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La nueva ocupación de Barack Obama: provocar a Donald Trump


2020-10-29

Por Glenn Thrush | The New York Times

La semana pasada, el expresidente estadounidense Barack Obama bajó con grandes zancadas del escenario en Filadelfia después de estrenarse como el ariete de Joe Biden en 2020 y dijo que estaba emocionado, y que incluso sentía un poco de placer por la oportunidad de trolear a su trol, el presidente Donald Trump.

“Oh, cielos, eso se sintió bien”, le dijo Obama a un amigo en una llamada telefónica, y le hizo saber al equipo de Biden que el formato informal del evento (un “mitin sobre ruedas” en donde se dirigió a cientos de simpatizantes que estaban en sus autos en el estacionamiento de un estadio) había funcionado sorprendentemente bien, según varias personas cercanas al exmandatario que hablaron bajo la condición de mantener el anonimato al comentar sobre conversaciones privadas.

En 2016, Obama atestó sus golpes a Trump en nombre de Hillary Clinton. Después, aumentó el nivel de las críticas hacia su sucesor durante las elecciones intermedias de 2018. Este verano, durante la convención demócrata virtual, ofreció una enorme queja contra el presidente, al advertir que si Trump se reelige “derrumbará nuestra democracia”.

No obstante, nada de lo que Obama ha dicho durante la era de Trump se compara con su alegre y enorme desprecio hacia el actual presidente durante los días finales de la campaña 2020. Según personal del Partido Demócrata, esto forma parte de un incremento de actividades durante las dos semanas previas a la elección, y culminará en un mitin conjunto con Biden planeado para el próximo fin de semana.

“¿Cuál es su argumento de cierre? ¿Que las personas están demasiado centradas en la covid?”, dijo Obama el martes en un mitin en Orlando que tenía como objetivo motivar a los votantes en Florida, un estado que siempre es disputado de manera estrecha y es el estado adoptivo de Trump. “Dijo esto en uno de sus mítines. ‘Covid, covid, covid’, se ha quejado. Está celoso de la cobertura mediática que tiene la covid”.

Aparentemente, Trump lo estaba viendo. Y se quejó sobre cuánta cobertura mediática recibía Obama. “@FoxNews está transmitiendo el discurso falso y sin público de Obama para Biden, un hombre al que a duras penas podría respaldar para el cargo”, tuiteó Trump al minuto 21 del discurso de su predecesor.

El regreso de Obama a la campaña es motivado por un deseo de ayudar a Biden de todas las maneras posibles, de acuerdo con amigos y asistentes demócratas. Ya ha prestado su nombre a alrededor de 50 correos electrónicos para recolectar fondos en nombre de Biden y otros demócratas, además de participar en anuncios en 15 estados pendulares para motivar a la gente a que salga a votar y recaudar millones de dólares a través de eventos de recolección en línea.

Sobre todo, anhela revertir los roles con su leal compañero, afirman estos aliados y asociados, y está dispuesto a lanzar golpes que socavarían la imagen de Biden como un unificador nacional si el exvicepresidente mismo lo hiciera.

También le ha permitido a Obama divertirse en un momento en el que muchos simpatizantes de Biden han seguido con ansias los promedios de las encuestas de los estados y temen una segunda victoria sorpresiva de Trump. Obama al parecer saborea la oportunidad de contraatacar a Trump, quien no solo le ha lanzado la carnada durante años, sino que también ha tratado de erradicar su legado, política por política.

“Simplemente está pasando un buen rato en la campaña, como alguien que dispone de mucho material que ha estado esperando un largo tiempo para compartirlo”, dijo David Axelrod, un asesor de campaña y de la Casa Blanca del expresidente desde hace mucho tiempo.

Obama inició el mitin en Filadelfia aludiendo con discreción a un reporte reciente de The New York Times que detallaba los activos financieros previamente desconocidos del presidente en China y otros países.

“¿Se pueden imaginar si yo hubiera tenido una cuenta bancaria secreta en China cuando contendía para la reelección?”, preguntó Obama después de ridiculizar las mediciones recientes del índice de audiencia en televisión del presidente y de burlarse de él por contagiarse del coronavirus después de ignorar las medidas de protección. “Me habrían llamado Barry el pekinés”.

En su segundo mitin, el sábado en un estacionamiento de Miami, Obama atacó a Trump con una sonrisa de oreja a oreja que por momentos revelaba su furia pura.

