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Las asambleas con votantes de Trump y Biden en seis claves


2020-10-16

Por Adam Nagourney y Shane Goldmacher | The New York Times

Si los estadounidenses tuvieron que soportar 90 minutos de charlas cruzadas e interrupciones el mes pasado en el primer debate presidencial, la alternativa —eventos estilo cabildo simultáneos el jueves con el presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden— no fue mucho mejor.

Trump dio positivo para el coronavirus después del primer debate y, citando cuestiones de seguridad, la comisión de debates presidenciales declaró que el segundo debate, programado para el 15 de octubre, tendría que ser virtual. Trump se negó a participar en dicho formato, por lo que Biden programó una asamblea con votantes en la cadena ABC. Trump luego programó la suya en NBC, a la misma hora.

“Pensé, qué demonios, tenemos una hora de televisión gratis”, dijo el presidente en un mitin en Carolina del Norte el jueves.

No queda claro si la táctica de Trump de tratar de empujar a Biden fuera del escenario funcionó a su favor. Toda la estrategia de campaña de Biden ha sido volar a baja altura hacia la victoria. Trump podría haberlo facilitado con su actuación estrepitosa que contrasta con la de Biden, a quien uno de los asesores de Trump comparó con “ver un episodio de Mister Rogers Neighborhood”, sugiriendo que una similitud con el amado Fred Rogers era algo negativo.

Aquí están seis claves de las dos asambleas con votantes de anoche.

Trump dañó su mensaje al negarse a denunciar a QAnon.

Después de enfrentar días de titulares y dolores de cabeza como resultado de su negativa a condenar el supremacismo blanco durante el primer debate presidencial, Trump estaba listo el jueves para ofrecer una denuncia incondicional. “Denuncio el supremacismo blanco ¿de acuerdo?”, le dijo a la moderadora, Savannah Guthrie, casi antes de que ella terminara su pregunta.

La rara contundencia con el tema hizo que la tímida negativa de Trump, minutos más tarde, a repudiar la falsa teoría de conspiración de QAnon fuese más clara.

“No sé nada sobre QAnon”, afirmó Trump, a pesar de haber amplificado una desacreditada afirmación de los defensores de la teoría hace unos días.

Guthrie rápidamente recapituló cómo el movimiento de extrema derecha afirma falsamente que los demócratas son un culto satánico que practica la pedofilia. “¿Puede usted, de una vez por todas, afirmar que no es cierto y rechazar a QAnon en su totalidad?”, presionó.

“Lo que sé es que están muy en contra de la pedofilia, la combaten duramente”, dijo Trump. Más tarde, repitió esa línea, casi con ánimo: “Lo que sí sé es que están muy en contra de la pedofilia. Estoy de acuerdo con eso. Estoy de acuerdo con eso”.

Trump desde hace mucho ha sido cauteloso y evita hablar mal de sus partidarios, y los creyentes de la teoría de conspiración de QAnon están entre sus más ardientes partidarios. “Entiendo que les gusto mucho”, dijo durante el verano, después de señalar que ellos “aman a nuestro país”.

Guthrie pudo haber dicho la línea más memorable de la noche cuando interrogó a Trump sobre un reciente retuit de una deslegitimada teoría de conspiración que asegura que Biden había orquestado acciones para hacer que el Equipo 6 de los SEAL, una de las unidades militares de élite del país, fuera asesinada para encubrir la supuesta muerte fingida de Osama bin Laden. Trump dijo, encogiéndose de hombros, “lo dejo ahí”.

“No lo entiendo”, respondió Guthrie. “Usted es el presidente. No es, como, el tío loco de alguien”.

La sobrina del presidente, Mary Trump, respondió en Twitter: “En realidad…”.

Biden sugirió que cubrebocas y vacunas sean obligatorios.

La cuestión de cómo manejar una pandemia que ha abrumado a la nación en los últimos seis meses es casi seguro la diferencia más marcada entre Biden y Trump, y eso quedó claro en sus asambleas con votantes.

