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Seis preguntas críticas sobre el futuro de Afganistán


2021-04-16

Adam Nossiter, The New York Times

¿Qué pasará con las mujeres y las minorías? ¿Es posible que el presidente afgano se aferre al poder? Estas y otras dudas apremiantes surgen en un país temeroso al empezar a retirarse el ejército de Estados Unidos.

La realidad de una inminente retirada estadounidense de Afganistán difiere de su probabilidad tan anticipada por diversos actores de ese conflicto. En la capital, Kabul, y en otros centros urbanos, ya se siente la ansiedad engendrada por esta nueva certeza.

El miedo de los afganos es multifacético y es evocado por el macabro historial de los talibanes, los amargos y vívidos recuerdos de la guerra civil, así como la debilidad ampliamente reconocida del gobierno actual. Estas condiciones, a su vez, empujan el pensamiento afgano hacia una sola dirección: el gobierno y las fuerzas armadas del país no sobrevivirán sin el apoyo de Estados Unidos. Muchos legisladores, funcionarios de seguridad y diplomáticos estadounidenses están de acuerdo con esta opinión sombría. Esta misma semana, la evaluación de inteligencia de Estados Unidos, presentada al Congreso, sugirió en esencia lo mismo: “Al gobierno afgano le costará mantener a raya a los talibanes, si la coalición retira el apoyo”.

Durante sus cinco años en el poder (de 1996 a 2001), los talibanes implementaron uno de los regímenes más opresivos y teocráticos del mundo y casi nada en su postura y comportamiento públicos durante los años de insurgencia del grupo sugiere que haya cambiado mucho, al menos ideológicamente.

En las ciudades de Afganistán, la nueva sociedad de clase media que surgió bajo el manto de seguridad de Estados Unidos durante los últimos 20 años teme el retorno de ese tipo de gobierno.

Sin embargo, es poco probable que los talibanes puedan entrar a Kabul como lo hicieron en septiembre de 1996 y simplemente volver a imponer a la fuerza su Emirato Islámico. Muchas cosas han cambiado desde entonces en la capital de Afganistán y otros centros urbanos. Los talibanes también parecen reconocer que dependen de la ayuda y el reconocimiento internacional para poder gobernar de manera efectiva. Con ese fin, algunos analistas afirman que existe cierto imperativo por encontrar soluciones políticas para conquistar su anhelado regreso al poder.

Además, y quizás lo más importante, es que existen demasiados posibles centros de resistencia armada que no desaparecerán silenciosamente. Eso, a su vez, conduciría a una intensificación de la guerra civil que ya está consumiendo gran parte del país.

Tras el anuncio que el gobierno de Biden hizo el 14 de abril de una retirada completa de las tropas estadounidenses para el 11 de septiembre, todavía hay varios temas que deberán ser resueltos para ese entonces.

¿Los grupos terroristas como el Estado Islámico y Al Qaeda podrán volver a representar una amenaza?

Estados Unidos invadió Afganistán en octubre de 2001, pocas semanas después de que Al Qaeda realizara los ataques terroristas del 11 de septiembre en suelo estadounidense. La misión inicial era expulsar a Al Qaeda y evitar que utilizara a Afganistán como un refugio para lanzar otro ataque contra Estados Unidos, un objetivo que se logró en gran medida.

Las agencias estadounidenses han dicho que no creen que Al Qaeda u otros grupos terroristas representen una amenaza inmediata para Estados Unidos desde Afganistán, aunque el Grupo de Estudio Afgano establecido por el Congreso afirmó a principios de este año que una retirada “podría conducir a una reconstrucción de la amenaza terrorista contra Estados Unidos en un plazo de 18 meses a 3 años”.

Por otra parte, la filial del Estado Islámico en Afganistán fue derrotada por fuerzas militares en su bastión oriental a finales de 2019. Sin embargo, elementos más pequeños siguen operando con baja intensidad en la región, incluso en Kabul, esperando sacar provecho de lo que pueda suceder en los próximos meses.

¿Qué significa la retirada estadounidense para las mujeres y las minorías en Afganistán?

Los talibanes contemporáneos han hecho una serie de declaraciones inequívocas sobre el papel de la mujer que no pueden considerarse tranquilizadoras. Algunas veces, los negociadores talibanes han dicho que apoyan los derechos de las mujeres pero solo bajo la estricta ley islámica. El subjefe del grupo, Mullah Abdul Ghani Baradar, dijo en un discurso a fines del año pasado: “El único trabajo realizado bajo la sombra de la ocupación, en nombre de los derechos de las mujeres, es la promoción de la inmoralidad y la cultura antiislámica”.

Esta declaración y otras son consistentes con las prácticas de los talibanes en zonas que ahora controlan en Afganistán, según Human Rights Watch que informa que los talibanes, incluidos los funcionarios de “moralidad”, han reforzado las estrictas restricciones sobre las mujeres. Los tribunales talibanes han impuesto “latigazos” a las mujeres, también a los hombres, por “delitos morales”, según el grupo de derechos humanos.

Hoy en día, las niñas representan alrededor del 40 por ciento de los estudiantes de Afganistán. Es muy poco probable que esto continúe bajo un régimen talibán. En la práctica, los funcionarios talibanes se oponen a la educación de las niñas, aunque hay excepciones, especialmente en el norte. Pero en algunos distritos del sur de Afganistán, no hay escuelas para niñas. Donde los talibanes han llegado a algún acuerdo con el gobierno sobre las escuelas, a menudo prohíben asignaturas como ciencias sociales o inglés para las niñas, sustituyéndolas por temas religiosos.

