Formato de impresión


¿Qué será de Ivanka y Jared después de la era Trump?


2020-11-26

Por Elizabeth Williamson | The New York Times

El final de la presidencia de Trump deja a su hija Ivanka y a su yerno Jared Kushner en busca de un nuevo hogar, pero parece que no será en su antiguo departamento de Nueva York, sino en una casa en la vecina Nueva Jersey.

Los funcionarios de la ciudad de Bedminster, Nueva Jersey, tienen los planes para un posible futuro de la familia Trump, o al menos los planos: una importante adición a la “cabaña” de Ivanka Trump y Jared Kushner en los terrenos del Trump National Golf Club, cuatro nuevas canchas de pickleball, un helipuerto reubicado y un complejo de spa y yoga.

Mientras Manhattan espera la noticia del regreso de la familia Trump, la primera hija y su marido parecen hacer preparativos en otro lugar: un refugio resguardado en Nueva Jersey, el llamado estado Jardín, tal vez, o en Florida, donde el presidente Donald Trump está renovando su propiedad de Mar-a-Lago.

Pero Nueva York ahora parece inhóspita y no está en ningún lugar en sus planes.

“Aunque parezca extraño, incluso lo tendrán más difícil que el propio Trump”, dice Donny Deutsch, magnate de la gestión de marcas en Manhattan y crítico incondicional de Trump en la televisión por cable. “Él es despreciable pero muy influyente”.

“Esos dos solo son los desafortunados secuaces que lo acompañaron”.

Sam Nunberg, quien fue asesor de la campaña de Trump durante un breve periodo, dijo que nunca se atrevería a dar consejos a la pareja, pero “me mudo a Florida el año que viene por los impuestos y el estilo de vida”.

Dondequiera que se instalen, Ivanka Trump y Kushner parecen listos para una rápida salida de Washington, donde siempre tuvieron problemas para encajar. La pareja ya había ampliado 230 metros cuadrados su “casa de campo” en Nueva Jersey en 2016, añadiendo un sótano y una sala de estar con chimenea, todo ello documentado por ella en Instagram. Los nuevos planes para Bedminster Township prevén la ampliación del dormitorio principal, el baño y el vestidor, dos nuevos dormitorios, un estudio y una terraza en la planta baja, lo que la hace más comparable a la casa de 5 millones de dólares que alquilaron por 15,000 dólares al mes en el exclusivo enclave de Kalorama en Washington.

Los planes también prevén añadir cinco “cabañas” más de 460 metros cuadrados cada una a la propiedad, y un complejo recreativo con tratamientos de spa y una “tienda general”. Un amigo de la familia dijo el martes que las renovaciones han estado en marcha por un tiempo, pero los representantes de Trump están listos para presentar los planes al municipio el 3 de diciembre.

Cuando Ivanka Trump y Kushner se mudaron a Washington, habían convencido a muchos de que serían una voz moderadora en el Ala Oeste.

Desde entonces ha sido una turbulenta aventura social, ilustrada de manera inmejorable por su experiencia con la Milton Gottesman Jewish Day School de la capital de Estados Unidos. En 2017, matricularon a sus dos hijos mayores en esa escuela primaria privada.

El pequeño cuerpo estudiantil de esa institución se inclina de manera evidente hacia la progenie de funcionarios públicos y diplomáticos ridiculizados por Trump como el “Estado profundo”. La inscripción de los Kushner creó el tipo de división acalorada que ha seguido a los Trump al lugar al que van durante los últimos cuatro años. Algunos padres presionaron para negarles la admisión; otros instaron a la tolerancia porque los niños no son responsables por lo que veían como los pecados de su abuelo.

Una vez que sus hijos fueron admitidos, Trump y Kushner tendían a violar la regla tácita del mundo de las escuelas privadas de Washington: los padres de estudiantes con fuertes medidas de seguridad mantienen las disrupciones al mínimo, dijeron cuatro padres. En los eventos escolares, la familia y su séquito de seguridad a menudo ocupaban las dos primeras filas y se mantenían de pie para saludar a los simpatizantes del gobierno, dijo un padre irritado.

