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La vacuna CureVac, una esperanza para los países menos favorecidos


2021-05-08

Carl Zimmer, The New York Times

La empresa alemana que la fabrica espera que su vacuna de ARN compita con las fabricadas por Moderna y Pfizer-BioNTech. Podría estar lista el próximo mes.

En los meses subsecuentes, esas dos vacunas de ARN han brindado protección a decenas de millones de personas en 90 países, aproximadamente. Pero muchos lugares del mundo, que incluyen algunos en los que hay un número cada vez mayor de fallecimientos, no han tenido mucho acceso a ellas debido, en parte, a que tiene que estar en ultrafrío.

Ahora, una tercera vacuna de ARN podría ayudar a satisfacer la demanda global. Una pequeña empresa alemana llamada CureVac está a punto de anunciar los resultados de la última fase de su ensayo clínico. Tal vez la próxima semana el mundo sepa si su vacuna es segura y eficaz.

El producto de CureVac pertenece a lo que muchos científicos consideran la segunda ola de vacunas contra el COVID-19 que, de manera colectiva, podrían satisfacer la demanda mundial. Se espera que, en las próximas semanas, Novavax, una empresa con sede en Maryland cuya vacuna usa las proteínas del coronavirus, solicite su autorización en Estados Unidos. En India, la empresa farmacéutica Biological E está probando otra vacuna basada en proteínas que fue desarrollada por científicos en Texas. Investigadores en Brasil, México, Tailandia y Vietnam están iniciando los ensayos de una vacuna contra el COVID-19 que puede producirse de manera masiva en los huevos de gallina.

Los expertos en vacunas tienen especial curiosidad por ver los resultados de CureVac debido a que su vacuna tiene una ventaja importante en comparación con las otras vacunas de ARN de Moderna y Pfizer-BioNTech. Mientras que esas dos vacunas tienen que conservarse en ultrafrío, la vacuna de CureVac se mantiene estable en un refrigerador, lo cual significa que podría llevar con mayor facilidad la novedosa capacidad de las vacunas de ARN a los lugares del mundo que han sido muy afectados.

“Prácticamente ha pasado desapercibida”, señaló Jacob Kirkegaard, investigador sénior del Instituto Peterson para la Economía Internacional en Washington D. C. Pero ahora, añadió, “parece bastante bien posicionada para ganar el mercado global”.

Para el cofundador de CureVac, el biólogo Ingmar Hoerr, el ensayo de la vacuna contra el COVID-19 de la empresa es la culminación del trabajo de un cuarto de siglo con el ARN, una molécula que ayuda a convertir el ADN en las proteínas que realizan el trabajo de nuestras células. Cuando era estudiante de posgrado en la Universidad de Tubinga en la década de 1990, Hoerr inyectó ARN a ratones y descubrió que los animales podían fabricar la proteína codificada por esas moléculas. Le sorprendió descubrir que los sistemas inmunitarios de los ratones fabricaban anticuerpos contra las nuevas proteínas.

Hoerr pensó que esa podría ser la base para un nuevo tipo de vacuna. “Pensé: ‘Si funciona igual en los seres humanos, tendremos una opción farmacéutica totalmente nueva’”, comentó.

En ese momento, solo unos cuantos científicos del mundo creían que una vacuna de ARN era una opción seria. Pero sus defensores pensaban que sería capaz de cambiar la medicina. En teoría, haría posible fabricar una molécula de ARN para inmunizar a las personas contra el virus. Si se pudiera diseñar una molécula de ARN que codificara la proteína de un tumor, se lograría, incluso, crear una vacuna de ARN para curar el cáncer.

En 2001, Hoerr cofundó CureVac para poner en práctica la idea, pero, durante los primeros años, la empresa tenía problemas para sobrevivir. A fin de seguir funcionando, elaboraba, para otros laboratorios, moléculas de ARN hechas a la medida. Aparte de eso, los científicos de CureVac trabajaban en sus propios diseños de vacunas de ARN.

Con el tiempo, descubrieron que con algunas sutiles modificaciones a las moléculas de ARN de las vacunas se lograba que las células fabricaran más proteínas. Cuanto más potente era el ARN, menos dosis se necesitaba en las vacunas.