Al aparecer en Florida cuando Trump llegó a West Palm Beach para votar, el expresidente atacó a su sucesor por el mal manejo de la pandemia de coronavirus, “dejar caer” la economía, preguntarle a sus asistentes sobre vender Puerto Rico, cavilar sobre matar el virus inyectándose desinfectante y alguna vez, supuestamente, haber considerado hacer estallar los huracanes con armas nucleares.

Obama concluyó con la comparación de Trump, de manera poco favorable, con el meme característico del estado, un hombre común incompetente y confundido conocido por su comportamiento extraño e idiota.

“¡Ni siquiera el ‘Hombre de Florida’ haría estas cosas!”, dijo Obama al referirse al estereotipo del tipo desubicado de Florida que llega a los noticieros por romper la ley de modos absurdos. “¿Por qué las aceptan del presidente de Estados Unidos?”.

Trump reaccionó de inmediato. “Nadie asiste a los discursos llenos de odio de Obama”, escribió el presidente en Twitter momentos después de que Obama terminó. “¡47 personas! ¡Sin energía, pero aun así es mejor que Joe!”.

De hecho, había decenas de autos en el evento y la campaña de Biden afirmó que cientos de asistentes potenciales habían sido rechazados para cumplir con los requerimientos de distanciamiento social.

La hostilidad elegante de Obama se queda bastante corta ante cualquier cosa que Trump diría en el transcurso de un mitin habitual, y hasta el momento las verificaciones de datos posteriores a los discursos han sido un trabajo ligero en comparación a las del actual presidente. Un miembro del personal de Obama dijo que todas sus afirmaciones planeadas desde antes para atacar a Trump habían sido verificadas.

Pero su tono, sin embargo, representa una fuerte diferencia con la convocatoria de 2016 de su esposa, Michelle Obama, en apoyo a Clinton: “Cuando ellos se rebajan, nosotros nos elevamos”.

Michelle Obama, que ha grabado videos para la campaña de Biden, no tiene planes de aparecer en los eventos en persona de esta campaña, dijeron asistentes demócratas con conocimiento de sus planes. Su marido, por su parte, está decidido a gastar su capital político ahora, incluso si esto implica abandonar su característica reticencia a insultar a Trump, un hombre al que ha descrito en privado como despreciable.

Durante las conversaciones con el equipo de Biden, el expresidente y sus asistentes detallaron una amplia estrategia final, la cual consiste en eventos en línea y apariciones en persona en estados críticos en disputa dirigidos a votantes negros y jóvenes, los grupos que él cree que son los más receptivos a su mensaje. Los detalles de su calendario han permanecido en modificación constante y dependen de la gravedad de la pandemia y las necesidades cambiantes de la campaña.

En esas conversaciones, Barack Obama delineó el papel de “guerrero feliz”: atacar a Trump directamente como nunca antes lo había hecho, pero con el humor hiriente que empleó durante sus dos campañas a la presidencia.

Según los asistentes, algunos de sus ataques son espontáneos, pero muchos han sido cuidadosamente trabajados, como la línea de “Barry el pekinés”, que fue mencionada el día después del debate presidencial final y fue desplegada para desactivar los ataques de Trump sobre los acuerdos de negocios en China intentados por Hunter, uno de los hijos de Biden.

El enfoque beligerante de Obama tuvo otro beneficio que no fue inmediatamente evidente hasta que comenzó a trabajar en sus comentarios este mes, afirman los asistentes demócratas.

De manera gradual, el exmandatario —que se ha ajustado a las necesidades políticas de la campaña— asumió el clásico papel de guardaespaldas adoptado por Mike Pence y previos candidatos demócratas a la vicepresidencia, lo que ha permitido que la senadora Kamala Harris, la compañera de fórmula de Biden, no tenga que hacer esos ataques y se mantenga, en gran medida, al margen de la refriega.

A pesar de toda su continua popularidad con los votantes demócratas, Obama no está en la boleta en 2020, y su participación frenética y tardía en la campaña en nombre de Clinton no fue decisiva hace cuatro años.

Y su presencia, especialmente en un estado complejo como Florida, no es universalmente positiva.

“Las políticas de Obama sobre cuba fueron profundamente impopulares para muchos votantes en el sur de Florida, y a pesar de su popularidad después de la presidencia, también conlleva algunos riesgos reales”, dijo Alex Conant, un veterano consultor político que trabajó para el senador Marco Rubio, un republicano cubanoestadounidense que se opuso al intento de Obama de normalizar las relaciones con el gobierno de La Habana.

“Obama siempre ha sido hábil para dirigir un mensaje y meter el dedo en la llaga”, agregó Conant. “Pero su capital político no era transferible cuando era presidente, y no está claro si ahora lo es”.



Jamileth


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