Tres personas, incluidas dos que estaban presentes, hablaron sobre una fiesta de cumpleaños a la que asistieron los niños, donde Kushner los acompañó y luego le pidió la contraseña de wifi a los anfitriones para poder trabajar en la sala.

Las tensiones llegaron a un punto crítico este otoño, después del evento para anunciar la nominación de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema, en el que hubo pocas mascarillas, ningún distanciamiento social, un brote de infecciones de coronavirus y la posterior hospitalización del presidente con la COVID-19. Con los padres en pie de guerra, los administradores escolares se acercaron a la familia para preguntar sobre la posible exposición de los estudiantes, el más joven de los cuales había estado asistiendo a clases presenciales. Según una persona familiarizada con las discusiones, las conversaciones fallaron debido a la renuencia de la pareja a responder preguntas básicas como cuándo fue la última vez que sus hijos estuvieron en contacto con Trump.

El 19 de octubre, la familia retiró a los niños de la institución y los inscribió en otra escuela primaria judía ubicada en Rockville, Maryland, un suburbio de Washington.

Una portavoz de la Casa Blanca, Carolina Hurley, ha emitido la misma respuesta general desde la semana pasada cuando la Agencia Telegráfica Judía informó por primera vez sobre la salida de los niños de la escuela: “Es vergonzoso que fuentes anónimas ataquen la decisión de una familia sobre lo que es mejor para sus hijos, en medio de una pandemia. Como ocurre con todas las familias, las opciones escolares y la educación son decisiones profundamente personales y no le deben a nadie, especialmente a los chismes ociosos que buscan la atención de la prensa, una explicación”.

La escuela también se ha ceñido a su declaración oficial: “Nuestra comunidad escolar ha realizado esfuerzos extraordinarios para proporcionar un entorno de aprendizaje seguro y de apoyo durante estos tiempos difíciles. Como es nuestra política desde hace mucho tiempo, no hablamos de estudiantes y familias individuales”.

Así le ha ido en Washington a la familia, cuyos vecinos incluyen a los Obama y Jeff Bezos. El Daily Mail, un tabloide dedicado a los chismes, instaló al paparazzi Matthew D’Agostino en la calle frente a la casa de la familia. Los vecinos liberales o sus invitados pasaban junto al automóvil del fotógrafo ofreciendo noticias, murmurando que los contribuyentes estaban pagando la cuenta del Servicio Secreto para quedarse en un apartamento cercano y hablaban sobre los diplomáticos del Medio Oriente que visitaban la casa del embajador jordano ubicada al otro lado de la calle.

D’Agostino le transmitía esos comentarios a los editores que estaban más interesados en “tomas de cuerpo entero; quieren el vestido, los zapatos, el bolso”, o una foto de la botella de vino barata que Steven Mnuchin, el multimillonario secretario del Tesoro, llevó para una cena.

La residencia de los Kushner fue ocupada en el pasado por Shirley Temple Black, la estrella de cine convertida en diplomática, cuya estadía se conmemora en una placa de bronce. “¿Qué placa pondrán cuando se hayan ido?”, se preguntó D’Agostino con una cerveza frente a su auto. “La respuesta es que ninguna”.

La casa estaba cerca de la sinagoga de la familia. Judíos observantes, con frecuencia caminaban allí de acuerdo con la tradición del sábado, seguidos por unos 15 agentes del Servicio Secreto.

“Fuera del edificio pueden ser una de las parejas más famosas de Estados Unidos, pero dentro de la sinagoga son solo una joven pareja judía que intenta criar a sus hijos en la tradición judía”, dijo el rabino Levi Shemtov, vicepresidente ejecutivo de American Friends de Lubavitch (Jabad) y líder espiritual de su congregación, TheSHUL, en la capital de la nación en Kalorama.

Quizás la mayor contribución de Ivanka Trump a la comunidad cultural de Washington fue involuntaria. En 2019, la artista conceptual de Washington Jennifer Rubell creó Ivanka Vacuuming, patrocinada por CulturalDC, una obra en la que una joven de 16 años que se parecía a Ivanka Trump aspiraba las migas que los espectadores arrojaban sobre una alfombra rosa.

