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Ramadán 2021: una celebración un poco más normal


2021-04-14

Por Vivian Yee y Adam Rasgon | The New York Times

EL CAIRO — En comparación con el Ramadán de 2020, cuando las mezquitas de todo el mundo cerraron durante el mes más sagrado del año para los musulmanes y los toques de queda impidieron que familiares y amigos se reunieran para romper el ayuno, la fiesta religiosa de este año ofrece la promesa de algo más cercano a la normalidad.

“El año pasado me sentí deprimido y no sabía cuánto duraría la pandemia”, dijo Riyad Deis, uno de los dueños de una tienda de especies y frutos secos en la Ciudad Vieja de Jerusalén. El martes, el primer día del mes musulmán de ayuno, sus estrechos callejones rebosaban de compradores que buscaban dulces para la festividad y feligreses que se dirigían a la mezquita de Al-Aqsa.

Deis, de 51 años, que vendía piezas enteras de cúrcuma y dátiles medjul a un cliente, recordó cuán vacía y apagada se sentía la ciudad el año pasado cuando los contagios del virus aumentaban y las autoridades cerraron la mezquita al público. “Ahora estoy relajado, tengo suficiente dinero para proveer a mi familia y la gente está comprando mercancía de mi tienda”, dijo. “Es una realidad totalmente distinta”.

En el mundo musulmán, las autoridades han impuesto límites a las costumbres y festividades de las mezquitas este año: han pedido que los fieles lleven sus propias alfombras de oración y usen cubrebocas, limitando la oración del Tarawih, una plegaria especial que algunos devotos realizan cada noche del mes, además, se han impuesto otras reglas.

Sin embargo, en los días previos al Ramadán, muchos en la región se abandonaron a las tradiciones festivas que reúnen multitudes, pese a un potencial aumento de los casos. Un aluvión de fieles llegó a las mezquitas. Los distritos comerciales de El Cairo estaban atestados.

Para muchos, a diferencia del año pasado, el ramadán de 2021 debía ser una experiencia comunal en la que muchas personas tenían la intención de romper el ayuno en compañía de familiares y amigos en torno a elaborados festines de iftar, incluso si los grupos eran más reducidos que lo habitual.

Dichos planes parecían proceder sin importar el estatus de vacunación, que varía mucho entre los países musulmanes. (Las autoridades religiosas en varias naciones árabes anunciaron que vacunarse no constituye una violación del ayuno).

Los esfuerzos de vacunación en Siria y Líbano han experimentado dificultades debido a la mala organización, la pobreza y la corrupción, mientras que avanzan con constancia en los Emiratos Árabes Unidos. Israel ha vacunado rápidamente a la mayoría de sus ciudadanos pero su gobierno ha sido muy criticado por no hacer más para vacunar a los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza.

Con una distribución tan desigual de vacunas, la propagación del virus sigue siendo un peligro.

En Egipto, los funcionarios de gobierno y destacados conductores de televisión advirtieron a los egipcios sobre una tercera ola de infecciones en los días previos al ramadán. Los funcionarios de salud están particularmente preocupados por el aumento de casos durante el mes santo dado que este año el ramadán también coincide con la Pascua ortodoxa que celebran los cristianos coptos de Egipto y otra fiesta nacional, el Sham El Nessim, que festeja la llegada de la primavera.

Las restricciones al ramadán podrían impactar más los barrios de menores ingresos de Egipto donde, en años anteriores, los vecinos reciben mesas repletas de comida para el banquete de iftar provenientes de donaciones de personas, mezquitas u otras organizaciones. Este año, como en el pasado, esos festines gratuitos han sido prohibidos aunque en El Cairo algunas organizaciones de beneficencia distribuyen despensas de comida básica.

Los musulmanes en el Líbano y Siria también están iniciando el ramadán con expectativas dramáticamente reducidas debido al empeoramiento de las crisis económicas en ambos países que han sido exacerbadas por la pandemia, más que por restricciones de salud pública.

En África Oriental, el ramadán llega con un incremento de contagios de coronavirus en muchos países.

En Kenia, las autoridades han instaurado toques de queda más prolongados, ordenaron el cierre de los bares y las escuelas y restringen las reuniones en los espacios de culto. También limitaron los viajes hacia y desde cinco condados, entre ellos Nairobi, la capital.

Para los habitantes de Nairobi, como Ahmed Asmali, esto significa que seguirá sin poder salir del ayuno con sus seres queridos o acudir a la celebración de oraciones con una congregación más numerosa.

“Es el segundo año en que estamos en confinamiento”, dijo Asmali, quien tiene 41 años y trabaja en relaciones públicas. La experiencia, dijo “se siente rara. Se siente fuera de lugar”.

En Siria, donde los expertos dijeron que las cifras oficiales de contagios y fallecimientos por COVID-19 (más de 20,100 casos y 1360 muertes desde el inicio de la pandemia) están muy por debajo de la realidad, el gobierno ha impuesto pocas restricciones. Los feligreses tendrán permitido estar de pie dentro de las mezquitas y orar juntos después de romper el ayuno, dijo el Ministerio Sirio de Asuntos Religiosos.

En Líbano, que recientemente salió de un confinamiento estricto, la moneda ha perdido más del 80 por ciento de su valor frente al dólar en los últimos 18 meses y el desempleo está por los cielos. Los precios de los alimentos han aumentado con tal velocidad que un mes de provisiones para romper el ayuno en una familia de cinco —un dátil por persona, sopa de lentejas, una ensalada simple y un plato de pollo con arroz con un poco de yogurt— ahora cuesta dos veces y medio el salario mínimo nacional, según el Lebanon Crisis Observatory, un proyecto de la American University en Beirut.

La pandemia aún ensombrece gran parte de las festividades. Los dueños de comercios en la Ciudad Vieja de Jerusalén dijeron estar preocupados porque Israel no permitirá que grandes cantidades de palestinos de Cisjordania, donde pocos han sido vacunados, visiten la zona durante este ramadán, lo que probablemente perjudicará los ingresos por las ventas durante las festividades.

Antes de la pandemia, Israel solía permitir que decenas de miles de palestinos de Cisjordania visitaran Jerusalén los viernes durante el mes de ayuno. La instancia de enlace del gobierno israelí con la Autoridad Palestina dijo el martes que permitirá que 10,000 palestinos vacunados de Cisjordania recen en la mezquita Aqsa el viernes. También dijo que las autoridades permitirían que 5000 palestinos vacunados de Cisjordania realicen visitas familiares en Israel entre el domingo y el jueves de la próxima semana.

Omar Kiswani, director de la mezquita de Aqsa, dijo que estaba encantado de que el recinto estuviera abierto a los fieles (se estima que 11,000 personas asistieron a la oración del Tarawih celebrada en ese recinto, el lunes por la noche), pero enfatizó que la gente aún debe tener cuidado. Dijo que se requieren cubrebocas y una distancia de dos metros entre los fieles en la mezquita, y que los espacios interiores y exteriores serán esterilizados a diario.

“Estos son tiempos de gran alegría”, dijo Kiswani. “Esperamos que la bendita mezquita de Aqsa vuelva a su gloria prepandémica. Pero también son tiempos de precaución, porque el virus estará ahí”.



Jamileth


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