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Bolsonaro ataca el sistema de votación; hay inquietud de que intente seguir en el poder


2021-08-12

Por Flávia Milhorance y Ernesto Londoño | The New York Times

RÍO DE JANEIRO — Ante la posibilidad de una derrota aplastante en las urnas el próximo año, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está movilizando a sus seguidores para una batalla existencial contra las máquinas de votación.

Acosado por el devastador número de víctimas del coronavirus, una economía tambaleante y un rival en ascenso, el presidente ha lanzado un ataque a todo pulmón contra el sistema de votación electrónica en el que Brasil ha confiado durante 25 años. A menos que los electores consigan registrar su elección en boletas impresas, algo que el sistema actual no permite, Bolsonaro ha advertido que las elecciones de 2022 podrían suspenderse.

“Una elección fuera de esos parámetros no es una elección”, dijo Bolsonaro a sus partidarios durante un mitin reciente en la ciudad sureña de Florianópolis, en el que convocó a su base de seguidores a prepararse para “luchar con todas las armas”.

La posibilidad de un enfrentamiento desestabilizador el año próximo surgió el martes, cuando el gobierno de Bolsonaro organizó un desfile militar en el que tanques blindados circularon frente al Congreso horas antes de que los legisladores tuvieran que debatir un proyecto de ley que requeriría que las máquinas de votación electrónica impriman boletas de papel.

El martes a última hora, la Cámara de Diputados de Brasil votó en contra de la propuesta.

Sin embargo, la campaña para volver a un sistema de boletas de papel, una vieja obsesión de Bolsonaro, ha alarmado a los líderes del poder judicial, a los legisladores de la oposición y a los politólogos, que ven en sus estrategias los ingredientes de una perpetuación en el poder en la nación más grande de América Latina. Funcionarios electorales y expertos independientes dicen que el sistema de votación electrónica de Brasil, adoptado en 1996, tiene fuertes salvaguardas y un historial impecable.

“Enturbiar el debate público con desinformación, mentiras, odio y teorías conspirativas es una conducta antidemocrática”, afirmó en un discurso reciente Luís Roberto Barroso, juez del Supremo Tribunal Federal (STF, por su sigla en portugués) y jefe del tribunal electoral de Brasil.

Aludiendo al retroceso democrático en Turquía, Hungría, Nicaragua y Venezuela, Barroso dijo que se ha vuelto preocupantemente común que los líderes que llegan al poder a través de las urnas “desmantelen, ladrillo por ladrillo, los pilares de la democracia”.

Los críticos temen que, al igual que el expresidente estadounidense Donald Trump convenció a muchos partidarios de que le habían robado la victoria en 2020, Bolsonaro esté sentando las bases para disputar una derrota electoral en octubre de 2022.

Fernando Luiz Abrucio, politólogo de la Fundación Getúlio Vargas, dijo que ese escenario podría llevar a un caos mucho mayor en Brasil (donde la democracia apenas se restauró a fines de la década de 1980) que en Estados Unidos.

“Si Bolsonaro pierde las elecciones, puede movilizar al ejército, la policía y las milicias”, dijo Abrucio. “El grado de violencia podría ser mucho mayor que el episodio del Capitolio de Estados Unidos”.

La exhibición militar del martes desencadenó una serie de declaraciones de condena y memes.

“Es inaceptable que las fuerzas armadas hayan permitido que su imagen sea utilizada de esta manera, para plantear la posibilidad del uso de la fuerza en apoyo a una medida antidemocrática golpista defendida por el presidente”, dijeron nueve partidos de la oposición en un comunicado.

Bolsonaro comenzó a despotricar contra el sistema de votación hace varios años, cuando era un diputado marginal y ultraconservador con poco poder y visibilidad en la capital.

En 2015, propuso una enmienda constitucional que exigía que las máquinas de votación electrónica imprimieran un registro de cada voto, el cual se depositaría en una urna. Bolsonaro argumentó entonces que la redundancia reduciría la “posibilidad de fraude a cero”.

