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Trabajar desde la cama, en realidad, es genial


2021-01-12

Por Taylor Lorenz | The New York Times

Durante años, los expertos en el sueño han coreado el mismo consejo por encima de cualquier otra cosa: los dispositivos electrónicos deben quedarse afuera de la habitación.

Sin embargo, desde que comenzó la pandemia en marzo, millones de estadounidenses han desafiado esa directriz y comenzaron a trabajar precisamente en el sitio donde duermen. Redactan documentos legales, producen eventos, realizan llamadas a clientes, programan, envían correos electrónicos, estudian y escriben, todo bajo las sábanas.

Ese no era el plan. Al principio, muchos de ellos invirtieron en escritorios y otros equipos con la intención de que sus hogares fueran los más ergonómicos y parecidos a una oficina que fuera posible.

Cuando la ciudad de Nueva York entró en cuarentena en marzo, Vanessa Anderson, de 24 años, instaló un pequeño escritorio en su sala. Estaba trabajando para una agencia que representa a chefs privados y quería mantener cierta apariencia de separación entre el trabajo y el sueño. “Por un tiempo estuve realmente comprometida con no trabajar desde mi habitación para nada”, comentó.

En mayo, Anderson trasladó su escritorio a su habitación para tener más luz. “Mi cama estaba ahí, tentándome”, dijo. Estableció reglas: solo se acostaría en la cama después de las 2:00 p. m. Sin embargo, esa hora empezó a adelantarse cada vez más. Ya en julio, su cama se había convertido en su oficina de tiempo completo.

Desde entonces, Anderson ha cambiado de empleo —ahora trabaja en el sector de comercio electrónico para una tienda de especias— y solo trabaja de forma remota parte de la semana, pero todavía desde su cama. Hablando con otras personas, ha descubierto lo común que es esa práctica. “He estado en llamadas en las que ambos participantes hemos estado en cama”, mencionó. “Al final de la llamada, algunos han preguntado: ‘¿Cómo te va con la pandemia? Oh, ¿estás en la cama en este momento? ¡Yo también!’”.

A lo largo del tiempo, trabajar desde la cama es una tradición consagrada por algunas de las figuras más talentosas de la historia. Frida Kahlo pintó obras maestras desde su cama con dosel. Winston Churchill, de quien era bien sabido que solía levantarse tarde incluso durante la Segunda Guerra Mundial, dictaba a sus mecanógrafas mientras desayunaba en la cama. Edith Wharton, William Wordsworth y Marcel Proust redactaron prosa y versos en la cama. “Soy un autor completamente horizontal”, le dijo Truman Capote a The Paris Review en 1957. “No puedo pensar a menos que esté acostado”.

Además de alimentar el pensamiento creativo, el dormitorio puede ser un refugio del caos de la vida hogareña. Los padres se retiran a su recámara para esconderse de sus hijos confinados en casa. Otros huyen de sus compañeros de piso.

“Creo que una de las cosas que estamos reconociendo es que todos estamos en lugares estrechos en sentido figurado y literal, en especial si tienes un compañero de apartamento o un cónyuge, y sencillamente no hay suficiente espacio en casa para tener la privacidad necesaria para realizar tu trabajo”, dijo Sam Stephens, cantante y compositora de 35 años de Nashville, Tennessee.

Trabajar desde la cama también podría ser el síntoma de un malestar colectivo. “Paso mucho más tiempo trabajando desde la cama a pesar de que tengo una computadora, un escritorio y una silla de oficina”, contó Abelina Ríos, una YouTuber de 26 años de Los Ángeles. “Creo que todo el mundo está deprimido por la pandemia y, cuando estás deprimido, una de las cosas más difíciles es levantarte de la cama”.

Mucha gente, sin embargo, no se avergüenza de su elección de quedarse en la cama todo el día. Poulomi Banerjee, de 26 años, recaudadora de fondos en Maryland, dijo que ha trabajado así desde la escuela secundaria. “No podía concentrarme a menos que estuviera súper cómoda”, dijo.

Daniel Peters, de 45 años, vendedor en San Francisco, trabaja específicamente en el lado de la cama de su esposa durante el día. (¿Por la higiene del sueño?) Explica que trabajar desde la cama podría ser una expresión de negación. “Me pregunto si casi inconscientemente no aceptamos que esto es la vida real”, dijo. “¿Sentarse en una mesa o escritorio hace que se sienta más como en la vida real? Todos sentimos que esta pandemia solo tomaría un tiempo y que aún continúa. Si me siento en mi escritorio todo el día, ¿significa que así será a tiempo completo?”.

Liz Fosslien, de 33 años y autora de No Hard Feelings, un libro sobre cómo influyen las emociones en el trabajo, se lleva la computadora a la cama todas las mañanas, con todo y ratón inalámbrico. “Uso mi colchón como alfombrilla del ratón”, dijo. Su consejo para todo aquel que esté haciendo lo mismo estos días: “No te sientas mal por eso. Es fácil decir ‘Fuchi, estoy en pijama, no me he lavado el cabello, ¿qué estoy haciendo?’, pero en realidad lo importante es la calidad de lo que estés realizando”.

