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Por qué no podemos detenernos solo con GameStop... y no lo haremos


2021-02-04

Por Amber Petrovich, The Washington Post

Hazte a un lado, Wall Street. La batalla del mercado de acciones de GameStop ha demostrado el poder de los inversores minoristas. Ahora, la pregunta es: ¿Qué vamos a hacer con él?

La jugada de GameStop comenzó en la red social Reddit con el ahora bien conocido subreddit wallstreetbets, el cual había yo estado acechando durante los últimos años pero en el que rara vez publiqué algo porque no siempre ha sido el foro más acogedor para mujeres (o quizás para cualquiera). Puede llegar a ser hostil.

Es probable que conozcas en líneas generales la historia: los fondos de cobertura apostaron fuerte a la caída de las acciones de GameStop. Los inversores de pequeña escala (en otras palabras, personas a las que no se les permite ni acercarse a un fondo de cobertura) decidieron trabajar juntos como compradores para hacer que las acciones subieran y —sin derramar una sola lágrima— castigar así a todos esos adinerados que venden en corto. Estos pequeños inversores dinamitaron el que solía ser un sentimiento arraigado de que era imposible intentar vencer estratégicamente al dinero fuerte en Wall Street. Si no puedes vencerlos, únete a ellos… y entonces, ahí sí, véncelos.

Aprendí sola a invertir hace 15 años y me ha inspirado y entusiasmado ver a los inversores minoristas inundar el mercado de valores. Esto se debe principalmente a Robinhood, la corredora pionera en las operaciones sin comisiones.

Los inversores minoristas, como yo, ya no tenemos que perder nuestro dinero ganado con sudor pagando 6.95 dólares por operación. Con una aplicación de operaciones gratuita, podemos tomar un consejo sobre acciones de Reddit o TikTok, presionar algunos botones y ¡bam!, ya estamos en la jugada. Sin embargo, Robinhood no está exenta de problemas. Bloqueó a los compradores de GameStop el 28 de enero, lo que inspiró teorías sobre oscuras conspiraciones de Wall Street, pero al parecer la medida fue necesaria para hacerle frente a una crisis de liquidez causada por la volatilidad. Tras recaudar una inversión de 1,000 millones de dólares y una línea de crédito de 500 millones de dólares durante la noche, Robinhood descongeló la compra de acciones de GameStop el 29 de enero, lo que reanudó el alza vertiginosa.

Sí, existe la posibilidad —algunos incluso dirían que la probabilidad— de que los inversores minoristas salgamos perjudicados cuando las acciones de GameStop se estabilicen. Ese es uno de los riesgos de invertir. Muchos de los inversores institucionales del lado de la compra de GameStop, como BlackRock, también están tomando riesgos. La diferencia es que estos son ciudadanos estadounidenses individuales ejerciendo su voluntad. Si los fondos de cobertura decretaron que las acciones de GameStop son perdedoras, ¿se supone que todos debemos acatarlo?

Somos una nueva clase de inversores, con acceso a mercados poderosos. Y el estrangulamiento de posiciones cortas de GameStop —al igual que el de las acciones de BlackBerry y la cadena de cines AMC— resalta cuánto poder tenemos para mover estos mercados de manera colectiva. Sospecho que una gran parte de la altísima valoración del mercado de valores y la desbocada carrera alcista se debe a los inversores minoristas.

Ahora bien, no es coincidencia que la industria financiera recientemente democratizada haya crecido de la mano con algo mucho menos inspirador. El mercado de valores alcista solo ha decantado más riquezas en el regazo del 1% más rico. La pandemia ha sido dura para el estadounidense promedio, pero nuestros multimillonarios se enriquecieron mucho más.

La desigualdad ha estado fuera de control por años, pero cuando millones de estadounidenses perdieron repentinamente sus empleos, mientras que personajes como David Geffen huían del virus en sus yates gigantes y se refugiaban en sus gigantescas propiedades, el problema pasó de un segundo plano a reventar en nuestros rostros en un abrir y cerrar de ojos.

Los multimillonarios siempre existirán. El problema es que muchas personas poderosas —aquellas que gobiernan el país, dirigen sus empresas y ejercen influencia— recibieron ese poder como resultado de su riqueza y privilegio (o a menudo de la riqueza de sus padres, porque la capitalización funciona a las mil maravillas cuando ya estás nadando en dinero).

Peor aún, los multimillonarios están moviendo hilos políticos para ayudarse a ganar aún más riquezas. Christopher Ingraham, de The Washington Post, explica que la extrema disparidad de riqueza en Estados Unidos está “consolidando el poder en manos de los multimillonarios de la nación, quienes cada vez más están utilizando su fortuna para obtener influencia política”.

¿Podría existir una solución con nosotros, los inversores minoristas, comprando cinco acciones aquí y 50 allá? En conjunto, millones de nosotros podríamos ejercer control con nuestro poder de compra y potencialmente cambiar el equilibrio del poder.

Imaginemos usar ese poder colectivo para el bienestar social, como una manera de mostrar apoyo —o, al contrario, boicotear— los bienes, servicios o prácticas comerciales de una empresa, pero haciéndolo con acciones y opciones. Durante un boicot, los inversores podrían incluso redoblar esfuerzos y comprarle acciones a un competidor.

Si las acciones de una corporación se desplomaran entre 20 y 30% en un solo día, eso enviaría un mensaje claro y contundente a su junta directiva, accionistas principales y equipo de liderazgo senior, es decir, quienes toman las decisiones.

Las empresas públicas responden a estas entidades, y lo que le importa a estas entidades es el valor de las acciones. Las compañías por lo general están más comprometidas con los accionistas que con sus empleados, aunque algunos estén intentando cambiar ese paradigma. Y para los ejecutivos de nivel C, la percepción pública es importante.

Espero que mis colegas inversores minoristas hagan de GameStop solo el comienzo, y utilicen nuestro nuevo poder para ayudar a las empresas y a los líderes corporativos a tener escrúpulos. Con el tiempo, comenzarán a escuchar y a comprender que poner a sus comunidades y empleados en primer lugar puede mejorar el negocio y seguir beneficiando accionistas.



maria-jose


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