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Disparos con canicas de vidrio y perdigones de plomo abren debate sobre violencia policial en Perú


2020-12-18

Marcelo Rochabrun

LIMA, (Reuters) - Rubén Guevara estaba protestando en Lima en noviembre en una calle nublada por el humo tóxico de los gases lacrimógenos cuando sintió el impacto en su cara de un objeto que parecía una bomba lacrimógena que le dejó la retina seriamente dañada.

“Estábamos protegiendo a los muchachos que estaban en el piso y la policía seguía avanzando y disparando directo. No les importaba que estén en el piso. Y ahí es donde me impacta”, dijo Guevara.

Como Guevara, millones de peruanos marcharon en contra del presidente interino Manuel Merino el mes pasado. Luego de solo cinco días en el poder, Merino renunció, presionado por las intensas protestas que dejaron dos manifestantes muertos y unos 200 heridos.

La reacción de la policía a las protestas en la capital ha generado un debate sobre la brutalidad de las fuerzas y ha llevado a algunos a pedir reformas más profundas.

Activistas de derechos humanos dicen que la violencia policial en Perú ha ocurrido históricamente en el interior del país, donde los peruanos de menores ingresos tienen más dificultades para encontrar justicia.

Reuters verificó que al menos 20 manifestantes recibieron disparos con perdigones de plomo y canicas de vidrio durante las protestas en Lima, según reportes médicos, entrevistas, e información compilada por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.

El jueves, Human Rights Watch dijo que había recabado información “sólida y creíble” de que esas municiones habían sido usadas por la policía.

Al menos seis de los heridos en las protestas fueron hospitalizados por más de tres semanas. Un tercer manifestante murió en otra protesta en el norte del Perú este mes.

La policía de Perú se abstuvo de comentar, pero se ha defendido previamente diciendo que los agentes solo usaron perdigones de goma, y que cualquier perdigón de plomo o canica tuvo que haber sido disparado por los manifestantes.

Jorge Vásquez, un médico de la morgue de Lima, dijo que este año ha aumentado el número de muertes relacionadas con operativos policiales. Vásquez examinó el cuerpo de uno de los muertos en las protestas, y también los de varias víctimas de una estampida mortal en una discoteca, ocasionada por un operativo policial en agosto.

“Se está volviendo normal que la policía actúe sin inteligencia y cause la muerte de personas, muertes que no debieron suceder”, dijo Vásquez.

Siguiendo las protestas contra la injusticia racial y la brutalidad policial en Estados Unidos este año, Latinoamérica también ha experimentado una ola de enojo hacia la percepción de impunidad policial, con manifestaciones de rechazo en Chile, Colombia, México y Brasil.

En Perú, los activistas de derechos humanos dicen que las fuerzas policiales se han visto envalentonadas en parte por una nueva Ley de Protección Policial que entró en vigencia al comienzo de la pandemia y que da respaldo a los agentes que disparan en transcurso de su trabajo.

El nuevo presidente de Perú, el centrista Francisco Sagasti, ha prometido que no habrá impunidad para los oficiales violentos y removió a 18 oficiales de alto rango después de la protesta, diciendo que era parte de un plan de “fortalecer” a la policía.

Más de un mes después de las primeras protestas, ningún oficial o civil ha sido denunciado por las autoridades como sospechoso de las acciones violentas durante la protesta.

“¡LO MATARON!”

Imágenes captadas por Reuters TV el 14 de noviembre durante la parte más tensa de las protestas en Lima muestran cómo la policía disparó bombas lacrimógenos a los manifestantes sin dar advertencias verbales primero. Las bombas fueron lanzadas a la altura del cuerpo o apuntando al cielo, lo que eleva la probabilidad de que hieran manifestantes.

Las imágenes también muestran a los policías abriendo fuego contra los manifestantes, quienes anteriormente habían tirado piedras y pirotécnicos a los oficiales. Pero los videos no muestran a ningún manifestante cargando algún arma de fuego.

