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Sangre, lágrimas y mascarillas en peregrinación chiita en tiempos del coronavirus


2020-09-24

Por Aymen HENNA

Kerbala, Irak, 24 Set 2020 (AFP) - Durante siglos, los iraquíes han recurrido a la religión y los rituales para consolarse de las guerras y los muertos. Este año, con la pandemia y la muerte de cientos de jóvenes manifestantes, la peregrinación del duelo cobra más sentido que nunca.

Desde septiembre a octubre, las peregrinaciones chiitas se suceden en las ciudades santas de Irak. 

La Ashura, que conmemora el martirio del imán Husein durante una batalla en Kerbala en el siglo VII, ya se ha celebrado y 40 días después, Arbain marcará el final del duelo por la muerte de este nieto del profeta que fundó el chiismo.

Desde Kerbala en 680 hasta Bagdad en 2020, "Irak ha sufrido tantas miserias, desde guerra hasta tortura, pasando por la cárcel o el éxodo forzado, y ahora el coronavirus", lamenta el jeque Hasan Zakeri, miembro del clero chiita.

"Haciendo nuestra peregrinación, llevando todas nuestras preocupaciones, nuestras tragedias y nuestras necesidades, lloramos", explica a la AFP.

Los rituales de las flagelaciones y los peregrinos que se golpean el pecho o se embadurnan de ceniza cada año despiertan curiosidad en el extranjero.

"Es la primera etapa para que se escuchen nuestras oraciones".

- "Nunca ha experimentado alegría" - 

Solo en el siglo pasado, Irak ha visto de todo: sangrientos golpes de Estado, guerras interminables, violencia interconfesional, atentados yihadistas y la guerra civil.

La violencia ha hecho huir a cientos de miles de iraquíes. Aquellos que se quedaron aprendieron a lidiar con los cortes de electricidad, la escasez de medicamentos y el desplome del sistema educativo.

A sus 31 años, Mohamed al Karbalaie, es categórico. "Irak es un país triste. Desde la época de Sadam (Husein) hasta hoy, nunca hemos experimentado alegría", afirma este hombre que recita elogios fúnebres a figuras del chiismo durante la peregrinación en Kerbala (centro) .

Al son de los tambores de percusionistas vestidos de negro, ataviado con turbante y pantalones anchos, cuenta el martirio del imán Husein y de sus seguidores muertos a manos del califa Yazid. Según él el mensaje del chiismo se resume así: la revuelta contra la injusticia.

"La gente siente injusticia pero al final, ve que siempre a lo largo de la historia el bien se impone", asegura. En cada revuelta popular los manifestantes se presentan como los nuevos Husein que luchan contra los Yazid del momento.

Este año, en medio de los cortejos de peregrinos, algunos blandieron fotos de sus "mártires", los casi 600 manifestantes muertos desde octubre pasado mientras pedían que los dirigentes, a los que tachan de corruptos e incompetentes, rindieran cuentas.

"El remedio para estas heridas es el imán Husein", asegura Karbalaie.

- "Diferente", "excepcional" - 

A estos duelos se añaden los de los familiares de los más de 8,000 iraquíes fallecidos por el nuevo coronavirus.

Con más de 300,000 casos registrados oficialmente, Bagdad prohibió este año la entrada a los peregrinos extranjeros (millones de ellos suelen venir de Irán, el país más afectado por la epidemia en Oriente Medio) y pidió a los iraquíes que eviten las multitudes.

Ha servido de poco. Para responder al llamado del imán Husein, como dicen ellos, decenas de miles de personas se dieron cita bajo las cúpulas doradas de su mausoleo en Kerbala.

Y para el Arbain se espera todavía a más.

"Este año es excepcional debido al virus", reconoce Riyad Salman, encargado de los rituales en los mausoleos de Kerbala.

Y en un año excepcional nada es igual. Salman tuvo que abandonar sus planes. Atrás quedaron las miles de sesiones de oración que organizaba cada año. Esta vez movilizó a sus 30,000 empleados para repartir mascarillas, tomar la temperatura a miles de peregrinos y rociar a la multitud con desinfectante. 

"Fue diferente. Y un poco frustrante", comenta. Pero necesario, agrega de inmediato.


 



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