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Los candidatos prometieron a una mujer para el lugar de Ginsburg, pero ellas tienen sentimientos encontrados


2020-09-25

Por Sydney Ember y Rebecca R. Ruiz, The New York Times

Tanto Joe Biden como Donald Trump han prometido nominar una candidata para la vacante en la Corte Suprema de Estados Unidos. Hay quienes piensan que es solo postureo político.

En 1993, cuando la jueza Ruth Bader Ginsburg fue nominada a la Corte Suprema, el entonces senador Joe Biden le agradeció por salvar a su hija de ”tener que ser la segunda mujer nominada a la Corte Suprema”.

Ginsburg fue ratificada con un abrumador apoyo bipartidista.

Veintisiete años después, cuando el deceso de Ginsburg enturbia el país y añade mayor incertidumbre a una contienda presidencial ya de por sí enconada, una cosa es segura: pronto habrá una mujer nominada por quinta vez a la Corte Suprema.

Biden, quien ahora es el candidato demócrata a la presidencia, ha prometido “hacer historia” y nominar a la primera mujer negra a esa instancia, si tiene la oportunidad.

El presidente Donald Trump, quien se espera que esta semana realice una nominación, ha hecho una promesa similar. También él piensa nombrar a una mujer, “a una mujer muy brillante y talentosa”.

El anuncio de ambos candidatos sobre la manera en que cada uno piensa reemplazar a Ginsburg, una pionera en la defensa de la igualdad de género en la corte, muestra señales evidentes de que a ambos partidos les urge captar electorados primordiales antes de las elecciones. Estas promesas recurren a una táctica política tradicional: una manera de atraer a las mujeres es con mujeres, como reemplazos y en puestos de poder. Pero esa estrategia ha originado opiniones complejas por parte de mujeres de todo el país… y tal vez no sea la más eficaz.

“Las encuestas de opinión sobre los candidatos políticos han demostrado que las mujeres tienen una ligera preferencia por otras mujeres, y que los hombres tienen una ligera preferencia por otros hombres, pero la respuesta más común es: ‘Depende’, o ‘No tiene mucha importancia’”, dijo en una entrevista Kellyanne Conway, veterana estratega republicana y una de las asesoras que más tiempo ha trabajado con Trump. “Existe una diferencia entre tener el mismo género y tener los mismos valores, principios y posturas sobre temas, cosa que es más relevante”.

En entrevistas con votantes, abogadas y lideresas de todo el espectro político, algunas mujeres se mostraron muy entusiasmadas con las promesas de promover a una mujer, algunas las veían con resignación como algo deficiente pero necesario, y a otras les preocupaba que les estuvieran haciendo un favor y que se estuviera devaluando una nominación importante.

“Necesitamos que haya más mujeres en el poder. Es fundamental”, señaló Eileen Letts, quien fue una de las presidentas de la comisión para la diversidad y la inclusión en el Colegio de Abogados de Estados Unidos y socia del despacho Zuber Lawler. “Pero en el caso de la Corte Suprema, hay que tener más cautela y estar más alertas ya que una mujer de ciertas creencias ideológicas tal vez no sea la persona idónea para otras mujeres”.

Casi es seguro que surja la polémica sobre los derechos reproductivos de las mujeres, cosa que se sumaría a la tensa dinámica. Una mayoría conservadora en la corte podría revocar el memorable fallo de 1973 del caso Roe contra Wade que legalizó el aborto en todo el país, un asunto primordial para los activistas de ambos partidos, sobre todo en el caso de las mujeres para quienes ese asunto es sumamente personal.

Incluso antes de que Biden consiguiera la nominación del Partido Demócrata, prometió nombrar a una mujer como su vicepresidenta y nominar a una mujer negra a la Corte Suprema con la idea de atraer a las coaliciones liberales y diversas de su partido como un hombre blanco perteneciente al sistema establecido de Washington. Sus compromisos estaban en concordancia con su trayectoria: como senador, estuvo más dispuesto que muchos de sus colegas a rodearse de mujeres preparadas, y aún hoy en día considera que su Ley de Violencia contra la Mujer es el logro legislativo que lo caracteriza.

También Trump y el Partido Republicano han empleado recursos importantes con el fin de modificar el historial del mandatario en lo referente al género y la raza. Durante la convención del mes pasado, hicieron que varias mujeres testificaran que el presidente era —en privado— sensible y empático, y se esforzaron por encontrar afroestadounidenses que afirmaran que no era racista.

También, a fin de redirigir las acusaciones de querer condescender hacia el candidato demócrata, los republicanos señalaron los compromisos públicos de Biden de otorgar puestos de poder a las mujeres, aunque semanas después Trump asignaría el puesto de Ginsburg a alguien del mismo género.

“Yo no quiero tener un puesto por ser mujer, lo quiero por ser la persona idónea para el cargo. Eso es todo”, dijo en la Convención Republicana Kimberly Guilfoyle, alta funcionaria de recaudación de fondos para la campaña de Trump y expresentadora de Fox News. “Y él respeta eso”.

Sin embargo, entre las mujeres demócratas, el debate sobre la promesa de Biden ha sido especialmente intenso mientras el partido se plantea cómo incorporar la diversidad de las bases en su liderazgo.

Desde la elección de Trump en 2016, las mujeres, los jóvenes y las minorías han revitalizado al Partido Demócrata y sus postulaciones han llegado a cifras históricas; ahora tienen más congresistas que nunca. Pero fue Biden quien surgió de un ámbito racialmente diverso con el mayor número de candidatas en la historia y se presentó con éxito como el mejor posicionado para vencer a Trump.

