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La vacunación con AstraZeneca se reanuda con incertidumbre, pero el rechazo es “anecdótico”


2021-03-29

Pablo Linde y Jakub Olesiuk | El País

Madrid - En la reanudación de la vacunación con AstraZeneca hay dudas, nervios y mucha incertidumbre. Pero, después de tres días, el rechazo al suero está siendo “anecdótico”, coinciden tanto las consejerías de Sanidad como sociedades y sindicatos de enfermería consultados por EL PAÍS. La única autonomía que ha aportado datos es la Comunidad Valenciana: allí, antes del parón con este fármaco, la negativa a recibirlo rondaba el 1,8%. El miércoles, cuando se reemprendieron las inoculaciones de nuevo, solo el 1% declinó ponérsela.

El rechazo a la inyección era el efecto secundario que más temían muchos expertos tras la crisis que ha sufrido este fármaco. Todo comenzó en la semana del 8 de marzo, cuando algunos países europeos y cinco comunidades autónomas comenzaron a paralizar lotes de la vacuna al detectar eventos trombóticos tras la inyección. España canceló las vacunaciones el lunes 15 de marzo, a la espera de una investigación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés). Las conclusiones llegaron cuatro días más tarde. El organismo informó de que, en general, tras el pinchazo no había más trombos que entre la población general. Sí eran algo más frecuentes dos tipos muy extraños: la coagulación intravascular diseminada y la trombosis del seno venoso cerebral, de los que se detectaron algo más de un caso por millón de vacunados. La EMA no encontró relación con el fármaco de AstraZeneca, pero tampoco lo pudo descartar. La recomendación, en cualquier caso, fue seguir con las inyecciones, ya que los beneficios superaban con mucho los posibles riesgos.

Todo este embrollo coincidió con el fallecimiento de una profesora tras la vacunación en Marbella. La autopsia descartó la relación entre el medicamento y la muerte. Pero la confianza de la ciudadanía se resintió. Una encuesta de YouGov entre un millar de personas mostró que el 52% de los españoles consideraba la vacuna de la farmacéutica anglosueca insegura, el doble que antes de la crisis.

Pero esta inseguridad se está solucionando con información, según cuentan los profesionales de enfermería consultados. Lo resume Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería: “Las noticias en torno a los efectos secundarios de la vacuna de AstraZeneca no parecen haber provocado una animadversión o recelo de la población. Las enfermeras de Atención Primaria nos trasladan que no están encontrando rechazo, salvo algún caso aislado y no representativo. Sí se registran más dudas o consultas que suelen resolver las enfermeras. En Madrid, por ejemplo, los profesores a los que les tocaba vacunarse están llamando a sus centros de salud para citarse en consulta telefónica con su enfermera para pedir consejo sobre si deben vacunarse o no. Una vez que les explican lo de los trombos y que ese riesgo existe, por ejemplo, en muchos medicamentos corrientes se disipan las dudas. Así que en este sentido no se prevén retrasos ni problemas”. Estas mismas conclusiones las comparten el sindicato de enfermería Satse, la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas, la Sociedad Madrileña de Enfermería Familiar y Comunitaria, así como la mayoría de las comunidades autónomas consultadas por este periódico.

Abelina Mateos, de 55 años, fue este viernes al Wanda Metropolitano de Madrid con “miedo”. Padece diabetes y otras enfermedades que le hacen albergar dudas sobre la vacuna de AstraZeneca. “Si pudiera elegir, optaría por la de Pfizer”, señala esta profesora de matemáticas de un centro escolar de la Comunidad de Madrid. Pese a la preocupación, Mateos no quería perder la oportunidad de vacunarse, porque, como explica, más adelante puede que no haya vacunas suficientes. A Mateos la citaron con solo 24 horas de antelación y la mujer reconoce que está sorprendida por lo rápido que la han contactado para recibir el pinchazo.

Las ganas de vacunarse están pudiendo a las posibles reservas de muchas personas. Gracias a la labor de información, subraya Alda Recas, presidenta de la Asociación Madrileña de Enfermería. Ella trabaja en un centro de enseñanza donde tienen que vacunarse 250 docentes. “Hay muchísimas dudas, incertidumbres y bulos. Aunque existe mucha información disponible, no todo el mundo accede a la buena. Muchos profesores temían que se le fuera a inocular el coronavirus, cuando esto no es así”, relata. A base de explicar que los beneficios superan a los riesgos, la gran mayoría de los que tenían dudas han decidido vacunarse en su centro. De los 250, hay tres que no han atendido a sus explicaciones y han declinado la vacuna.

Carmen Pérez, de 59 años, fue con cierto recelo a la cita, pero sin dudas. Apenas sintió el pinchazo: “Una aguja normal te causa más dolor”, bromea. Pérez, que también es profesora en un centro educativo de la capital, desea ya recuperar la normalidad y al fin reencontrarse con sus padres a los que lleva sin ver un año. Comprende que no se pueda elegir vacuna. “De lo contrario sería un caos”, razona. “Estas cosas están siendo estudiadas, y todos corremos es el mismo riesgo que cuando nos ponían la vacuna de pequeños”, zanja.

Si bien no hay apenas rechazo, sí está costando volver a poner en marcha la maquinaria, rehacer agendas y llamar a las personas con un día de antelación. “Hay quien no puede acudir, pero pide cita otro día”, explican fuentes de las comunidades autónomas. El ritmo está siendo lento: el viernes se inyectaron algo más de 40,000 dosis de AstraZeneca y, al mismo tiempo, 170,000 de Pfizer, según el último informe de vacunación del Ministerio de Sanidad. La velocidad con el suero anglosueco ya era menor antes del parón: todavía quedan casi un millón de dosis de AstraZeneca almacenadas.



Jamileth


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