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Estados Unidos está abandonando a miles de personas en Afganistán
Editorial | The Washington Post Por enorme que parezca, el número de personas evacuadas de Kabul por vía aérea desde finales de julio —unas 122,000— no es lo suficientemente grande. Por fortuna, muchas miles de personas estadounidenses, afganas y de otros países que trabajaron directamente para las fuerzas militares o embajadas de Estados Unidos y países aliados lograron salir. Pero muchas otras miles de personas no pudieron, entre ellas extraductores de Estados Unidos y sus familias, y afganos y afganas clasificados por el presidente Joe Biden y su gobierno como “vulnerables”, como el personal de organizaciones no gubernamentales con sede en Estados Unidos y activistas por el derecho de las mujeres. A medida que la seguridad empeoraba tras un horrible ataque terrorista en el aeropuerto el jueves 26, y las tropas estadounidenses se preparaban para su propia partida el lunes 30, estas personas se fueron quedando sin tiempo y espacio. Esto es un desastre moral, atribuible no a las acciones de los miembros del personal militar y diplomático en Kabul —quienes han sido valientes y profesionales frente a las amenazas letales— sino a los errores, estratégicos y tácticos, de Biden y su gobierno. Entre las personas abandonadas al parecer se encuentran muchos periodistas locales que trabajaron para medios apoyados por Estados Unidos, como el servicio afgano RFE/RL. También es dolorosamente emblemática la experiencia de la Universidad Estadounidense de Afganistán (AUAF, por su sigla en inglés), cuya mayoría de sus 4,000 estudiantes, profesores, exalumnos y empleados siguen en Kabul. La AUAF fue la insigne institución civil financiada por Estados Unidos en Kabul. La universidad simbolizó no solo la relación entre Estados Unidos y Afganistán, sino el concepto mismo de modernidad. Es por eso que fue objeto de ataques repetidos y letales por parte de los talibanes, pero aun así mujeres y hombres valientes y decididos siguieron enseñando y estudiando allí hasta que Kabul cayó y los talibanes izaron su bandera sobre el campus. Un último intento desesperado de transportar en autobús a varios cientos de integrantes de la comunidad universitaria al aeropuerto terminó en frustración el domingo, cuando quedó claro que ya no había vuelos de rescate para civiles. Actualmente, nos dicen las autoridades de la universidad, estos afganos —la mayoría de ellos jóvenes— están de regreso en Kabul, asustados. Se sienten abandonados. El gobierno de Biden afirma que no serán olvidados. Los funcionarios aseguran que ya se están desarrollando planes para continuar los esfuerzos de evacuación. Cerca de 100 países, incluyendo Estados Unidos, emitieron un comunicado en el que prometieron que los “ciudadanos, naturales y residentes, y empleados afganos que han trabajado con nosotros y aquellos que están en riesgo”, podrán “viajar libremente” fuera de Afganistán, y que “han recibido garantías de los talibanes” de que esto será permitido. Cualquier “garantía” de los talibanes entra en conflicto con las declaraciones dadas por sus portavoces durante la crisis de que Estados Unidos estaba induciendo de manera indebida a las y los afganos a huir, sin mencionar el historial del grupo de asesinar a quienes perciben como enemigos. Además, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que todavía tienen embajadas en Kabul —Rusia y China— decidieron notoriamente no firmar el comunicado internacional respaldado por Estados Unidos. El apoyo de ambas naciones es necesario para llevar a cabo una idea prometedora: la propuesta del presidente francés, Emmanuel Macron, de establecer una “zona segura” designada por la ONU en Kabul desde la cual organizar las evacuaciones después del martes 31. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo el domingo que su país todavía tiene una “influencia significativa” sobre los talibanes. De ser así, el gobierno de Biden debe utilizarla sin descanso hasta que todas y todos los afganos con una legítima necesidad de refugio lo consigan. aranza |
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