Ahora, las promesas explícitas de Biden de promover a las mujeres han dejado a algunas personas descontentas por lo que consideran un postureo político, y desearían que solo hubiera nominado a una mujer, en lugar de anunciar sus intenciones.

“Hay que tener en consideración a los hombres y a las mujeres, y si parece que una mujer es la persona idónea para ese puesto, hay que elegirla”, afirmó el fin de semana Christina Gatti, una mujer recién egresada de la universidad y asesora en educación superior, sentada en una banca del Washington Square Park de Nueva York, donde se había realizado un velorio para Ginsburg. “Resulta condescendiente la idea de que solo vamos a elegir a una mujer para complacer a las mujeres”.

Para otras personas, el énfasis en el género ha sido agridulce, una señal de avance pero que también indica todo lo que todavía tiene que avanzar el país para que exista una verdadera igualdad, cuando las mujeres puedan ocupar puestos de poder sin tener un puesto destinado para ellas.

“No estoy insinuando que tengamos cuotas”, señaló Randi Weingarten, presidenta de la Federación Estadounidense de Maestros, un sindicato a nivel nacional. “Pero es necesario tener la intención de promover la diversidad porque esa intencionalidad cambia los sentimientos y las ideas”.

Sara Nelson, presidenta de la Asociación de Asistentes de Vuelo, mencionó que el interés específico de Biden en promover a una mujer negra garantizaría que se incluyera en las decisiones más importantes del país una perspectiva crítica que nunca antes se había incorporado a la corte.

“Es la continuación del compromiso general de Biden de garantizar que se escuche la voz de las mujeres”, señaló Nelson.

No obstante, muchas dijeron que antes de la raza y el género, querían que quien sucediera a Ginsburg compartiera su visión de la ley.

“Siempre es bueno ver a más mujeres en todas las mesas en las que se toman las decisiones en el país”, afirmó Stephanie Schriock, presidenta de la Lista de EMILY, un grupo que trabaja para elegir mujeres demócratas que apoyan el derecho al aborto. Pero señaló que cuando se trataba de elecciones y nominaciones políticas, la prioridad debe ser “encontrar a la persona adecuada”, a la mejor calificada para proteger “los derechos de todas las personas”.

“Creo que en verdad es importante para todos que no solo se considere el género”, comentó.

Algunas mujeres liberales como Gatti fueron más explícitas y dijeron que preferían ver a un hombre liberal en ese puesto que a una mujer cuyas inclinaciones políticas fuesen más hacia la derecha que las de Ginsburg.

“Creo que, en definitiva, ella preferiría a alguien que tal vez no se identificara como mujer, pero que le interesara defender las libertades de las mujeres”, dijo Alyssa Galella, quien trabaja en relaciones públicas en Los Ángeles, acerca de lo que se imaginaba que preferiría la propia Ginsburg.

“Algunas personas olvidan que luchó por la igualdad de género en general”, añadió Galella, quien el año pasado se tatuó en el antebrazo una cita de Ginsburg: “Estoy muy viva”. “Ella representó a hombres en casos en los que sus derechos fueron pisoteados”.

Los conservadores han tratado de retratar a las mujeres en la lista de Trump como iconos en el molde liberal, al menos al subrayar que también han abierto caminos para su género en la profesión legal. “Creo que es un momento emocionante para las mujeres”, dijo Carrie Severino, presidenta de la Red de Crisis Judicial, un grupo conservador que ha presionado para que se confirmen los nombramientos de Trump en el Tribunal Supremo. “Este es el tipo de mujeres que creo que podrían seguir los pasos pioneros de la jueza Ginsburg y en verdad dejar una marca increíble en la corte”.

La lista de Trump incluye a juezas que en el tribunal han tomado decisiones férreamente conservadoras, como la jueza Amy Coney Barrett, de la corte de apelaciones del Séptimo Circuito, y la jueza Barbara Lagoa, de la corte de apelaciones del Undécimo Circuito.

Durante la campaña de 2016, Trump dio el inusual paso de dar a conocer una lista de personas a las que consideraría nominar a la Corte. En 2020 lo hizo de nuevo. Conway, que dirigió la campaña de 2016, estableció una distinción entre la promesa de Biden de nombrar a una mujer y la reciente del presidente.

“Biden proporcionó una identidad, no un individuo”, dijo Conway. “Su declaración impediría considerar a hombres calificados e, irónicamente, a la propia jueza Ruth Bader Ginsburg”.

Trump, quien en las encuestas recientes sigue muy de cerca a Biden entre las mujeres, ha prometido nombrar jueces que revoquen el fallo de Roe contra Wade, lo que hace muy poco probable que las mujeres liberales aprueben la elección final del presidente.

“El tema no es si se nombra o no a una mujer, sino saber si una mujer defiende o no las ideas y el bienestar de la mayoría de las mujeres”, comentó Gloria Steinem, activista política y defensora de los derechos de las mujeres.

Las promesas relacionadas con el género en nombre del logro de la paridad con certeza van a inspirar a algunas votantes y exasperar a otras, dijo Catharine A. MacKinnon, abogada feminista y politóga que enseña derecho en la Universidad de Michigan y en Harvard.

“Están tratando de posicionarse de manera ventajosa, y es un juego de azar”, dijo sobre los candidatos que eligen si hacer alarde o no de la demografía de un nominado.

MacKinnon dijo que creía que la manera infalible de trascender el debate era seleccionar a un candidato con credenciales especialmente sólidas. Dio como ejemplo a la senadora Kamala Harris, la mujer a la que Biden eligió en última instancia como su compañera de fórmula después de considerar un grupo de candidatos de todo el espectro demócrata.

“No creo que nadie diga que está ahí solo porque es negra y es asiática”.



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