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Cómo trabajar a distancia… desde el extranjero


2020-11-16

Por Claudio E. Cabrera | The New York Times

Mi pareja y yo sentimos que podíamos viajar sin peligro. Así que empacamos botellas grandes de desinfectante, verificamos dos veces la conexión de internet y nos fuimos.

Cuando decidí viajar a México en medio de la pandemia durante más de un mes, no muchos de mis amigos y familiares apoyaron la idea, pues estaban preocupados, con justa razón. El país es actualmente uno de los más afectados por el virus, y ahora se acerca a casi 900,000 casos.

Es evidente que viajar en este momento no es una opción para todos, pero mi pareja y yo sentimos que podíamos escaparnos y, como nuestros empleadores nos piden trabajar a distancia, probablemente no tendría una mejor oportunidad de trabajar en el extranjero que esta vez.

Queríamos viajar y visitar el lugar con la mayor seguridad posible, no solo en el vuelo de Nueva York a Ciudad de México, sino también durante nuestra estancia en la capital y la comunidad costera de Tulum. Además, necesitábamos poder trabajar a distancia, lo que requiere una conexión sólida a internet, un teléfono móvil que funcione y un lugar tranquilo para concentrarse.

Esto es lo que aprendimos mientras trabajábamos a distancia, en el extranjero.

Es útil hablar el idioma… e investigar aspectos de seguridad

Antes de reservar nuestro viaje este verano, consideramos otros países como Barbados, las islas Turcas y Caicos, Jamaica e incluso la patria de nuestros padres, República Dominicana, pero el español es nuestra lengua materna y hemos viajado a México con bastante frecuencia en los últimos años. Esa familiaridad fue reconfortante. Además, teníamos amigos que habían ido antes y nos dijeron que en Tulum, donde pasaríamos la mayor parte del tiempo, los restaurantes, las tiendas y otros lugares públicos cumplían con el distanciamiento social, el uso obligatorio de cubrebocas y otras medidas de seguridad.

Empaca todo lo que necesites

En épocas normales, por lo general piensas en llevar protector solar, trajes de baño y todo lo que llevarías a un viaje a la playa. Como todos sabemos, esta no es una época normal.

No solo empacamos todo lo necesario para unas semanas de viaje, sino que también empacamos cien cubrebocas desechables, guantes, dos botellas grandes de desinfectante y alrededor de diez botellas de desinfectante de bolsillo que planeábamos llevar con nosotros cada vez que saliéramos.

También viajamos con toallitas desinfectantes ya que queríamos desinfectar nuestros teléfonos e incluso nuestras computadoras portátiles.

Lo único que olvidamos y que recomiendo llevar es un termómetro para tomarte la temperatura si te enfermas. Tuvimos la suerte de no presentar ningún síntoma, pero nos arrepentimos de no tenerlo.

Hazte la prueba: si no te la piden para entrar, al menos hazlo para tener paz mental

México no tenía ningún requisito que te obligara a hacerte la prueba antes de tu llegada, pero nos hicimos una prueba de coronavirus tres días antes de partir, nos pusimos en cuarentena y recibimos los resultados un día antes de viajar. Queríamos asegurarnos de no ser nosotros quienes propagaran el virus en el avión.

Ponte cubrebocas en el avión y en el transporte que elijas

Como volábamos desde Nueva York, pensamos que viajaríamos en un vuelo vacío, pero nos equivocamos; podría sucederte lo mismo si vuelas a un destino turístico.

Pero habíamos planeado tomar varias precauciones. Usamos guantes y cubrebocas en el aeropuerto y en ambos vuelos. Además, cada uno llevaba una sudadera con capucha, para tratar de cubrir la mayor parte de nuestros cuerpos, aunque eso significara tener un poco de calor durante todo el vuelo. Solo nos hizo sentir mejor.

Una vez que subimos al avión, rociamos nuestros asientos con desinfectante y también limpiamos los reposabrazos y las bandejas. Nos quedamos allí durante las aproximadas tres horas y media de vuelo, sin levantarnos de nuestros asientos. Sugiero pasar al baño antes de subir al avión para que no tengas que levantarte y caminar por los pasillos estrechos y usar el baño del avión. Tampoco comimos a bordo.

Una vez que aterrizamos, nos apegamos a usar Uber. (Como muchos neoyorquinos, no tenemos licencia de conducir). Ninguno de los dos se sintió cómodo con la idea de usar el transporte público y el servicio de la aplicación de vehículos privados era asequible y conveniente.

