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La propaganda supremacista blanca creció en 2020


2021-03-17

Por AARON MORRISON

NUEVA YORK (AP) — La propaganda supremacista blanca alcanzó niveles alarmantes en todo Estados Unidos en 2020, según un nuevo reporte entregado a The Associated Press por la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés).

Se registraron 5.125 casos de mensajes racistas, antisemitas, contra la comunidad LGBTQ y de odio difundidos a través de folletos físicos, pegatinas, pancartas y carteles, según el informe del miércoles. Esto es casi el doble de los 2.724 reportados en 2019. La propaganda en internet es mucho más difícil de cuantificar, y es probable que esos casos lleguen a millones, explicó la organización antiodio.

El pasado fue el año con más propaganda supremacista blanca en al menos una década, explicó la ADL, que se fundó hace más de un siglo. Su reporte se hizo público mientras las autoridades federales investigan y procesan a quienes formaron parte de la turba que irrumpió en el Capitolio en enero, algunos de los cuales están acusados de estar ligados o de expresar su apoyo a grupos de odio y milicias antigubernamentales.

“Mientras tratamos de entender y poner en perspectiva los últimos cuatro años, siempre tendremos las referencias de Charlottesville y el Capitolio”, afirmó el director general del grupo, Jonathan Greenblatt.

“La realidad es que entre esos dos momentos pasaron muchas cosas que prepararon el escenario”, agregó.

Christian Picciolini, un exextremista de ultraderecha que fundó el grupo de desradicalización Free Radicals Project, apuntó que el aumento de la propaganda se debe a que los supremacistas blancos y aquellos que reclutan a extremistas ven las crisis como periodos de oportunidad.

“Utilizan la incertidumbre y el miedo causados por la crisis para lograr nuevos adeptos a su narrativa de ‘nosotros contra ellos’, señalando al ‘otro’ como la causa de su dolor, agravios o pérdidas”, dijo Picciolini a la AP. “La actual incertidumbre causada por la pandemia, la pérdida de empleos, una elección disputada, las protestas por los asesinatos extrajudiciales de afroestadounidenses y el ajuste de cuentas a nivel nacional provocado por la larga tradición de racismo de nuestro país han creado una tormenta perfecta para reclutar a estadounidenses que tienen miedo del cambio y el progreso”.

La propaganda, que a menudo se distribuye con la intención de atraer la atención de los medios de comunicación y de internet, ayuda a los supremacistas blancos a normalizar su mensaje y a impulsar sus esfuerzos de reclutamiento, dijo la ADL en su reporte. El lenguaje empleado acostumbra a tener un toque patriótico que le hace parecer benigno ante ojos inexpertos.

Pero algunos panfletos, pegatinas y carteles son explícitamente racistas y antisemitas. Uno distribuido por la European Heritage Association de Nueva Jersey (NJEHA) incluyó las palabras “Los delitos de los negros importan”, una ofensiva referencia al movimiento Black Lives Matter, además de estadísticas delictivas seleccionadas cuidadosamente de ataques a víctimas blancas por parte de agresores negros.

Un grupo neonazi conocido como Folks Front distribuyó pegatinas con las palabras “Las vidas de los blancos importan”.

Según el informe, detrás de la propaganda de odio había al menos 30 grupos supremacistas blancos conocidos, aunque tres de ellos — NJEHA, Patriot Front y Nationalist Social Club — fueron los responsables del 92% de esa actividad.

La propaganda apareció en todos los estados menos en Hawaii. Los niveles más altos se observaron en Texas, Washington, California, Nueva Jersey, Nueva York, Massachusetts, Virginia y Pensilvania, apuntó el reporte.

A pesar del aumento general, la ADL reportó una fuerte disminución en la distribución de propaganda supremacista blanca en universidades, debido en gran parte a la pandemia del coronavirus y a la falta de estudiantes que vivan y estudien en los campus. El año pasado se reportaron 303 casos de propaganda en recintos universitarios, frente a los 630 de 2019.

Greenblatt reconoció que el derecho a la libertad de expresión permite una retórica “que no nos gusta y detestamos”. Pero cuando ese discurso provoca violencia o crea condiciones para normalizar el extremismo, hay que oponerse, añadió.

“Tenemos que reconocer que las raíces de este problema son profundas”, afirmó Greenblatt señalando que no se puede hacer nada para ocultar el problema.



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