Los investigadores de CureVac también descubrieron cómo meter las moléculas de ARN dentro de burbujas oleosas para que no se destruyeran en su trayecto hacia las células. Y tal vez lo más importante fue que usaron una forma de ARN capaz de permanecer estable a temperaturas relativamente templadas. La vacuna de CureVac podía mantenerse en refrigeración en vez de necesitar un sistema de ultrafrío.

Con el tiempo, otras empresas también entraron al negocio de las vacunas de ARN: BioNTech en Alemania, en 2008, y luego Moderna en Boston, en 2011. Sus experimentos comenzaron a demostrar que estas vacunas podían proteger a los animales contra una gran variedad de virus. En 2013, CureVac les inyectó una vacuna de ARN contra la rabia a seres humanos voluntarios en el primer ensayo clínico contra una enfermedad infecciosa que usaba esa tecnología.

Durante años, CureVac y otras empresas fabricantes de vacunas de ARN se afanaron en perfeccionar sus vacunas. El primer intento de CureVac con la vacuna contra la rabia demostró que era segura, pero que producía una respuesta débil del sistema inmunitario. Desde entonces, la empresa ha rediseñado esa vacuna y en los estudios clínicos iniciales se ha demostrado que la versión actualizada es prometedora. Pero otros trabajos no tuvieron éxito. En 2017, CureVac anunció que su vacuna de ARN contra el cáncer de próstata no brindaba ninguna ayuda a los pacientes.

Pese a estos fracasos, la empresa se ganó una sólida reputación. “Cumplieron los requisitos de agudeza científica, velocidad, alcance y acceso”, señaló Nicholas Jackson, director de programas y tecnología innovadora en la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por su sigla en inglés), una fundación que respalda la investigación para diseñar vacunas, que en 2019 otorgó a CureVac 34 millones de dólares para apoyar el desarrollo de sus vacunas de ARN para futuras pandemias.

Cuando llegó la pandemia del coronavirus, CureVac, BioNTech y Moderna se dieron a la tarea de fabricar vacunas de ARN. Pero BioNTech y Moderna pronto se adelantaron, gracias, en parte, a sus acaudalados aliados. BioNTech hizo equipo con el gigante de la farmacéutica Pfizer, mientras que Moderna trabajó con los Institutos Nacionales de Salud y recibió 1000 millones de dólares del gobierno estadounidenses como parte de la Operación Warp Speed.

CureVac se quedó rezagada. La CEPI le proporcionó 15 millones de dólares, pero CureVac necesitaba mucho más. “Para hacerlo se requiere una cantidad considerable de dinero”, dijo en una entrevista Franz-Werner Haas, director ejecutivo de CureVac. “Y esa cantidad considerable de dinero no estaba ahí”.

En marzo de 2020, los diarios alemanes reportaron que el presidente Donald J. Trump había ofrecido mil millones de dólares a CureVac para trasladar sus operaciones a Estados Unidos. CureVac negó los informes, pero el director ejecutivo renunció repentinamente y fue reemplazado por Hass.

Los investigadores de CureVac avanzaron con sus recursos limitados al diseñar una molécula de ARN que codificaba una proteína encontrada en la superficie del coronavirus, llamada espiga. Los experimentos en hamsters mostraron que era capaz de proteger del virus a los animales.

En junio, el gobierno alemán invirtió 300 millones de euros (cerca de 360 millones de dólares) en la investigación de CureVac sobre el COVID-19 y pronto se sumaron otros inversionistas. En diciembre, luego de obtener datos prometedores de los estudios iniciales de seguridad, la empresa comenzó su etapa final o ensayo de Fase III y reclutó a 40,000 voluntarios en Europa y Latinoamérica. Esta compañía obtendrá sus primeros datos cuando 56 voluntarios contraigan COVID-19. Si la mayoría está dentro del grupo que recibió un placebo y pocos en el grupo de quienes recibieron la vacuna, esto será una prueba de que la vacuna funciona.

Haas dijo que esperaba tener esos datos a mediados de mayo. No hay forma de saber de antemano cómo le irá a CureVac. Pero dado el rendimiento de otras vacunas de ARN, junto con los primeros resultados de CureVac, algunos científicos tienen grandes expectativas.

“Me sorprendería mucho si no funcionara bien”, dijo John Moore, virólogo de Weill Cornell Medicine en Nueva York que ha colaborado con CureVac en una vacuna basada en ARN para el VIH.