Aunque, siendo honestos, fue un riesgo, como todo el viaje en general. En México, descubrimos que muchos de los autos no tienen divisiones de plástico que separen al conductor de los pasajeros; sin embargo, la mayoría de los conductores usaban cubrebocas, nosotros siempre viajamos con cubrebocas y abrimos las puertas de los autos con guantes.

En realidad, solo nos desplazábamos en auto cuando era necesario. En Ciudad de México, donde nos quedamos cuatro días, nos movimos principalmente a pie. En Tulum, alquilamos bicicletas para desplazarnos.

Busca un ‘santuario’ para hospedarte

En cuanto al alojamiento, éramos un poco recelosos de la idea de alojarnos en un hotel (a pesar de que ya nos habíamos arriesgado a viajar). Buscábamos un espacio en el que supiéramos que no nos encontraríamos con mucha gente, y si lo hacíamos, sería en un volumen menor y con menos frecuencia. Así que investigamos un poco. En Tulum, encontramos un Airbnb en un complejo llamado Sanctuary, en una comunidad privada llamada Aldea Zama. Esto nos proporcionaba un lugar donde no teníamos que ir mucho a la ciudad, ya que Aldea Zama tenía algunos restaurantes y una tienda de comestibles, y por 50 dólares la noche, este Santuario era asequible.

El edificio tenía solo dieciocho apartamentos en total y tres pisos, así que rara vez, si acaso, nos encontramos con gente, y tenía instalaciones como una piscina y un gimnasio que limpiaban a diario. Además, el apartamento tenía dos balcones y más de 186 metros cuadrados, lo que nos daba a ambos espacio suficiente para instalar nuestras estaciones de trabajo.

Verifica la conexión a internet

El acceso a internet es fundamental para cualquier trabajador a distancia. Siempre verifica con tu hotel o con el anfitrión del Airbnb antes de viajar para confirmar cómo conectarte y verificar la fuerza y confiabilidad de la conexión inalámbrica. En Tulum, descubrimos que la electricidad se cortaba a menudo, así que hubo periodos en los que podíamos estar sin conexión durante una o dos horas, pero me había asegurado de tener un punto de acceso personal a internet en mi teléfono.

Antes de partir, llama a tu proveedor de servicios de telefonía para analizar la conectividad en tu destino. Yo tuve dificultades para obtener acceso con un proveedor hasta que llamé a mi compañía telefónica en Estados Unidos y un representante mencionó que otro proveedor podría ayudar. El representante también me guio mientras yo revisaba mi teléfono para encontrar y seleccionar al proveedor de telefonía celular que me diera mejor recepción (Consejo: el roaming [la itinerancia] tiene que estar activado para encontrar a cualquier proveedor adicional).

En las noches y días libres, diviértete… con seguridad

Pasé la mayoría de mis días trabajando dentro del apartamento, pero salí con frecuencia en bicicleta para ir a la ciudad o a un mercado local. Por las noches, comíamos en el apartamento, íbamos a un restaurante local o salíamos para ver la puesta de sol en la playa. (Conocimos a muchos estadounidenses que se mudaron a Tulum durante la pandemia).

Cuando salíamos a comer, todos los restaurantes techados o al aire libre que encontrábamos seguían un sistema en el que tomaban tu temperatura, te rociaban con desinfectante y te hacían pisar una charola pequeña de agua como desinfectante (no teníamos claro si esto realmente impide la propagación del virus). Evitamos los pocos restaurantes que parecían tener normas demasiado laxas de distanciamiento social.

El distanciamiento social de dos metros se aplicaba en la mayoría de los lugares a los que fuimos, desde los restaurantes pequeños hasta los grandes, así como el uso de cubrebocas.

No esperes que todos los destinos turísticos habituales, como los sitios históricos y los museos, estén abiertos. Aunque sí hicimos algunos paseos de un día, incluyendo la visita a los cenotes, sabíamos que nuestras opciones eran limitadas (como las de la mayoría de los viajeros en la era del coronavirus).

Aprende una lección o dos

Recomiendo permanecer con tu pareja o amigo en todo momento durante el viaje: se trata de trabajar en equipo para evitar la exposición al virus, aun cuando se fastidien uno del otro. (Definitivamente nos sucedió en algunos momentos).

Para muchos, este viaje podría parecer arriesgado y peligroso, pero nosotros nos sentimos preparados, nos protegimos lo mejor posible y evitamos las aglomeraciones.

Antes de viajar, unos amigos nos dijeron que se sintieron más seguros caminando en México que en Florida o Nueva York, y nosotros volvimos con la misma sensación.

De hecho, me sentí muy seguro en el extranjero de maneras que no sentía en casa antes y después de regresar. El viaje me dio un poco de paz durante un periodo muy difícil.



maria-jose


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