El Congreso aprobó la medida, pero el STF determinó que violaba la privacidad y la declaró inconstitucional, por lo que el sistema de votación permaneció sin cambios.

El asunto desapareció del radar político hasta que Bolsonaro emergió como el candidato presidencial favorito tras la primera ronda de votación en las elecciones de octubre de 2018. En lugar de celebrar su triunfo, Bolsonaro sorprendió a la clase política al afirmar que le habían robado una victoria absoluta, lo que habría requerido ganar más del 50 por ciento de los votos.

Incluso después de haber ganado las elecciones en 2018 con un margen de 10 puntos porcentuales, Bolsonaro siguió afirmando, sin presentar pruebas, que el sistema estaba amañado. Su intento para desacreditar la integridad del sistema electoral se ha vuelto más ruidosa y audaz en las últimas semanas, debido a que Bolsonaro ha caído en las encuestas en medio de la creciente exasperación por el manejo gubernamental de la pandemia de coronavirus.

Una encuesta realizada a principios de agosto por la firma Poder Data muestra que uno de cada cinco votantes que apoyó a Bolsonaro en 2018 votaría ahora por su principal rival, el expresidente Luis Inácio Lula da Silva. En un enfrentamiento entre dos candidatos, Da Silva superaría al actual mandatario con un 52 por ciento de los votos contra un 32 por ciento para Bolsonaro, según el sondeo.

El martes Da Silva acusó al presidente de utilizar el debate en torno al voto impreso para desviar la atención de su desempeño en materia de desempleo y pobreza, dos indicadores que han crecido durante la pandemia.

“Bolsonaro debe prepararse para enfrentar este hecho: va a perder la elección”, dijo en un comunicado el expresidente Da Silva, presentando la posibilidad de que el titular del ejecutivo se rehúse a participar en las ceremonias de transferencia de mando.

Los magistrados del STF se alarmaron ante los ataques de Bolsonaro contra el sistema de votación, que ha expuesto en largas entrevistas con periodistas conservadores y en videos que el presidente difunde en las redes sociales. A principios de este mes, el tribunal abrió investigaciones en torno a las afirmaciones del presidente sobre el fraude en las máquinas de votación.

Filipe Barros, un legislador que apoya a Bolsonaro, dijo en una entrevista que las máquinas electrónicas podrían ser manipuladas y que las boletas de papel crearían un mecanismo para certificar de manera independiente el resultado registrado por las máquinas.

“Es un riesgo para la democracia”, aseveró.

Los expertos afirman que las máquinas de votación en Brasil, donde el voto es obligatorio, cuentan con medidas de seguridad sólidas. No están conectadas a internet, por lo que es prácticamente imposible hackearlas. La identidad de los votantes se verifica mediante un escáner biométrico que escanea la huella dactilar de la persona.

El mes pasado, ocho ex procuradores generales emitieron un comunicado en el que calificaban de inconstitucionales los llamados para crear un sistema de sufragio en papel y argumentaban que el paso adicional ponía en riesgo el derecho al voto secreto. En Brasil, es la oficina del procurador general el que está a cargo de investigar los crímenes de índole electoral.

Los expertos dicen que antes de que se adoptara el sistema actual, era común que los personeros políticos llevaran a los votantes a las urnas para verificar cómo habían marcado las boletas.

“En ningún momento se ha cuestionado el sistema de votación actual, ni ha habido evidencia de que se haya manipulado alguna vez”, dijo Raquel Dodge, una de las signatarias de la carta. “El sistema electoral de Brasil está muy avanzado y creo que necesitamos que esto sea claro y transparente para los votantes brasileños y para el mundo”.

El gobierno del presidente Joe Biden también se mostró a favor del sistema actual y Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, planteó el tema a Bolsonaro durante una reciente visita a Brasilia.

Los funcionarios estadounidenses dijeron tener “una gran confianza en la capacidad de las instituciones brasileñas para llevar a cabo unas elecciones libres y justas con las debidas salvaguardas contra el fraude”, declaró el lunes a la prensa Juan González, director principal del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental. “Subrayamos la importancia de no minar la confianza en ese proceso”.



Jamileth


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