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Biden busca la unidad, pero los republicanos no piensan lo mismo


2021-01-25

Por Peter Baker | The New York Times

El nuevo presidente busca el bipartidismo, pero está atrapado entre republicanos que quieren concesiones tangibles y demócratas que no están de humor para transigir.

Cuando declaró que su misión histórica era unir a un país dividido, el presidente Joe Biden hizo de la “unidad” la consigna de su mandato recién iniciado. Pero uno de los factores que divide a Estados Unidos es el significado verdadero de la palabra unidad.

En su discurso inaugural del miércoles y en otras alocuciones públicas, Biden se dirigió a los republicanos con mensajes de conciliación, y prometió que trabajarían juntos para enfrentar los enormes desafíos que aquejan a la nación: un tono extremadamente distinto al que solía adoptar el expresidente Donald Trump. Sin embargo, en las primeras horas del gobierno de Biden, la reconciliación se basó más en palabras y símbolos que en acciones tangibles.

No designó a ningún miembro de la oposición como parte de su gabinete, a diferencia de los presidentes Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, y muchas de las órdenes ejecutivas que firmó en sus primeros dos días en el cargo tuvieron como objetivo revertir las políticas de Trump y promulgar ideas liberales, no encontrar puntos en común. No ha dado ningún ejemplo de las prioridades republicanas que estaría dispuesto a adoptar en aras de una cooperación bipartidista ni ha descrito cuáles concesiones serían aceptables a cambio de que el Congreso apruebe sus iniciativas.

No obstante, Biden y sus aliados argumentan que la unidad no es lo mismo que la concesión, es más un cambio en la cultura, no se trata de hacer una repartición de las opiniones diversas en los planes de políticas. Tras una presidencia que echó sal a las heridas de la raza, la religión, el género, la orientación sexual y la cultura, y que luego buscó anular una elección democrática que incitó a una turba a asaltar el Capitolio, la unidad puede significar un compromiso renovado con los valores más universales de Estados Unidos. Este argumento plantea que ambos bandos aún librarán batallas enérgicas para defender sus ideas, pero deben ser debates de buena voluntad en vez de operaciones de búsqueda y destrucción.

“A fin de cuentas, una mayor unidad requerirá un consenso más amplio sobre la valía del gobierno mismo, que es precisamente la razón por la que Biden está enfatizando las acciones competentes del gobierno como la clave para la recuperación de la pandemia y la crisis económica”, dijo Paul Bledsoe, exmiembro del Senado y del personal de la Casa Blanca de Clinton que ahora trabaja en el Progressive Policy Institute.

Desde siempre, Biden ha sido un apóstol del bipartidismo y cultivó buenas amistades con figuras de ambos partidos en el transcurso de 36 años en el Senado y 8 años como vicepresidente. Sin embargo, las estructuras de incentivación han cambiado. Antes los políticos percibían una recompensa política por al menos aparentar una postura bipartidista, pero ahora perciben el riesgo de ser acusados de traicionar sus principios por los elementos más apasionados de su propio partido. Muchos ven la concesión como un vicio, no una virtud.

Los destellos de cortesía entre partidos que se vieron en la ceremonia de investidura ya estaban desapareciendo al día siguiente. El jueves, los demócratas y los republicanos del Senado discutieron para definir las reglas que regirán a su cámara dividida en partes iguales durante los próximos dos años, así como el proceso que se seguirá con el juicio político de Trump, quien será enjuiciado por incitar una insurrección. Los republicanos se quejaron de que la agenda del nuevo presidente en materia de inmigración, economía y medioambiente se aprobó mediante órdenes ejecutivas y que sus proyectos de ley no los contemplaban en absoluto.

“Biden tenía un buen mensaje de unidad”, escribió en Twitter Alyssa Farah, quien fue la última directora de comunicaciones de la Casa Blanca antes de renunciar después del asalto al Capitolio, “pero las políticas hasta ahora solo están dirigidas a la mitad del país, a los que lo apoyaron, y no hay señales de querer conectar con quienes no lo hicieron”.

Al mismo tiempo, Biden también estará bajo presión desde el otro lado del espectro político. Los liberales de su propio partido se resistirán a cualquier medida que parezca socavar las prescripciones políticas que favorecen por lo que consideran como una noción equivocada de cooperación con los republicanos.

“Para mí, Biden puede ser más unificador si continúa impulsando estas políticas populistas audaces que ponen dinero en los bolsillos de las personas, que las hacen sentir que vuelven a tener oportunidades y que este virus tiene una solución”, dijo en una entrevista Pramila Jayapal, representante demócrata por el estado de Washington y presidenta del Caucus Progresista del Congreso. “Se tiene que enfocar en eso. No podemos permitir que la búsqueda de un compromiso, por cuestión de principios, elimine la necesidad de ofrecer resultados para la gente”.

