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La noche triste de Hernán Cortés es ahora victoriosa
Pablo Ferri | El País México - A la vera de la calzada México-Tacuba, a tiro de piedra del centro de Ciudad de México, la enorme raíz grisácea de un ahuehuete recuerda la posibilidad de un llanto. Fue allí hace 501 años donde Hernán Cortés y sus hombres pararon a descansar, cuando huían de Tenochtitlan y las huestes mexicas. Los locales lograban una victoria parcial y Cortés, derrotado, sollozó bajo la sombra del árbol. Al menos eso dice la leyenda. En los manuales de Historia, aquel episodio aparece con el nombre de la Noche Triste y en la capital, la vieja raíz y el joven ahuehuete que plantaron para reemplazarlo, el árbol de la noche triste. Pero ahora Ciudad de México, que conmemora no sin polémica el 700 aniversario de la fundación de la urbe azteca, le ha cambiado el nombre. El árbol de la noche triste ya no será. En su lugar aparece la leyenda “calzada de la Noche Victoriosa”, según explicó el miércoles la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, que anunció además otros cambios en el mapa urbano. “Queremos reflexionar sobre los 500 años de la llamada conquista ¿Cómo es posible que haya una calle que se llama Puente de Alvarado, cuando Alvarado fue el principal perpetrador de la matanza del Templo Mayor?”, dijo este miércoles Sheinbaum, en referencia a Pedro De Alvarado, lugarteniente de Cortés, autor de una masacre en la ciudad cuando Cortés viajó a Veracruz, en mayo de 1520. Durante décadas, un tramo de la calzada México-Tacuba ha llevado el nombre de Alvarado. “Por eso tomamos la decisión de cambiar el nombre y ponerle calzada México Tenochtitlan”, explicó la jefa de Gobierno, que añadió: “Y por eso dejamos de nombrar al árbol de la Noche Triste y hacemos una calzada de la Noche Victoriosa. Si bien es cierto que hace 500 años fue la derrota de México Tenochtitlan, también es cierta la resistencia de los pueblos originarios. No debemos olvidar lo cruento que fueron esos años de la llegada de Cortés a México”. Los cambios en el callejero inauguran así un año preñado de festejos y efemérides en la ciudad, quedando en el centro los 700 años de la fundación de la propia Tenochtitlan. La elección de la fecha resulta sorprendente en cualquier caso, pues no hay apenas información sobre su presunta aparición en 1321. Actualmente, la fecha de fundación que a más expertos pone de acuerdo es 1325, año que aparece en más fuentes que ninguna otra. Quizá el evento más esperado de las celebraciones sea la proyección de una maqueta virtual del recinto del Templo Mayor en pleno Zócalo, con el propio templo, el Huey Teocalli, que alcanzó los 60 metros de altura, dominando la moderna plancha de concreto, recién reformada. Por una vez, y aunque de manera virtual, el viejo poder mexica se elevará imperialmente sobre la sede de la autoridad republicana, Palacio Nacional. Otro de los platos fuertes de los festejos será la inauguración de la ventana arqueológica del tzompantli de Tlatelolco, la segunda colección de cráneos de personas sacrificadas más grande de la vieja urbe. Reseñado con escándalo por los cronistas de indias —Andrés De Tapia llegó a contar 136,000 cráneos colgados en el tzompantli del Templo Mayor, aunque a los historiadores y arqueólogos el cálculo les resulta exagerado— estas estructuras asemejaban estanterías de cráneos, con varas en vez de tablas, las cabezas insertadas en los palos, estructuradas coronadas por dos torres, armadas a su vez con los cráneos viejos que salían de las varas. El acto de presentación será el 13 de agosto. Antes, en junio, la capital celebrará precisamente el aniversario de la Noche Victoriosa, plantando ahuehuetes, desvelando un mural de la batalla y la huida, y un mosaico-monumento de Moctezuma y Cuitlahuac, su sucesor. Caprichos del destino: la avenida Cuitlahuac dista unos 200 metros de la raíz gris del ahuehuete, víctima de varios incendios, el último, fatal, en 1980. Hasta entonces, el visitante del árbol de la Noche Triste —o calzada de la Noche Victoriosa— podrá observar junto al ahuehuete una nueva placa, inaugurada el año pasado, cuando se celebró, por primera vez, el centenario de la Noche Victoriosa. No hay muchas palabras en la placa, pero unas destacan: “En este árbol lloró Hernán Cortés”, en español y en náhuatl. Debajo, las letras que componen el nombre del alcalde de Miguel Hidalgo, Victor Hugo Romo, rivalizan en tamaño con las del propio Cortés. Jamileth |
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