Trump minimizó el peligro del virus, a pesar de haber sido hospitalizado después de enfermar. Se ha burlado de Biden por llevar cubrebocas y se ha resistido a la idea de que sean obligatorios. Trump se ha quitado el cubrebocas teatralmente en sus mítines de campaña; Biden reveló que antes de subir al escenario había estado usando dos cubrebocas, una medida preventiva que algunos médicos dicen que es eficaz.

Biden dijo que él mismo se vacunaría para finales de año, e instaría a otros estadounidenses a hacerlo, “si el cuerpo de científicos dice que esto es lo que está listo para hacerse y ha sido probado”.

También dijo que podría apoyar la obligatoriedad de las vacunas, pero reconoció que tal medida sería difícil de aplicar. “No puedes decir que todo el mundo tiene que hacer esto, pero es como si no se pudiera ordenar el uso de cubrebocas”, dijo.

Con eso, Biden pisaba un terreno difícil. Hay una larga historia de resistencia a los mandatos en este país; piensa en Obamacare y el mandato individual. Y un número significativo de estadounidenses se ha resistido a vacunarse en el pasado; una de las grandes preguntas es cuántos estadounidenses aceptarán una vacuna contra el coronavirus una vez que se desarrolle, con o sin mandato.

“Es espinoso”, dijo Bill Carrick, un consultor político demócrata. “Pero él fue realista. La gente debería tener confianza en la vacuna. Así que no puedes andar con juegos como Trump”.

Biden también dijo que espera que Trump se sometiera a una prueba de coronavirus antes de su próximo debate del 22 de octubre, de acuerdo con las reglas establecidas por la comisión de debates presidenciales. “Antes de venir aquí, me hice otra prueba”, dijo. “La he estado haciendo todos los días”.

Dijo que, de haber dado positivo, no hubiera asistido a la asamblea. “No quería venir aquí y exponer a nadie”, dijo. “Y creo que ser capaz de determinar si estás o no estás sano es solo decencia”.

Trump se aferró a una postura impopular sobre los cubrebocas y la pandemia

Los cubrebocas son políticamente populares. Son aceptados como una necesidad de salud pública por los expertos y una amplia muestra del público estadounidense. Uno de los asesores de Trump, Chris Christie, dijo el jueves que se había “equivocado” al no usar una mascarilla en la Casa Blanca. Pero Trump, a pesar de haber contraído recientemente el coronavirus y haber requerido hospitalización por ello, todavía no puede llegar a una adopción completa del uso del cubrebocas.

“Estoy bien con los cubrebocas, le digo a la gente, ‘usen cubrebocas’”, dijo. Pero no pudo resistirse a añadir algo más “Justo el otro día”, dijo Trump, había visto un estudio que mostraba que las personas que usaban cubrebocas seguían contrayendo el virus.

Trató de torcer la posición de Anthony S. Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del país, sobre los cubrebocas. Y descartó el consenso científico.

“La gente con cubrebocas se contagian todo el tiempo”, agregó.

Fue exactamente el tipo de digresión que ha dejado frustrados a los republicanos: seis meses, ocho millones de casos y más de 215,000 muertos después, el presidente aún intenta adaptar la realidad de la pandemia a su política y no al revés.

La pandemia ha trastornado la vida de los estadounidenses como ningún otro acontecimiento, y las tasas de mortalidad per cápita son más altas que en otras naciones desarrolladas, pero Trump aún afirma que la respuesta de su gobierno ha sido un éxito. “Somos ganadores”, declaró Trump, al hablar del “exceso de mortalidad”. Añadió: “Lo que hemos hecho ha sido increíble, y hemos hecho un trabajo increíble”.

Biden al fin habló de agregar escaños a la Corte… o algo así.

Biden hizo un poco de noticia: después de evadir enérgicamente la pregunta recientemente, señaló que anunciaría antes del día de las elecciones si apoya la ampliación del número de escaños en la Corte Suprema. Pero dijo que quería esperar hasta después de que el Senado haya actuado sobre la nominación de la jueza Amy Coney Barrett para reemplazar a la jueza Ruth Bader Ginsburg.