Un argumento importante contra el uso de los dispositivos en la cama es que puede erosionar aún más los límites entre el trabajo y el hogar e interrumpir el ciclo del sueño. Pero hasta Arianna Huffington, ejecutiva de medios convertida en predicadora del sueño, ha llegado a trabajar en la cama desde que comenzó la pandemia.

“Creo que puede funcionar muy bien para la gente, pero es fundamental poner ciertos límites”, opinó. Huffington aconseja mantener la mesita de noche libre de desorden y asegurarte de detener el trabajo por completo a la hora que debe terminar tu jornada laboral, levantarte de la cama y guardar los dispositivos electrónicos en otra habitación.

“Recomiendo encarecidamente tener una transición real”, dijo. “Yo me doy una ducha caliente para olvidarme de lo sucedido durante el día. Cámbiate de ropa, ponte una camiseta diferente para dormir. Me encanta la lencería bonita. Te hace sentir como que ya por fin es hora de dormir”.

Los defensores de la cultura del escritorio argumentan que no hay manera de que alguien pueda ser productivo desde la cama. “No conozco a nadie que trabaje realmente acostado bocabajo, pero conozco a muchas personas que trabajan en la cama (mi esposo, por ejemplo). Creo que todos ellos son unos vagos perezosos en rápido deterioro y propensos a desarrollar llagas por no pararse de la cama”, le dijo la escritora Susan Orlean a The New Republic en 2013. “O quizá son muchísimo más felices (e inteligentes) que el resto de nosotros”.

Pero de lo que muchos trabajadores confinados en casa se están dando cuenta durante la pandemia es de algo que las personas con discapacidades y enfermedades crónicas han sabido desde hace años: trabajar en cama no significa que uno sea flojo o esté deprimido. De hecho, es perfectamente posible conservar un trabajo a distancia desde la cama, siempre y cuando tu empleador sea flexible con respecto al trabajo remoto.

“Tenemos datos que muestran que la creación de tiempo es buena para la felicidad. Si puedes trabajar desde cualquier lugar y eliges hacerlo desde la cama, ese es un ejemplo de creación de tiempo”, señaló Ashley Whillans, profesora adjunta de la Escuela de Negocios de Harvard. “Elegir dónde trabajar y cómo cumplir con el trabajo puede aumentar la satisfacción de los empleados”.

Tessa Miller, de 32 años y autora del libro What Doesn’t Kill You, sobre su lucha con una enfermedad crónica, ha estado trabajando en su cama desde que le diagnosticaron la enfermedad de Crohn a los 23 años. “Creo que la pandemia está resaltando todas las cosas que las personas discapacitadas y con enfermedades crónicas hemos estado haciendo durante mucho tiempo, y ahora todo el mundo también las está haciendo. Trabajar desde la cama es una de ellas”, dijo Miller. “Conozco a muchas personas altamente productivas, inteligentes y talentosas que tienen que trabajar en la cama por necesidad”.

Las personas con discapacidades o enfermedades crónicas afirman que esperan que, de la misma forma como la pandemia ha hecho que las empresas sean más abiertas respecto al trabajo a distancia, también se elimine el estigma de trabajar en la cama. “Espero que una de las cosas buenas que salgan de todo esto sea la revelación de que se puede hacer un buen trabajo desde la cama, la bañera o el sofá de la sala con una almohadilla térmica. Espero que eso genere oportunidades para las personas con discapacidades o enfermedades crónicas en campos laborales en los que tal vez no se sentían bienvenidos antes”, afirmó Miller.

Amy Patel, de 34 años, gerente de productos de una empresa de software en Austin, se vio obligada a trabajar desde la cama en los primeros meses de la pandemia cuando le recetaron reposo en cama durante su embarazo con gemelos. A ella no le gustaba. Sin embargo, el equipo adecuado ayudó. “Mi marido me compró un escritorio muy bonito en el que podías poner tu portátil con un ratón”, dijo. “Hice todo allí”.

Si quieres replicar la sensación de trabajar en la cama sin estar realmente en la cama, puedes comprar una estación de trabajo de gravedad cero Ergoquest por 5995 dólares o comprar uno de los muchos y mucho más baratos soportes de computadora hechos para reclinarse en la cama. Las almohadas de apoyo también son clave para evitar el dolor de espalda. Tener una taza a prueba de derrames o una taza con tapa también ayuda, como algunos han aprendido por las malas.

Mientras que algunas personas activan fondos de pantalla para evitar revelar sus estaciones de trabajo de la habitación durante las videollamadas, otras han abrazado su acogedor entorno. Stephens dijo que ha decorado la pared detrás de su cama con obras de arte de niños para hacer un fondo más atractivo para sus actuaciones en Instagram Live.

Abie Sidell, de 27 años, es un cineasta de Nueva York que suele trabajar desde la cama debido a su enfermedad crónica, pero le ha sido útil incluso cuando no tiene un brote. “Creo que el hecho de estar en posición horizontal favorece el pensamiento creativo”, dijo. “Cuando estamos horizontales, ya sea durmiendo o soñando, es cuando estamos haciendo mucho trabajo creativo subconsciente o inconsciente”.

Si Sidell está atascado en un proyecto o necesita pensar, se acostará. “Estar en la cama es genial”, dijo. “Desearía, en general, que hubiera menos normas y estándares en torno a dónde es y no es aceptable trabajar”.

Si estos tiempos no acaban con esas reglas, ¿qué lo hará?



Jamileth


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