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“Me veo pequeño, pero no estoy acomplejado”, la promoción de López Obrador de la rifa del avión presidencial


2020-08-24

Por JACOBO GARCÍA | El País

24 AGO 2020 - 19:36 CDT A la sucesión de vídeos conocidos la semana pasada en su aspecto más turbio, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, añadió este lunes otro más en su vertiente más efectista pero que abona igualmente el debate sobre su forma de hacer política. Dos años después de ganar las elecciones, la primera y única vez que el mandatario se ha subido al avión presidencial ha sido para promocionar la compra de boletos para el sorteo de la aeronave que se celebrará el 15 de septiembre. “Yo me veo pequeño pero no estoy acomplejado. Yo soy republicano. El poder es humildad. ¡Estos parecían reyes, miren los lujos que se daban“, dice en un vídeo con el avión de fondo antes de encarar las escalerillas. “Habiendo tanta pobreza, esto es un insulto. Este avión lo vamos a rifar y lo que se obtenga se va a utilizar para comprar equipo médico y atender al pueblo. Compra tu cachito. Hagamos historia”, concluye desde el interior, junto a los asientos de piel que un día llevaron a presidentes de un lado a otro del mundo pero que desde hace casi dos años acumulan polvo en un hangar de la capital.

El avión fue adquirido por el Gobierno mexicano a mediados de 2012 –con el entonces presidente Felipe Calderón– a través de un contrato de arrendamiento entre la Secretaría de la Defensa y Banobras a un plazo de 15 años. Sin embargo, desde la campaña, López Obrador señaló el avión como un símbolo de derroche y privilegio de los anteriores Gobiernos y propuso su venta.

Tras su aplastante victoria, en diciembre de 2018, el avión fue enviado a California en busca de un nuevo dueño. Pero casi dos años después, y sin comprador claro a la vista, la nave volvió a México. Mientras tanto se pagaron casi 1,5 millones de dólares en el mantenimiento y a ello se sumó una cascada de episodios rocambolescos y contradictorios relacionados con los intentos de vender el aparato. Ante la falta de compradores se anunció, finalmente, una rifa para sortearlo.

Después se añadió que se trataría de una lotería simbólica, y que se daría premios a los ganadores. Tras reunirse hace algunos meses con la cúpula empresarial del país, todo hizo indicar que serían los empresarios los que en realidad van a pagar la lotería comprando la mayoría de los boletos. En julio pasado el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, señaló que entre 2012 y 2020 se habían pagado ocho anualidades por un monto de poco más de 2.255 millones de pesos pero quedaban pendientes de pago otros seis años para cubrir los 3.838 millones de pesos. Sin embargo, el Gobierno mexicano quiere pagar antes la deuda de capital que asciende a 4,155 millones de pesos y así evitaría el pago de 1.938 millones de intereses.

El gesto de austeridad ha terminado siendo una recurrente maniobra que en esta ocasión incluye un vÍdeo promocional sobre la rifa en la que el mandatario aparece como un vendedor de vehículos de segunda mano seduciendo a posibles compradores. El expresidente Felipe Calderón ha criticado en Twitter la rifa y ha insinuado que podría tratarse de un fraude. “Comete el delito de fraude (...) al que por sorteos, rifas, loterías, promesas de venta o por cualquier otro medio, se quede en todo o en parte con las cantidades recibidas, sin entregar la mercancía u objeto ofrecido”, ha escrito en la red social. En otro mensaje le ha pedido irónicamente que difunda el vídeo de su hermano, Pío López Obrador, donde aparece recibiendo dinero para su campaña. El dinero recaudado servirá para fortalecer el sistema de salud, ha prometido el mandatario. Hasta el 27 de julio se habían vendido el 25% de los seis millones de boletos en que se ha dividido el sorteo.



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