no la había recibido, por lo que se conformó con lo que resultó ser una espera de tres horas. Trabajó en fichas de aprendizaje, escuchó pódcasts y miró Twitter para pasar el tiempo.

“Mi comparación fue con mi suegra, quien vive en un suburbio de Atlanta; estábamos escribiéndonos mensajes en línea, y ella dijo que había 20 personas frente a ella, cuando al mismo tiempo había por lo menos 200 personas frente a mí, si no más”, dijo Sharma.

En Georgia, los funcionarios reconocieron que el proceso de votación se había fragmentado en varios niveles. Las relativamente nuevas máquinas de votación sin papel, diseñadas para crear boleta con códigos de barra generadas por computadora se malograron o nunca llegaron, lo que obligó a los votantes a formar largas filas y dejó a los lugares de votación sin suficientes boletas provisionales.

Los expertos en votación dicen que los problemas en las urnas comienzan a nivel organizacional —desestimar el tamaño de la concurrencia, cerrar de forma prematura los lugares de votación, no tener trabajadores electorales adecuadamente capacitados para solucionar problemas— pero los votantes se llevan la peor parte de esos contratiempos.

“No se trata de si algo sale mal —porque saldrá— sino de cómo” se recuperan los estados, dijo Myrna Pérez, directora del Programa de Derechos Electorales y Derechos de Voto del Centro Brennan para la Justicia. Según un estudio de las elecciones de 2018 conducido por Pérez y su equipo, los lugares de votación en los barrios negros y latinos tenían más probabilidades de verse afectados por una planificación inadecuada a nivel estatal. “A medida que las comunidades se volvían menos blancas y más pobres, tenían menos recursos por votante”, dijo.

Un estudio separado de 2019 dirigido por el economista Keith Chen de la Universidad de California, Los Ángeles, midió los tiempos de espera de los votantes en aproximadamente 40,000 lugares de votación durante las elecciones de 2016. El informe indicó que los residentes de barrios enteramente negros esperaron un 29 por ciento más para votar que sus contrapartes en barrios enteramente blancos y que los votantes negros tenían un 74 por ciento más de probabilidades de esperar más de media hora para emitir su voto.

“Las elecciones son la forma en la que se supone que debemos resolver las diferencias políticas”, dijo Pérez. “Durante mucho tiempo ha sido un valor estadounidense que no importa si eres rico o pobre, cuando entras en una urna, eres igual”.

En su opinión, gran parte del proceso de votación de 2020 no ha estado hasta ahora a la altura de ese principio. Las elecciones en Texas el martes fueron un excelente ejemplo, dijo: varios lugares de votación fueron anunciados como cerrados el día antes de la segunda vuelta electoral, lo que dejó a los votantes confundidos y con 11 opciones menos de centros de votación.

Líneas de súper tamaño el Súper Martes

En Irvine, California, Katrina Luu esperó una hora para votar el 3 de marzo, en contraste con sus 15 a 20 minutos en los últimos años.

Quería votar por correo pero o no recibió —o no pudo encontrar— su boleta para cuando llegó el Día de las Primarias. Cuando fue a averiguar cómo votar en persona, dijo, notó menos opciones para los lugares de votación de los que recordaba del 2016.

Llegó a votar alrededor de las 7 p.m. y se unió a una línea que tenía, supuso, entre medio kilómetro y un kilómetro de largo.

En San Antonio, Texas, Austin Coleman optó por votar inmediatamente después de salir del trabajo, en un lugar cerca de su oficina. Cuando había votado allí anteriormente, dijo, solo había cinco o diez personas en la fila.

“Esta vez, la fila salía por la puerta de la biblioteca y se enroscaba alrededor de la manzana”, dijo. “Entonces comenzó a llover, así que la fila se enroscó alrededor de las estanterías de los libros, adentro”.

En Houston, a tres horas de distancia, se informó que el último votante en la Texas Southern University, una universidad históricamente negra, había esperado durante seis horas, hasta la 1:30 a.m., para depositar su voto. Coleman, para evitar repetir la espera del Día de las Primarias, votó temprano en la segunda vuelta electoral del martes: “Yo era la única persona en la fila”.

Aún así, Coleman, que es maestro y está preocupado por la seguridad de regresar a los salones de clases este otoño, dijo que prefería votar por correo.

La pizza siempre ayuda
Nicole Haase, de Milwaukee, recibió su boleta a tiempo para votar por correo en las primarias estatales del 7 de abril, pero se dio cuenta de que muchos de sus vecinos en el lado oeste de la ciudad no habían tenido tanta suerte. “Mi lado de la ciudad es un poco mayor y no necesariamente conoce internet”, dijo. Ella pidió su boleta con anticipación. Para las personas que no estaban tan conectadas, dijo, “la idea de que debías solicitarla no se pensó mucho”.

El Día de las Primarias, las imágenes de algunos votantes de Milwaukee en largas filas y con cubrebocas llegaron a Twitter. Un hombre de California ofreció comprar varias rebanadas de pizza de Ian’s Pizzeria, un negocio local, para los votantes hambrientos.

Haase se ofreció a organizar la logística. Ofreció ir a recoger las pizzas al centro y llevarlas a un concurrido lugar de votación. (Otro lugar de votación, Riverside High School en el lado este de la ciudad, tuvo la suerte de estar dentro del radio aceptable para que los empleados de Ian’s entreguen las pizzas sin un intermediario).

En Ian’s, el personal empacó la pizza, dos rebanadas por caja, y Haase las cargó en su baúl. “Tengo un SUV y las cajas llegaban hasta la parte superior del asiento, así que era bastante pizza”, dijo.

Ella condujo a la escuela secundaria Alexander Hamilton en el extremo suroeste de Milwaukee y dijo que había escuchado algunos comentarios preocupados de los trabajadores electorales de que la entrega de pizza podría percibirse como un tema partidario, aunque ella no llevaba ningún botón o calcomanías de campaña. (De hecho, dijo, “fue el día más lindo que tuvimos esa primavera, y usé un vestido a rayas con los colores del arcoíris”).

“Creo que los funcionarios allí tenían miedo: todos los que hablaron conmigo fueron muy amables y se disculparon y también querían un poco de pizza, pero sus superiores dijeron que no era una buena idea”, dijo.

El compromiso: Haase colocó las cajas cerca de su automóvil, a una distancia aceptable de la fila.

“Sentí que eso era algo que podía hacer”, dijo. “Casi me sentí culpable por haber recibido mi boleta por correo”.

Cuando Haase piensa en la votación de noviembre, espera que más personas puedan votar por correo y que ser proactivo sea recompensado. Ella ya ha solicitado una boleta para sufragar a distancia.



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