Este ha sido un tema difícil para Biden, y parece probable que no fuese una respuesta planeada. Muchos demócratas han pedido la ampliación de la Corte Suprema después de que Trump y los republicanos del Senado decidieron que ellos llenarían la vacante creada por la muerte de la jueza Ginsburg, a pesar de que las elecciones estuviesen tan cerca. Si eso sucede, Trump habrá colocado tres jueces en la Corte Suprema.

Biden ha dejado claro en el pasado que no apoyaba la idea. Ha evitado la pregunta durante la campaña al decir que no quería entrar al juego de Trump y desviar la atención de lo que los republicanos estaban haciendo con la vacante de Ginsburg. Pero estuvo de acuerdo con el moderador, George Stephanopoulos, de que los votantes tenían derecho a conocer sus puntos de vista, y estableció un cronograma para divulgarlos.

Puede que no fuera suficiente para dejar el tema atrás.

“Su respuesta o falta de respuesta sobre la corte fue un poco desconcertante”, dijo Priscilla Southwell, profesora emérita de ciencias políticas en la Universidad de Oregón, por correo electrónico. “Dice que los votantes deben saber su posición sobre el tema, pero no hasta que el proceso de confirmación haya concluido. Para entonces, la mayoría de los votantes ya habrá votado, incluida esta votante”.

La agenda para un segundo mandato de Trump: seguimos sin noticias.

Trump tuvo palabras amables para los teóricos de la conspiración; no quiso decir si había dado negativo para el coronavirus el día del primer debate (“Posiblemente sí. Posiblemente no”); y siguió socavando la legitimidad de la votación de 2020.

Sin embargo, no tuvo mucho que decir sobre una gran agenda para el segundo periodo.

Cuando Trump habló de política, sobre todo se enfocó en reivindicar su historial. Se mostró más fluido y claramente más cómodo, al hablar de la economía y al advertir de las repercusiones de la elección de Biden, diciendo que la nación “terminaría con una depresión como la que nunca ha tenido”.

Dijo que negociaba un plan de estímulo con la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, a pesar de que no se hablan. “Estoy listo para firmar un gran y hermoso estímulo”, dijo. Como un aparte, también ofreció uno de los mejores eufemismos sobre su huella en el a menudo maleable Partido Republicano.

“Tal vez he cambiado mucho al partido en los últimos tres años”, dijo Trump.

En efecto.

Pero el no proponer una visión para los próximos cuatro años —y para navegar los meses y años restantes de la pandemia— es una debilidad flagrante y que Trump sigue sin abordar. Cuando Guthrie le dio la oportunidad de cerrar su intervención con una propuesta para seguir en el cargo los cuatro años siguientes, él comenzó: “Porque he hecho un gran trabajo”. Hubo pocos detalles más allá del clásico alarde trumpista. “El próximo año”, prometió, “va a ser mejor que nunca”.

¿Y si Biden pierde?

Biden es, en muchos sentidos, un candidato totalmente convencional para la Casa Blanca, particularmente comparado con Trump. Ha dedicado toda su vida a los cargos de elección popular: 36 años en el Senado, dos períodos como vicepresidente de Barack Obama, y tres candidaturas para la Casa Blanca. Así que su voluntad de responder a las preguntas sobre los que haría si perdiera fue sorprendente: como regla, esa es una pregunta que los candidatos evitan. (La respuesta de manual: “No tengo la intención de perder”).

Tal vez fue porque las encuestas lo muestran en una posición fuerte contra Trump. O porque Trump ha hablado recientemente de perder. Pero cuando un votante le preguntó cómo podría tratar de influir en un segundo gobierno de Trump si perdía, Biden dijo que probablemente volvería a la enseñanza, “enfocándome en las mismas cuestiones relativas a lo que constituyen la decencia y el honor en este país”. Añadió: “Para empezar, es lo que me involucró en la vida pública”.

Stephanopoulos preguntó: ¿Qué dirá del país si Trump es reelegido?

“Bueno, podría decir que soy un pésimo candidato y que no hice un buen trabajo”, dijo Biden. “Espero que no diga que estamos tan en desacuerdo en lo racial, lo étnico y lo religioso como parece que el presidente quiere que estemos”.



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