Formato de impresión


Un riesgo que vale la pena correr


2020-11-06

William Savedoff y Ferdinando Regalia | El País

La desproporcionada atención que los medios de comunicación dieron a la “enfermedad inexplicable” de solo uno de los voluntarios participantes en los ensayos clínicos de la vacuna contra la covid-19 da una idea de las enormes expectativas depositadas por el mundo entero en superar esta pandemia por la vía de una inmunización masiva. Sin embargo, para conseguir la vacuna con la máxima celeridad, los países tienen que invertir en el desarrollo y producción de vacunas con probabilidades de éxito. Esto es particularmente necesario para América Latina y el Caribe, que, con el 10% de la población mundial, acumula cerca del 25% de los casos globales de coronavirus.

El cronograma normal del desarrollo de una vacuna suele estar entre los cinco y los quince años. La crisis humanitaria y económica que la covid-19 está ocasionando en todo el planeta no permite esperar esos plazos. El Fondo Monetario Internacional ha estimado que los países de América Latina y el Caribe tendrán en el año 2020 unas pérdidas acumuladas de casi un billón de dólares. Se trata de unas cifras tan elevadas que los beneficios de adelantar el acceso a la vacuna, aunque solo sea un mes, supondrían más de 50,000 millones de dólares para la región. Y eso considerando únicamente los términos económicos.

Las empresas farmacéuticas suelen desarrollar su capacidad industrial a escala comercial solo después de que se haya probado la efectividad y la seguridad de una vacuna. Es más, al principio las empresas normalmente producen de una manera limitada para atender a los mercados de altos ingresos, lo que supone esperas y demoras para los países en desarrollo. Ante esta situación, los gobiernos pueden acelerar el acceso a la vacuna realizando inversiones de riesgo para que las empresas instalen o readapten su capacidad industrial mientras se realizan los ensayos clínicos y antes de que se pruebe su seguridad y efectividad de la vacuna. Es una apuesta sin garantía absoluta de éxito, pero los beneficios bien valen el riesgo.

Así lo han visto todos los países de alto ingresos que ha invertido miles de millones de dólares para asegurarse centenares de millones de dosis de la vacuna, antes de que sean certificadas, mediante acuerdos bilaterales con múltiples productores. Además, los países con capacidad de producción darán una cierta prioridad a abastecer su demanda interna antes de ofrecer vacunas para la venta a otros países.

América Latina y el Caribe, por su parte, está invirtiendo en vacunas mediante acuerdos bilaterales y multilaterales. Hasta el mes de octubre, 27 países latinoamericanos habían firmado compromisos para su participación en el Mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas contra la covid-19, también llamado COVAX, que será administrado por la Alianza para las Vacunas (GAVI). Brasil, Argentina, Chile, Colombia, México y Perú, entre otros, han negociado ya o están en proceso de negociar con diversas compañías farmacéuticas. Algunos países de mediano-bajos ingresos en la región podrán tener acceso a cierta cantidad de dosis de eventuales vacunas gratuitamente gracias a donaciones a través del mecanismo COVAX.

    Los beneficios de adelantar el acceso a la vacuna, aunque solo sea un mes, supondrían más de 50,000 millones de dólares para América Latina y el Caribe.

La reciente publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) “Compra a riesgo de vacunas contra el COVID-19” muestra lo valiosa que es una vacuna segura y efectiva. Este trabajo, liderado por Michael Kremer, uno de los ganadores del premio Nobel de Economía del año pasado, señala que merece la pena invertir miles de millones de dólares de las arcas públicas en compromisos de compra adelantada y en capacidad de producción para acelerar, aunque solo sea tres meses, la disponibilidad de vacunas en la región.

Aún bajo supuestos muy conservadores, la publicación señala que invertir 2,600 millones de dólares en una posible vacuna con un 29% de probabilidades de éxito y la posibilidad de vacunar al 20% de la población, podría, potencialmente, beneficiar a la región en su conjunto con tres meses de problemas económicos y de salud minimizados por un valor de 8,700 millones de dólares, lo que supondría una ganancia neta de 6,100 millones. Una proyección más ambiciosa de invertir 19,000 millones de dólares en un portafolio de tres vacunas podría ahorrar a la región 35,000 millones de dólares, con beneficios de 16,000 millones y una probabilidad de éxito del 58%.

La lógica es, pues, innegable: los beneficios de invertir en un buen portafolio de potenciales vacunas, diferenciado en términos de plataformas de desarrollo y de geografías de producción, para inmunizar a la población son tan grandes que tiene sentido invertir fondos públicos, incluso si eso requiere préstamos. Por muy extraño que pueda sonar, contraer deuda para invertir en vacunas podría ser lo más responsable.



Jamileth


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com