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Los cubanos piden libertad, no solo el fin del embargo


2021-08-13

Por Armando Chaguaceda y Coco Fusco | The New York Times

El mes pasado, Cuba fue sacudida por las manifestaciones más grandes en contra del gobierno que se hayan visto en décadas: una respuesta a la crisis por la COVID-19, la escasez de alimentos y medicinas, así como una economía que se contrae y restricciones prolongadas a los derechos humanos en el país.

En su mayor parte, las protestas han sido pacíficas: los cubanos se han reunido de manera espontánea en las calles para pedir libertad y exigir el fin de la dictadura. Sin embargo, en Cárdenas, una ciudad de la provincia de Matanzas que es el epicentro de la pandemia del coronavirus, los manifestantes voltearon una patrulla y saquearon una tienda que administra el Estado, una señal de que, para los cubanos, los problemas se extienden más allá del embargo comercial que Estados Unidos ha impuesto desde hace mucho tiempo.

En un discurso televisado, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, culpó al embargo —el cual se endureció durante la presidencia de Donald Trump— de haber provocado las manifestaciones y dijo que los medios estadounidenses habían manipulado a los manifestantes para culpar al gobierno cubano. Por desgracia, ha habido políticos de Occidente, organizaciones progresistas e incluso algunos actores estadounidenses que han hecho eco de este mensaje.

El 14 de julio, el movimiento Black Lives Matter emitió un comunicado, en el que declaró que el descontento era el resultado del “trato inhumano del gobierno federal estadounidense hacia los cubanos”. En un anuncio que se publicó en The New York Times el 23 de julio —pagado por People’s Forum, una organización sin fines de lucro—, los firmantes, algunos de los cuales eran ciudadanos estadounidenses y grupos defensores de los derechos humanos, redujeron los numerosos problemas de Cuba al embargo comercial de Estados Unidos.

Pero para quien siga de cerca las manifestaciones, es fácil ver cuáles son las verdaderas peticiones de sus participantes. Por medio de los esfuerzos audaces de periodistas independientes que trabajan bajo amenaza constante, hemos obtenido una mirada sin filtros de esos llamados a la libertad —lo último que los líderes cubanos quieren que se vea—, así como la fuerza de la predecible reacción del Estado. El gobierno no tardó en cortar internet para evitar que la gente se comunicara. Las autoridades detuvieron a varios cientos de personas, entre ellos menores de edad, mientras la policía y civiles armados con palos golpeaban a otros. Los acusados han sido privados del derecho a tener un abogado y han sido sometidos a juicios sumarios.

Algunas agrupaciones progresistas arguyen que los cubanos están protestando por la escasez de comida y medicinas que ha provocado el embargo comercial de Estados Unidos. Según esta interpretación equivocada, el embargo imposibilita la obtención de alimentos y medicinas, aunque en el año 2000, Estados Unidos creó una excepción a su embargo a Cuba para permitir la venta de comida y medicamentos y le vende millones de dólares en alimentos al país, incluidos granos y proteínas que consumen los hogares cubanos.

Sin embargo, los ciudadanos cubanos están en el fondo de la lista de prioridades de su gobierno. La nación canalizó una buena cantidad del poco dinero que tiene a la investigación de vacunas. Y, a pesar de todo, la falta de un suministro médico básico obliga a los cubanos a pedir a sus parientes en el extranjero que les envíen aspirinas, vitaminas e incluso medicamentos recetados. En vez de invertir en educación y mejorar sus viviendas en mal estado, el gobierno opta por construir hoteles de lujo y complejos turísticos. Los nietos de Fidel Castro presumen su riqueza en internet, mientras los cubanos esperan en la línea para obtener comida y recogen raciones cada vez más escasas.

Aunque el embargo ha demostrado ser una política fallida, no coincidimos en que sea el único problema del país o que su eliminación incondicional garantice los cambios que están exigiendo los cubanos. Levantar el embargo no detendrá la represión del gobierno cubano contra su pueblo. La violación de los derechos humanos fundamentales a la libre reunión, la libre expresión y el debido proceso no tiene nada que ver con el embargo comercial de Estados Unidos. Son las estrategias empleadas por el Estado policiaco y son una causa crucial de la insatisfacción de los cubanos con su gobierno.

Desde el inicio de la revolución, los intelectuales y artistas cubanos que han buscado organizarse de manera independiente a las instituciones del Estado han sido enviados a campos de trabajos forzados, sujetos a terapia de electrochoque, expulsados de sus trabajos y universidades, censurados y encarcelados por sus ideas. El gobierno acusa a todos los que lo desafían de ser mercenarios y agentes de la CIA que participan en una supuesta conspiración contrarrevolucionaria frente al régimen.

El alcance del Partido Comunista se extiende más allá de la isla para los cubanos que se han ido. Denigra a los exiliados y extorsiona con cuotas escandalosas en los pasaportes y otros documentos necesarios para viajar de regreso a Cuba. Desde la década de 1990, ha subsidiado sus prioridades e inversiones, en vez de la economía cubana, por medio de los miles de millones de dólares que los expatriados les envían a sus familias en la forma de remesas.

Por desgracia, muchos extranjeros no solo se dejan convencer por las acusaciones que hace el gobierno cubano contra los disidentes de la isla, sino que también confían en las generalizaciones sobre los cubanos en la diáspora. Todos los cubanos en Florida son señalados como simpatizantes de Trump que quieren que Estados Unidos invada Cuba. Estas generalizaciones les convienen a quienes buscan ignorar nuestro papel crucial en los asuntos de Cuba, pues les permite monopolizar, junto con algunos de los exiliados cubanos más viejos y radicales, el debate público sobre la isla.

Tanto el gobierno cubano como los progresistas son cómplices en su indiferencia frente a los derechos de los cubanos a tener sus propias opiniones y aspiraciones. Nosotros los cubanos estamos acostumbrados a las percepciones equivocadas de la vida real en Cuba. Fidel Castro prometió un país más próspero, una nación en la que todos los cubanos iban a poder vivir con dignidad y verdadera igualdad. Pero su revolución de anzuelo y cambio produjo una sociedad educada que no puede participar ni debatir públicamente.

Los cubanos están hartos del comunismo y las promesas incumplidas. Por primera vez, en más de 50 ciudades y pueblos a lo largo y ancho de la isla, salieron a las calles para reclamar un cambio. Les han dicho a los cubanos que viven una situación inmutable, pero ellos están exigiendo cambiar sus condiciones de vida. Quieren más que el fin del embargo y deberían tener el derecho a crear una sociedad por y para ellos, aunque sus aspiraciones específicas decepcionen las visiones utópicas de algunos progresistas extranjeros.



Jamileth


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