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El meme de Bernie Sanders representa nuestra visión del mundo tras un año de pandemia


2021-02-04

Por Fernando Bustos Gorozpe | The Washington Post

Fernando Bustos Gorozpe es académico en la Universidad Anáhuac Norte y Sur, y en la Universidad de la Comunicación en México. Es doctorante en Filosofía por la Universidad Iberoamericana.

Es evidente que, para Estados Unidos, la política es otro espectáculo más. Cualquier evento o situación, si se le pule y se le estetiza lo suficiente, puede ser televisado y, por ende, consumible: los debates presidenciales, el asalto al Capitolio, la toma de posesión presidencial. La realidad se ha vuelto una extensión de su universo cinematográfico y de su industria del entretenimiento. No hay nada ahí que realmente nos pueda sorprender porque llevamos años asistiendo a la representación de todas esas fantasías en la pantalla grande. Lo real se nos presenta ahora como simulacro.

La transmisión de la toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se sintió como una extraña mezcla de boda real con Superbowl, con un poco de House of Cards. Todo esto a lo que ya estamos acostumbrados, pero en el contexto de la pandemia por COVID-19. Una quimera innecesaria que, a pesar de todo, mantuvo cautivas a muchas personas. Sin embargo, a pesar de toda la planificación que el evento suponía, el mayor atractivo del evento fue la famosa foto del senador por Vermont, Bernie Sanders (tomada por Brendan Smialowski), que terminaría mutando en meme.

La imagen de Bernie con mitones de tonos tierra, una chamarra gris y una mascarilla quirúrgica, tuvo mayor fuerza e impacto que toda la maquinaria del espectáculo desplegada en la toma de posesión. La simulación del aparato cayó frente a la actitud sincera de un Bernie que parecía apático de la continua burocracia del espectáculo a la que su nación parece subordinada. El meme de Bernie desmontó la maquinaria del espectáculo y la simulación como acto vacío, entretenimiento hueco, castillos en el aire. ¿Es necesaria toda esa parafernalia? ¿Todo ese desfile de celebridades? ¿La solemnidad? La imagen de Bernie se impuso y marcó la conversación digital. Después de una semana seguimos hablando del meme más que de lo que ha sucedido con la nueva administración.

Los memes, se les quiera considerar importantes o no (en mi opinión, sí lo son), son indicadores temáticos de lo que sucede. No señalan ni representan necesariamente lo que quiere el emisor o la fuente a la que se hace referencia sino lo que el espectador común ha alcanzado a leer desde su posicionamiento, lo sobresaliente (ya sea en términos negativos o positivos), lo que gusta, lo que molesta. Y es desde ahí que luego encuentra eco en el resto de usuarios que sienten empatía por la idea o emoción que aparece sintetizada intentando causar comicidad. Al ser una imagen que no está subordinada al capital puede ser honesta y transparente, al contrario de aquella que surge de la publicidad y de la planificación. El triunfo del meme de Bernie sobre todas las imágenes que estuvieron controladas es un recordatorio de que, en comunicación política, la sinceridad importa.

Bernie, con esa pose, con los mitones, con la distancia social, como tuitearan desde la cuenta de Vulture, sirvió para simbolizar una actitud que muchos desarrollamos durante 2020. Entre otras cosas, la pandemia ha servido para evidenciar como innecesarios ciertos mecanismos que regían nuestras vidas: las juntas que pueden ser mails, los mails que podrían no existir, la exigencia de asistir a la oficina, la formalidad en la vestimenta para trabajar. Hemos aprendido a alejarnos un poco de ciertas simulaciones y a valorar otras cosas. La manifiesta indiferencia hacia el espectáculo por parte de Bernie, que es fácil leer en la foto y su vestimenta alejada del lujo, son un reflejo de una apatía generalizada hacia la burocracia social. Ojalá que cada día tengamos que asistir a menos actos laborales que terminan por decirnos nada y que nos roban tiempo. Ojalá que cada vez podamos sentirnos más libres de solo estar cómodos y olvidarnos de la pose y la mirada del otro.

Sin buscarlo, Bernie terminó dando una lección política y también una social. No obstante, hay que recordar que él mismo es parte de ese simulacro. Su decisión de capitalizar la foto del meme en una sudadera es solo un recordatorio de que el juego de la simulación y del espectáculo siempre está operando en esa esfera. Otro capítulo más de House of Cards. La realidad reproduciendo lo que opera en el nivel de la ficción.



maria-jose


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