No obstante, la vacuna de CureVac está enfrentando un reto que Pfizer y Moderna no tuvieron: las nuevas variantes que pueden atenuar su eficacia. Los experimentos en ratones han demostrado que la vacuna funciona bien contra la variante B.1.351, que apareció en Sudáfrica.

El año pasado, CureVac se asoció con varias compañías grandes para aumentar la producción de su vacuna contra el COVID-19 en caso de que los ensayos clínicos resultaran bien. La empresa también negoció un acuerdo con la Unión Europea por 225 millones de dosis, así como la opción de añadir otros 180 millones de dosis en los meses posteriores.

Sin embargo, ahora no se sabe quién podría recibir la vacuna de CureVac si estuviera disponible el mes que entra. En enero, la Unión Europea otorgó una autorización de emergencia a la vacuna de AstraZeneca con la idea de obtener la mayor parte de su suministro de esa empresa. Pero AstraZeneca no pudo cumplir sus promesas de distribución y dio lugar a que el bloque respondiera con una demanda legal.

En abril, la Unión Europea finalmente solucionó este déficit y negoció con Pfizer y BioNTech el abastecimiento de 1800 millones de dosis de sus vacunas de aquí a 2023. Este acuerdo ha hecho que los analistas se pregunten qué tanta demanda tendrá CureVac.

“Van a quedar fuera de los mercados más importantes de las economías avanzadas”, señaló Kirkegaard. “Estados Unidos, Europa y Japón van a vacunar a su población principalmente con las vacunas de Pfizer y Moderna”.

Haas sostuvo que la mayor parte de las dosis del bloque procedentes de Pfizer-BioNTech no llegarán sino hasta el próximo año. “CureVac se vislumbra como un actor importante para terminar con la pandemia de COVID-19 en Europa y otras partes del mundo”, señaló.

No obstante, CureVac también tendrá que enfrentarse a la escasez mundial de materias primas para las vacunas de ARN. El déficit es en especial grave para esta empresa porque las importaciones procedentes de Estados Unidos están limitadas por la Ley de Producción para Defensa. A diferencia de Pfizer-BioNTech y Moderna, CureVac no tiene instalaciones en Estados Unidos.

“La Ley de Producción para Defensa ha sido un factor que afecta el acceso que tenemos a las materias y los suministros”, comentó Haas. “Sin embargo, no esperamos que, por el momento, esto afecte de manera importante nuestras proyecciones de fabricación para lo que resta de 2021 y más adelante”.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, mencionó que, si llegara a funcionar, la vacuna de CureVac entraría al juego gracias a que tiene dos ventajas: es una vacuna de ARN y fue creada en Europa. También es posible que algunos países europeos por separado firmen acuerdos paralelos con la empresa.

Aún quedan por vacunarse otros miles de millones de personas en los países de ingresos medios y bajos y los especialistas afirman que es posible que la vacuna de CureVac satisfaga su demanda. “Aún necesitamos muchas vacunas a nivel global”, comentó Florian Krammer, virólogo de la Escuela Icahn de Medicina de Monte Sinaí en Nueva York. “Creo que podría servirles a muchas personas”.

Las vacunas de Moderna y Pfizer-BioNTech tienen problemas para distribuirse en los países en desarrollo debido al equipo y el suministro de energía que se necesita para congelar estas vacunas. La vacuna de ARN de CureVac puede permanecer estable a 5 grados Celsius durante al menos tres meses y puede estar 24 horas a temperatura ambiente antes de usarse.

“La estabilidad es una verdadera ventaja”, comentó Jackson. También añadió que la CEPI está “en extensas conversaciones” con CureVac sobre la distribución de su vacuna a través de Covax, una iniciativa para distribuir vacunas a los países de ingresos medios y bajos.

Pero CureVac también está diseñando una nueva generación de vacunas con el objetivo de, en algún momento, llegar a los mercados de Estados Unidos y de otros países ricos. Debido a que solo se requiere una pequeña dosis de su potente ARN, la empresa podría diseñar vacunas para diferentes variantes y mezclarlas en una sola vacuna.

Tales posibilidades, no obstante, carecen de sentido hasta que CureVac pueda demostrar que su vacuna funciona. Mary Warrell, investigadora de vacunas de la Universidad de Oxford, se mostró reacia a especular sobre el destino de la vacuna antes de ese hito.

“La predicción durante esta pandemia rara vez ha tenido beneficios”, advirtió.



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