Mientras el gobierno afgano intenta negociar los términos de un alto al fuego permanente con los talibanes, solo cuatro de sus 21 representantes son mujeres. Y no se han presentado condiciones específicas en torno a sus protecciones bajo ningún tipo de acuerdo de paz.

Durante la era de los talibanes hubo una persecución generalizada, e incluso masacres, de comunidades minoritarias como los hazara, un grupo étnico mayoritariamente chiita en un país donde predominan los sunitas. Los talibanes de hoy, abrumadoramente pastunes como antes, señalan a los hazara por los malos tratos cuando los capturan en los controles de carreteras, los persiguen en sus prisiones improvisadas y no han dado ningún indicio de que protegerán los derechos de las minorías en un gobierno bajo su control.

¿Qué sucederá con el acuerdo de febrero 2020 entre Estados Unidos y los talibanes?

El acuerdo de febrero 2020 entre Estados Unidos y los talibanes estableció las condiciones y el cronograma bajo el cual Estados Unidos se retiraría de Afganistán. Pero lo que se pidió a cambio, como tomar medidas antiterroristas e iniciar conversaciones con el gobierno afgano, ha sido difícil de garantizar en algunos casos.

Actualmente, Estados Unidos está cumpliendo con su compromiso, aunque lo está haciendo después de la fecha limite original (1 de mayo) acordada en el trato de febrero.

“No estamos de acuerdo con la postergación de la fecha de retirada del 1 de mayo”, dijo Zabiullah Mujahid, portavoz de los talibanes, en un canal de televisión local el 13 de abril. “Cualquier demora después de esa fecha no es aceptable para nosotros”.

No queda claro si los talibanes interpretarán esta retirada diferida como una violación del acuerdo y reanudarán los ataques a gran escala contra las fuerzas afganas y estadounidenses.

¿Los talibanes cumplirán su compromiso de negociar el poder compartido con el gobierno afgano o perseguirán una victoria militar?

El compromiso de los talibanes de negociar con cualquier entidad que no sean los estadounidenses siempre ha sido ambiguo. Ahora lo es aún más. Sus portavoces dicen que ni siquiera asistirán a una conferencia propuesta con los estadounidenses que está programada para comenzar en Turquía el 24 de abril, mientras haya tropas extranjeras en Afganistán.

Los talibanes consideran que el gobierno de Kabul es una marioneta de los estadounidenses y apenas ocultan su desprecio por él. Nunca se han comprometido a un acuerdo de poder compartido con el gobierno, y mucho menos a elecciones.

Por su parte, el gobierno de Kabul ha expresado repetidamente su creencia de que la verdadera intención de los talibanes es tomar el poder por la fuerza una vez que los estadounidenses se vayan, y que restablecerán el severo Emirato Islámico de la década de 1990. El gobierno de Kabul espera un final sangriento y es probable que eso suceda.

¿Qué significa esto para el presidente Ashraf Ghani y su gobierno?

La supervivencia del gobierno actual en Kabul depende por completo del desempeño de las fuerzas armadas afganas. Justo en este momento, el panorama es relativamente desalentador. Los talibanes creen que ya han ganado la guerra contra las fuerzas afganas desde una perspectiva militar, y quizás tengan razón.

Los soldados y la policía afgana han abandonado decenas de puestos de control, mientras que otros han sido capturados a la fuerza; la tasa de deserción entre las fuerzas de seguridad es insostenible, según los funcionarios de seguridad occidentales y afganos.

Sin embargo, mientras el presidente de Afganistán, Ghani, pueda seguir manteniendo su fuerza especial de élite compuesta por unos 20,000 o 30,000 hombres y pagarles, gracias a los estadounidenses, es posible que pueda conservar el poder por un tiempo. Los estadounidenses financian las fuerzas militares afganas con una suma de 4000 millones de dólares anuales; si ese presupuesto es reducido por un Congreso que no está dispuesto a pagar una guerra ajena, Ghani estará en problemas.

También es probable que las fuerzas controladas por los numerosos y poderosos líderes regionales del país se envalentonen con la retirada estadounidense y constituyan una amenaza adicional para el gobierno de Ghani. Estos agentes del poder podrían verse tentados a cerrar tratos con el bando que claramente tiene la ventaja, los talibanes, o a dedicarse a tratar de asegurar sus pequeñas porciones del país y volver a asumir sus puestos de caudillos.

¿Las fuerzas de seguridad afganas podrán proteger las ciudades sin los estadounidenses?

Los funcionarios de seguridad estadounidenses y afganos han expresado en repetidas ocasiones su escepticismo sobre la capacidad de las fuerzas afganas de mantener el control por mucho tiempo cuando los estadounidenses se retiren.

Los talibanes han pasado los últimos meses capturando bases y destacamentos e instalando puntos de control cerca de las capitales de todo el país. Hasta el momento, han decidido no atacar directamente estos ejes mientras negocian su retorno al poder tanto con Estados Unidos como con el gobierno afgano.

Si los talibanes deciden comenzar a realizar operaciones militares en los próximos meses contra estos centros, la combinación de la baja moral de las fuerzas de seguridad afganas, la incertidumbre de los salarios, las altas tasas de fallecidos y el temor de que la ausencia repentina del crucial apoyo aéreo de Estados Unidos los condene a la derrota, podría terminar generando un desmoronamiento de las fuerzas militares y policiales. Los funcionarios militares y de inteligencia de Estados Unidos han sugerido un plazo limitado: unos cuantos años en el mejor de los casos.



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