El juicio político pendiente contra Trump se ha convertido en un punto de fricción en los primeros días de la presidencia de Biden, pues el segmento del Partido Republicano que aún apoya al exmandatario lo retrata como un acto de venganza que contradice las promesas de unidad.

“Debo decir que es difícil unificar a la gente cuando se someterá a juicio político a un presidente que ya no está en funciones”, dijo en una entrevista Jim Jordan, representante por Ohio y uno de los defensores acérrimos de Trump. “Es difícil unificar a la gente cuando no podemos plantear nuestros argumentos debido a la cultura de la cancelación”.

Los defensores de Trump dijeron que Biden debía convocar a los demócratas del Congreso y decirles que los dejen en paz. “El hecho de que se niegue a hacer eso me demuestra que en realidad no tiene la habilidad ni la disposición de unificarnos porque eso lo dejaría fuera del juego”, declaró para Fox News el senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham.

Los demócratas se mofaron de esa sugerencia, pues sostienen que la unidad no equivale a sacrificar la rendición de cuentas. Un grupo de senadores demócratas presentó una queja el jueves ante el Comité Selecto de Ética del Senado en contra de dos republicanos aliados de Trump, los senadores Ted Cruz, por Texas, y Josh Hawley, por Misuri, en la que los acusaba de validar a la turba al oponerse al voto del Colegio Electoral a favor de Biden.

“No creo que sea muy unificador decir: ‘Olvidémoslo todo y pasemos a otra cosa’. Así no se unifica a la gente”, les dijo a los reporteros Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes. “No se supone que se le diga a un presidente: ‘Haz lo que quieras en los últimos meses de tu mandato. Te van a dar una tarjeta que te liberará de la cárcel porque la gente piensa que deberíamos ser amables y olvidar que hubo muertes el 6 de enero’”.

Biden ha tratado de eludir el problema del juicio político y el jueves se enfocó en anunciar medidas para contrarrestar la pandemia de coronavirus que ya ha costado más de 400,000 vidas en Estados Unidos, y las presentó como un objetivo compartido. “Podemos hacer esto si nos unimos”, dijo. “Es por eso que, en última instancia, nuestro plan se basa en la unidad y todos actuamos como una sola nación”.

La nueva secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, descartó la noción de que la apertura de Biden con sus adversarios no cumpla su promesa de unidad, argumentando que el seguro de desempleo, la reapertura de escuelas y la aceleración de la distribución de vacunas no son cuestiones partidistas. Añadió que el compromiso de Biden es escuchar a los republicanos y tratarlos con seriedad, pero no necesariamente estar de acuerdo con ellos en todos los puntos.

“Dirán que no están buscando algo simbólico”, dijo Psaki. “Ellos buscan un compromiso, buscan tener una conversación, entablar un diálogo y eso es exactamente lo que él va a hacer”.

Los republicanos se quejaron de que no hubo ningún debate antes de que Biden anunciara su proyecto de ley de inmigración que abriría el camino a la ciudadanía para 11 millones de personas que viven en Estados Unidos de manera ilegal y, al mismo tiempo, frenará muchas deportaciones y suspenderá la construcción del muro fronterizo de Trump. La civilidad, afirmaron, no es lo mismo que la unidad.

“El bipartidismo no se basa en el tono, sino en la política”, comentó Josh Holmes, estratega republicano y exjefe de personal del senador por Kentucky, Mitch McConnell, el líder de la minoría republicana. “Creo que él ya dominó el tono, pero eso no es unidad. Si tomas medidas radicales y partidistas con amabilidad, no estás fomentando la unidad”.

Los demócratas se burlaron de las quejas de los republicanos por lo que definen como el extenso historial de obstruccionismo de McConnell, y sostuvieron que también los republicanos tenían la responsabilidad de cumplir con Biden. Además, dijeron, la unidad no requiere la rendición unilateral de las promesas que el mandatario hizo durante la campaña.

“Si trabajan con él, él trabajará con ellos”, dijo John D. Podesta, exjefe de gabinete de la Casa Blanca bajo la dirección de Clinton y consejero de Obama. “Pero eso no significa desechar su programa principal. Si el presidente les dice: ‘Creo que fuiste demasiado lejos al reducirles los impuestos a los ricos’, y ellos contestan: ‘Bueno, eso significa que no te tomas en serio la unidad’, eso es un mal chiste”.



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