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Picasso y Rodin, una conversación entre precursores


2021-03-11

 

París, 11 mar (EFE).- Aunque es probable que nunca llegaran a conocerse en persona, Picasso y Rodin coincidieron en su genialidad y en su forma experimental de entender el arte, una visión revolucionaria que París recupera ahora en una doble exposición donde ensalza los vínculos entre los artistas.

¿Influyó Rodin en Picasso? Con total seguridad. Pero "Picasso - Rodin", una exposición conjunta en museos separados y considerada la más importante de este 2021 en París, que empieza con las instituciones culturales cerradas por las restricciones contra la pandemia, va más allá de la huella que el maestro de la escultura expresionista dejó en el creador del cubismo.

"Hemos encontrado un cierto número de convergencias en sus obras artísticas. No hablamos de una influencia en la obra de Picasso, sino de una lectura cruzada", explica a EFE Virginie Perdrisot, comisaria de la parte del Museo Picasso, preparado para abrir en cuanto se levanten las restricciones que en Francia mantienen todos los centros culturales cerrados desde octubre.

El Museo Picasso, situado en el céntrico barrio del Marais, centra su exhibición en los procesos creativos de los artistas, mientras que el Rodin, en la orilla sur de la capital, recupera la crisis de la representación a principios del siglo XX en la cual la aportación de ambos creadores supuso un punto de inflexión.

Con más de 500 obras, sendas muestras permiten ver similitudes en la visión del arte, que va más allá de la revolución que, cada uno a su manera, Auguste Rodin (1840-1917) y Pablo Picasso (1881-1973), impusieron en la representación artística.

EROTISMO Y MOVIMIENTO

Es probable que el joven Picasso, a punto de cumplir veinte años y recién aterrizado en París, se acercara a ver la exhibición del escultor, paralela a la Exposición Universal, que el Pavillon del Alma le dedicó en 1900.

Las primeras figuras de Picasso comparten con las del francés su forma de romper con el naturalismo y la noción de la imitación. En Rodin dio lugar a un polémico lenguaje expresionista, mientras que en Picasso hizo emerger años más tarde el cubismo.

Ambos dieron otra forma al mundo que les rodeaba, componiendo por cuenta propia los fragmentos de lo que veían y alejándose de la visión de sus antiguos e incluso contemporáneos.

La posibilidad de meter en una misma sala las creaciones de uno y otro facilitan el diálogo y la comparación: sorprende el erotismo y el movimiento de sus siluetas, la admiración que ambos prestaron a la escritura de Honoré de Balzac y a su espíritu visionario, o esa singular manera de deformar las figuras, terminando con las formas naturales del cuerpo.

"El pensador" (1882), de Rodin, y "Gran bañista con libro" (1932) de Picasso tienen un mismo modo de expresar la vida interior de los personajes, replegados sobre sí mismos; "La nadadora" (1929) del español comparte con "Iris, mensajera de los dioses" (1895) la forma de ocupar el espacio y el dinamismo.

También sorprende, viendo una imagen frente a la otra, la composición y el dramatismo con la que Picasso ejecuta su "Guernica" (1937) con un terror carnal que también refleja "La puerta del infierno" del escultor francés.

CREACIÓN CONTINUA

Pero sobre todo, las exposiciones sirven para acercar al espectador a una forma de creación, una ambición de continuidad que se reflejaba en sus creaciones en series, su refugio en el taller como lugar de experimentación y su gusto por dejar las obras inacabadas.

"¿Terminar una obra? ¡Qué tontería! Eso quiere decir terminar con un objeto, matarlo, quitarle su alma", dijo Picasso en 1946.

Picasso y Rodin se renovaban continuamente, nunca se paraban en un estilo, en una composición o un motivo. Como explica la comisaria, Picasso decía estar más interesado en el movimiento de su pensamiento que en su pensamiento en sí.

"Hemos querido mostrar el carácter multidisciplinar de su obra y todos los temas de su creación. No nos limitamos a mostrar de un lado a un Picasso pintor y de otro lado a un Rodin escultor, sino que mostramos que los dos renovaron su obra con artes gráficas, dibujos, cerámica y fotografía", añade.

El espectador juega un papel esencial en la obsesión por el movimiento que guía estas dos exposiciones.

"La mirada de los visitantes da vida a la escultura, ya que las esculturas de Picasso y de Rodin combinan varios puntos de vista en una sola obra", dice la experta mientras los invitados se pierden mirando "El beso" de Rodin (1885) junto al lienzo homónimo de Picasso (1969). Hay otro punto en común: ambas obras siguen vivas, igual de modernas.



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