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La filantropía de Trump: grandes condonaciones de impuestos y afirmaciones que no siempre cuadran


2020-10-29

Por Susanne Craig, Russ Buettner y Mike McIntire, The New York Times

Los registros financieros ocultos del mandatario ponen en duda varios de sus compromisos caritativos y muestran que la mayor parte de sus donaciones provienen de acuerdos de tierras que compensan sus ingresos.

Según el presidente Donald Trump, él es un filántropo comprometido con muchas organizaciones benéficas. “Si no retribuyes, nunca te sentirás realizado en la vida”, escribió en Trump 101: El camino al éxito, publicado en el apogeo de su fama de El aprendiz.

Y, según sus registros de impuestos, ha devuelto al menos 130 millones de dólares desde 2005, su segundo año como estrella de un programa de telerrealidad.

Pero los registros de impuestos ocultos durante mucho tiempo, obtenidos por The New York Times, muestran que Trump no tuvo que echar mano de su billetera para la mayoría de esas donaciones. La mayor parte de sus deducciones fiscales por caridad, por valor de 119,3 millones de dólares, provino de un simple acuerdo de no urbanizar terrenos, en varios casos, después de que él mismo había archivado los planes de desarrollo.

Tres de los acuerdos implicaron lo que se conoce como servidumbre de conservación, una maniobra, popular entre los estadounidenses ricos, que generalmente permite a un propietario mantener el título de una propiedad y recibir una deducción de impuestos igual a su valor de tasación. En el cuarto acuerdo de tierras, Trump donó una propiedad para un parque estatal.

La fiscala general de Nueva York investiga si las tasaciones de dos de las donaciones de servidumbre de Trump fueron infladas incorrectamente para obtener mayores deducciones de impuestos, según documentos judiciales.

Los pronunciamientos de grandeza filantrópica de Trump han sido ampliamente desacreditados por investigaciones, en particular de The Washington Post, que revelaron que había exagerado o simplemente nunca había hecho una serie de aportaciones anunciadas. Su propia fundación de beneficencia cerró en 2018 en medio de acusaciones de provecho propio en beneficio de Trump, sus empresas y su campaña.

Pero los datos fiscales examinados por el Times dan una nueva autoridad y una mayor precisión a esos hallazgos. Los registros, que abarcan sus actividades filantrópicas hasta 2017, no solo revelan sus dimensiones exactas, sino que también muestran que gran parte de su obra de caridad se realizó cuando estaba bajo presión, es decir, cuando enfrentaba daños en su reputación o a grandes facturas de impuestos en años de altos ingresos.

De los 7,5 millones de dólares en contribuciones empresariales y personales en efectivo comunicados al Servicio de Impuestos Internos (IRS, por su sigla en inglés) desde 2005, más del 40 por ciento —3,2 millones de dólares— llegaron a partir de 2015, cuando la filantropía de Trump fue objeto de escrutinio después de que anunciara su candidatura a la Casa Blanca. En 2017, su primer año en el cargo, declaró 1,9 millones de dólares en donaciones en efectivo. En 2014, por el contrario, contribuyó con 81.499 dólares.

Y sus dos primeras donaciones de servidumbre de tierra se realizaron en lo que los registros de impuestos muestran que fue un período de ingresos gravables significativos: 2005 y 2006, en el punto más alto de su fama en la telerrealidad.

La biografía de la Organización Trump del presidente dice que está “involucrado con numerosas organizaciones cívicas y caritativas”. Cuando anunció su campaña en 2015, dijo que había dado más de 102 millones de dólares a la caridad en los cinco años anteriores.

Si bien es posible que haya optado por no informar sobre algunas de sus donaciones, sus registros tributarios de 2010 a 2014 reflejan mucho menos de lo que afirmó: 735.238 dólares en efectivo y 26,8 millones de dólares en servidumbres de tierras y otras donaciones no monetarias. Seis meses después de la campaña, en diciembre de 2015, se completó otra servidumbre, valorada en 21,1 millones de dólares.

En respuesta a las preguntas del Times, Amanda Miller, portavoz de la Organización Trump, dijo: “El presidente Trump da dinero en privado. Es imposible saber cuánto ha dado a lo largo de los años”.

La información fiscal analizada por el Times incluye totales anuales de las donaciones de empresas e individuos, pero enumera solo ciertas donaciones corporativas.

La mayor donación en efectivo que reportó para sus negocios, hecha a su propia fundación, fue de 400,000 dólares que recibió en 2011 para que se burlaran de él en Comedy Central. En 2014, su vinícola de Virginia contribuyó con una escultura de vidrio valorada en 73,600 dólares a una pequeña sociedad histórica de Pensilvania. Y en 2016, otra de sus empresas dio 30,000 dólares a la American Hotel & Lodging Education Foundation.

