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La cruzada para rifar el avión presidencial de México


2020-09-14

Por Natalie Kitroeff, The New York Times

El presidente mexicano ha calificado el avión como “un insulto al pueblo”, pero no lo ha vendido ni lo ha sorteado. El espectáculo, dicen algunos, se ha convertido en un símbolo de su liderazgo.

Incluso antes de ganar las elecciones, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó al avión presidencial como un símbolo de todo lo que estaba mal en la política tradicional de México, en la que los líderes vivían con derroches mientras que la población permanecía en una situación de necesidad extrema.

El avión, con valor de 130 millones de dólares, era un “insulto al pueblo”, dijo el presidente de México, “un ejemplo de los excesos” de los líderes del pasado.

Si era elegido, dijo López Obrador, vendería el avión y devolvería las ganancias al pueblo como parte de una transformación radical de México que iba a empoderar a los marginados, terminar con la corrupción y erradicar la desigualdad.

Desde que ganó con una aplastante victoria la elección de 2018, ha intentado vender, rifar o utilizar el avión como un modo de recaudar fondos para causas sociales. Cada vez, fracasó al toparse con la realidad: el mercado de aviones personalizados de segunda mano es pequeño y el mantenimiento de un Boeing Dreamliner podría llevar a la ruina a un ciudadano común.

Con el tiempo, los esfuerzos del presidente para cumplir su promesa se han vuelto más elaborados, costosos y simplemente “demasiado extraños”, dijo Duncan Wood, director del Mexico Institute en el Wilson Center.

“Si este fuera un episodio de Black Mirror”, dijo refiriéndose a la distópica serie de televisión, “no llegaría a las pantallas”.

La rifa se realizará el martes. Pero el premio, al final, no es el avión, es dinero en efectivo. Entre los mayores participantes del sorteo se encuentra el gobierno mexicano, que gastó casi 24 millones de dólares para comprar boletos y luego los entregó a los hospitales, para que tengan la oportunidad de ganar fondos que necesitan con urgencia.

La persistencia de López Obrador dice mucho sobre el talento para el espectáculo que ha caracterizado a su presidencia y los desafíos de concluir un gran proyecto cuando se enfrenta a las complejidades del mundo real.

A dos años de llegar al poder, López Obrador lleva una trayectoria contradictoria en la transformación que prometió, y su alto índice de aprobación está cayendo a consecuencia de la pandemia, la recesión económica y el aumento de la violencia.

El presidente ha iniciado grandes investigaciones sobre escándalos de corrupción, pero ahora su propio hermano podría estar implicado en uno. Recortó tanto los presupuestos que algunas secretarías tienen problemas para pagar sus cuentas de electricidad. Pero ha canalizado el dinero hacia una refinería y otros de sus proyectos favoritos de infraestructura.

Es el momento perfecto para un espectáculo, dicen los críticos, especialmente uno que le devuelve el papel de Robin Hood: le quita a los ricos de la nación para dar a los pobres.

“Parte es mantener viva la idea de la clase política abusiva previa”, y presentar a su gobierno como “nosotros, los austeros”, dijo Carlos Elizondo, profesor-investigador en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. “Pero en el camino se va enredando en una salida del problema cada vez más ridícula”.

El presidente ha denunciado durante años el avión, cuya compra fue ordenada por el expresidente Felipe Calderón, y argumentó que era preferible usar ese dinero para mejorar las condiciones del país.

El sucesor de Calderón, Enrique Peña Nieto fue criticado después por usar el avión para llevar a los miembros de su familia en viajes lujosos, incluido uno a China en el que iba el maquillador de su entonces esposa. Después de una serie de escándalos de corrupción, Peña Nieto dejó el cargo en 2018 como uno de los presidentes menos populares en la historia de México.

En uno de sus anuncios de campaña, López Obrador se refirió directamente al avión y dijo que “ni Donald Trump” tenía un avión presidencial como este.

Tan pronto como asumió la presidencia, comenzó, con fanfarrias, su intento de librarse del avión. Habló del tema con regularidad en las conferencias de prensa que ofrece todas las mañanas, y celebró una de ellas frente al Dreamliner estacionado en su hangar. Como presidente, ha insistido en viajar en vuelos comerciales.

Pero las ofertas no llegaron para el Boeing 787, que, con su cama king size y caminadora, no se presta para uso comercial.

Cuando planteó el espectáculo de una rifa, los mexicanos inundaron las redes sociales con memes sobre lo que harían si ganaran el avión y de pronto tuvieran que pagar por su mantenimiento, gasolina y estacionamiento.

Frente a la decisión de prudencia dudosa de regalar un avión a un ciudadano común, descartó la idea. Realizaría el sorteo, decidió, pero en lugar del avión daría cien premios de casi 940,000 dólares cada uno.

Para promocionar el nuevo plan, López Obrador invitó a una cena a un grupo de empresarios en la que se siriveron tamales y se distribuyó una carta en la que los invitados se comprometían a comprar boletos.

“Este avión es un símbolo que no está dispuesto a soltar”, dijo Ana Paula Ordorica, una columnista mexicana y conductora de televisión. “Las dos banderas de este presidente son el combate a la corrupción y la austeridad, y el avión le permite sumarle a ambos discursos”.

También está el imperativo de no quedar mal. A finales del mes pasado, el presidente sacó un video en el que sube al avión infame y alienta a los mexicanos a hacer “historia” y comprar un boleto, un último esfuerzo por promover su rifa.

“Sigue teniendo apoyo para romper con el pasado” y, de este modo, “sacar lo del avión”, dijo Ignacio Marván, profesor del CIDE, un centro de investigación y educación superior en Ciudad de México. “Encuentra una salida que más o menos puede tener apoyo” o, dijo, que le permite no ser criticado después de que “se echó para atrás en la decisión, la rifa”.

Y, sin embargo, después de todo el tiempo y los recursos dedicados a intentar deshacerse de este avión, permanece estacionado en su hangar en México, a la espera de un comprador adecuado.



regina


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