“Realmente no pretendía que la pieza solo fuera una crítica de ella. Pensé que era una acusación para el espectador y para todos nosotros sobre nuestra percepción de ella”, dijo Rubell en una entrevista. “La invité a ver la obra. Fui muy ingenua porque creí que ella pensaría que era algo divertido”.

En cambio, Ivanka Trump tuiteó: “Las mujeres pueden elegir entre demolerse o construirse una a otra. Yo elijo lo último”. Los comentaristas conservadores y los hermanos de Trump criticaron el trabajo de Rubell durante días. La artista dijo que recibió amenazas de muerte.

Para la artista y sus colegas, fue un punto de inflexión en la personalidad de Ivanka Trump en la vida real, desde cuando era percibida como una influencia moderadora hasta convertirse en una guerrera cultural conservadora.

Para cuando la campaña de 2020 estaba en pleno apogeo, todas las esperanzas liberales que ella llevó consigo a Washington se habían desvanecido.

“Por primera vez en mucho tiempo, tenemos un presidente que ha denunciado la hipocresía de Washington y lo odian por eso”, declaró en los terrenos de la Casa Blanca durante la Convención Nacional Republicana. “Papá, la gente te ataca por ser poco convencional, pero yo te amo porque eres real”.

Días antes de las elecciones, declaró: “Estoy a favor de la vida, y no me disculpo por eso”.

Tales declaraciones parecen haber hecho imposible el regreso a Manhattan, al menos por ahora.

“Tan pronto como deje el Distrito de Columbia y se ubique en la residencia que posee con Kushner en la Trump Park Avenue en Manhattan, suplicará para estar de vuelta en la escena”, dijo el 6 de noviembre ArtNet News. “En 2017, el mundo del arte organizó una serie de campañas en las redes sociales, protestas y acciones performativas bajo el lema Querida Ivanka, instándola a rechazar la plataforma de odio y división de su padre. Eso no funcionó”.

No todo el mundo espera ese tipo de turbulencia. “Creo que ella es una persona maravillosa e inteligente, y ha manejado la situación muy muy bien”, dijo este mes al Daily Mail Georgina Bloomberg, cuyo padre, Michael Bloomberg, gastó más de mil millones de dólares de su fortuna para derrotar a Trump. “Al final del día es su padre, y a ella le achacan muchas críticas que no se merece”.

En cuanto a los negocios, a la pareja no les faltarán opciones, dado el dinero de la familia Kushner. Dos personas que los conocen dijeron que Ivanka Trump podría resucitar sus marcas de joyería y ropa, dirigidas a sus nuevos fanáticos conservadores, pero dos más dicen que esa línea no se vendería.

“Kushner está en el negocio inmobiliario. Puede hacer tratos de bienes raíces, y si está haciendo algo con el nombre de Trump, puede monetizarlo en las áreas republicanas”, dijo Deutsch.

Nadie descarta a Ivanka Trump en el mundo de la política, ni como candidata o como un personaje influyente.

“Si estoy tratando de mantener mi escaño en el Senado o si me estoy postulando en las elecciones para gobernador en Michigan, Wisconsin o Pensilvania, no solo quiero al presidente Trump, quiero a todos los Trump allí”, dijo Nunberg.

“Creo que ella puede vivir en dos mundos, el populista conservador de Trump y, no lo digo de forma despectiva, la esfera republicana, tipo country club, de Jeb Bush y Nikki Haley”, dijo.

La sociedad de Manhattan es una historia diferente. Christopher Buckley, un veterano autor de historietas que satirizó al gobierno de Trump en la novela Make Russia Great Again, dijo: “Washington tiende a ser más tolerante con las demás criaturas del pantano, que continuamente disfrutan de los favores del público y luego caen en desgracia”.

Eso no se extiende a “Manhattan, donde las listas de quién es quién son tablillas sagradas”, añadió. Y concluyó: “Podría haber más Grubhub que La Grenouille en su futuro gastronómico”.



maria-jose


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com