Incluso sin los detalles de las donaciones individuales de Trump, el Times pudo identificar las promesas filantrópicas públicas que parecen haber sido exageradas o nunca haberse materializado. En cada caso, el tamaño de su promesa excedió lo que dijo al IRS que había dado en un año en particular.

En 2009, por ejemplo, acordó alquilar su finca de Seven Springs en el condado de Westchester, Nueva York, al dictador libio coronel Muamar Gadafi, quien esperaba quedarse en una tienda de campaña en el recinto durante una reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Aunque los planes se desmoronaron cuando los residentes locales se opusieron, el coronel Gadafi hizo un pago de 150,000 dólares, que Trump dijo a CNN en 2011 que había donado a la caridad. Sin embargo, sus declaraciones de impuestos de 2009 solo informaron de 22.796 dólares en regalos en efectivo comerciales y personales.

En 2015, Trump prometió donar las ganancias de su libro Crippled America: How to Make America Great Again.

“¿Las ganancias de mi libro? Los estoy regalando a un montón de diferentes… incluyendo a los veteranos”, dijo en una conferencia de prensa.

Los registros fiscales muestran que la Agencia Literaria Waxman Leavell, que representó al libro de Trump, le hizo dos pagos en 2015 y 2016, por un total aproximado de 4,5 millones de dólares. En esos años, Trump informó haber donado un total de 1,3 millones de dólares en efectivo a la beneficencia.

Muchas personas ricas crean sus propias fundaciones, a menudo como una forma de tener un mayor control sobre su filantropía. Aunque la fundación de Trump, creada en 1988, donó millones a obras de caridad antes de cerrar en 2018, la mayor parte era dinero de otras personas. El propio Trump donó 5,4 millones de dólares a la fundación, y la última contribución fue en 2008, según la declaración de impuestos de la organización.

Sin embargo, la mayor parte de la filantropía del presidente ha consistido en sus cuatro acuerdos de tierras con grupos conservacionistas o con el gobierno.

Su primera donación de servidumbre, que dio lugar a una deducción de impuestos de 39,1 millones de dólares en 2005, involucró una parcela de tierra en su club de golf en Bedminster, Nueva Jersey.

Al año siguiente, donó 176 hectáreas de tierra para un parque estatal en los condados de Westchester y Putnam en Nueva York después de que los planes de desarrollo se toparon con duras restricciones regulatorias. Aunque el valor exacto de la servidumbre no está claro, informó de contribuciones caritativas que no estaban hechas en efectivo de 34 millones de dólares ese año.

Trump había comprado la propiedad en los años noventa por dos millones de dólares, según numerosos informes publicados. Hoy en día está cubierto de maleza y tiene pocas instalaciones o visitantes.

Las dos deducciones de servidumbre más recientes están siendo examinadas por la fiscala general de Nueva York, Letitia James, como parte de una investigación más amplia sobre si la Organización Trump infló el valor de los activos para obtener préstamos y beneficios fiscales.

En 2014, después de abandonar los planes de desarrollo de una propiedad de poco más de cuatro hectáreas que se utilizaba como campo de práctica en su club de golf de Los Ángeles, Trump recibió una deducción fiscal de 25,1 millones de dólares por un acuerdo de servidumbre con una organización de conservación de tierras. Han surgido pocos detalles de la investigación del acuerdo.

Los documentos judiciales arrojan más luz sobre la otra servidumbre que se está investigando.

A finales de 2015, Trump obtuvo una exención fiscal de 21,1 millones de dólares por 64 hectáreas de tierra en la propiedad de Seven Springs, después de años de intentos infructuosos de construir un campo de golf en ella.

El expediente de la fiscala general dice que después de que Trump abandonó los planes para desarrollar Seven Springs, pidió a Sheri Dillon, una abogada de impuestos de Morgan Lewis que le había aconsejado en el pasado, que hiciera una valoración del terreno.

Dillon le dijo a Cushman & Wakefield, la firma que hizo la tasación, que “el cliente le explotó”, y ella se apoyó en los tasadores para que tomaran medidas que elevarían el valor, según el expediente judicial.

Hace varias semanas, después de meses de retrasos, el hijo de Trump, Eric, declaró en el caso.

Trump ha negado que se haya actuado mal. “El presidente Trump no participó en las tasaciones mencionadas, que fueron realizadas por la empresa de tasación y corretaje más respetada del país”, dijo Miller, portavoz de la Organización Trump.



maria-jose


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