Jack Pintado murió ese día con 10 perdigones de plomo en su cuerpo, según documentos médico-legales. Tres semanas después, Jorge Muñoz, murió en una vereda en el norte de Perú después de ser impactado por un “proyectil de plomo” durante una protesta.

“¡Lo mataron estos tombos!”, gritó una persona cerca al cuerpo de Muñoz, usando una jerga peruana para referirse a la policía. Mientras tanto, otros manifestantes trataban de lavar su cráneo sangrante y fracturado, según videos recopilados por la familia de Muñoz. A unos metros de distancia, se veía una fila de policías con escudos de cuerpo entero.

Algunos manifestantes que sobrevivieron en Lima sufrieron heridas muy graves.

A Lucio Suárez lo golpearon tres perdigones en la cabeza, penetrando su cráneo y alojándose en su cerebro, según registros médicos.

A Yoel Maylle, un estudiante universitario, le impactó un perdigón en la cabeza mientras usaba un balde como casco. Su hermana dijo que estaba en riesgo de quedar sordo de un oído.

Andrés Rivero pasó semanas en el hospital también con un cráneo fracturado y necesita una nueva operación en enero. Fuera del hospital, su mamá dijo que estaba teniendo algunos problemas para hablar.

La familia quiere justicia, pero la investigación está todavía en una frase preliminar.

“¿Reforma policial? Sí”, dijo Mario Rivero el papá de Andrés. “Pero primero que paguen los policías que le hicieron esto a mi hijo”.

El exministro del interior José Luis Pérez Guadalupe dijo que era “altamente probable” que los perdigones usados en la protesta hayan sido disparados por agentes de la policía.

“GENTE DESPROTEGIDA”

Otros manifestantes como Guevara, quien aún ve imágenes borrosas por un ojo, sufrieron heridas serias a causa de las bombas lacrimógenas.

Imágenes de Reuters muestran que en un momento, la policía disparó una decena de bombas lacrimógenas en el lapso de 10 segundos, la mayor parte hacia el cielo, obligando a los manifestantes a usar sus carteles políticos como escudos.

“Un montón de gente desprotegida, junto con una policía que no parece ser particularmente buena en esto, son los ingredientes para crear un desastre,” dijo Ed Maguire, profesor de criminología en la Arizona State University.

Varios manifestantes contaron a Reuters cómo la policía disparó gases lacrimógenas a multitudes que ya habían entrado en pánico.

“Lanzaron las bombas, y nos rodearon. Por adelante había gas, por atrás, por la izquierda, y cuando queríamos salir por la ultima salida nos encerraron con gas por arriba”, dijo César Lecarnaqué, un estudiante de medicina que el 14 de noviembre ayudó a tres manifestantes con heridas por perdigones.

“Tratamos de regresar pero la policía nos volvió a disparar (...) y ahí sentí que me iba a morir”, agregó.

Yovanny Salas fue a las protestas con la intención de desactivar bombas lacrimógenas, pero quedó sorprendido por la magnitud de la violencia policial. “Eventualmente el tema dejó de ser protesta, y se volvió sobrevivir a los ataques de la policía”, dijo Salas. “Creo que fue el único día en que confiaba más en cualquiera en la calle que en la misma policía”.

La prensa también reportó heridos. Según el Comité para la Protección de los Periodistas, al menos 35 reporteros fueron lesionados, incluyendo un fotógrafo que estaba trabajando para Reuters, a quien le impactó un perdigón superficialmente.

Alonso Chero, un fotógrafo del diario El Comercio, estaba cubriendo las protestas en Lima cuando dijo que la policía empezó a disparar. Chero se encontraba entre los policías y los manifestantes, dándole la espalda a los oficiales. Mientras él se agachaba y corría hacia un lugar seguro, contó, sintió el impacto de un disparo en su espalda.

Un doctor luego filmó cómo extrajo una canica de vidrio del cuerpo de Chero que por poco llega a su columna.

“Para mí, la decisión de usar una canica de vidrio no tiene ninguna diferencia con la decisión de disparar una pistola convencional”, dijo Maguire, el profesor de criminología.



Jamileth


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