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Una hambruna mortal golpea a la asediada Tigray, en Etiopía


2021-09-20

 

NAIROBI, Kenia (AP) — En algunas zonas de la región etíope de Tigray, hay gente que sólo come hojas verdes durante días. En un centro de salud la semana pasada, una madre y un recién nacido que pesaba apenas 0,77 kilos (1,7 libras) murieron de hambre. En los más de 20 distritos donde trabaja un grupo humanitario ha muerto gente de hambre.

Naciones Unidas lleva meses alertando de la hambruna en este disputado rincón del norte de Etiopía, y lo ha descrito como la peor crisis alimentaria en una década. Ahora, documentos internos y declaraciones de testigos describen las primeras muertes de hambre desde que el gobierno de Etiopía impuso en junio lo que la ONU describe como “un bloqueo de facto de la ayuda humanitaria”.

La hambruna forzosa es un nuevo capítulo en un conflicto en el que la población de la etnia local de Tigray ha sufrido masacres, violaciones en grupo y expulsiones. Meses después de que se quemaran las cosechas y se expoliaran aldeas, ha llegado una nueva forma de morir.

Hayelom Kebede, exdirector del importante Hospital de Referencia Ayder en Tigray, recuerda que en una llamada este mes al Ministerio etíope de Salud dijo “Están ustedes matando a la gente”.

“Dijeron ‘Sí, vale, se lo reportaremos al primer ministro’. ¿Qué puedo hacer? Simplemente lloro”, dijo.

Kebede compartió con The Associated Press fotos de algunos de los 50 niños que recibieron “cuidados muy intensivos” por desnutrición, las primeras imágenes de esa clase que salen de Tigray en meses. En una de ellas, un niño pequeño mira a cámara con los ojos muy abiertos, con una sonda de alimentación en la nariz y un amuleto de protección en el pronunciado hueco de su garganta.

El bloqueo es una nueva fase tras 10 meses de guerra entre las fuerzas de Tigray y el gobierno etíope, junto con sus aliados. Ahora Estados Unidos ha emitido un ultimátum: Tomen medidas para detener los combates y dejen pasar la ayuda, o podrían enfrentar nuevas sanciones en cuestión de semanas.

La guerra comenzó como una disputa política entre el primer ministro, Abiy Ahmed, ganador del Nobel de la Paz en 2019, y los líderes de Tigray, que durante años habían dominado el represivo gobierno nacional de Etiopía.

En junio, las fuerzas de Tigray retomaron el control de la región de 6 millones de personas y el gobierno etíope declaró un cese el fuego por motivos humanitarios. En lugar de eso, ha aislado la región más que nunca.

Hay más de 350,000 toneladas métricas de ayuda alimentaria en Etiopía, pero casi nada puede llegar hasta Tigray. El gobierno tiene tantos reparos a que los suministros lleguen a las fuerzas de la región que los trabajadores humanitarios que embarcan en los inusuales vuelos a la zona han recibido una lista inusual de objetos que no pueden llevar, como hilo dental, abrelatas, complejos vitamínicos o medicinas, ni siquiera para uso personal.

La lista, a la que tuvo acceso AP, también prohibía medios de documentar la crisis, como discos duros y memorias digitales. Tigray ha vuelto a la oscuridad, sin telecomunicaciones, internet ni servicios bancarios y con muy poca ayuda.

El primer ministro etíope y otros funcionarios destacados han negado que haya hambre en Tigray. El gobierno culpa a las fuerzas regionales y a la inseguridad por los problemas en el envío de ayuda y dice haber reducido el número de controles de carretera que frenaban a las caravanas. También ha acusado a los grupos humanitarios de apoyar a los combatientes de Tigray.

La vocera del primer ministro, Billene Seyoum, no aclaró cuándo permitiría el gobierno la reanudación de los servicios básicos en la región. El gobierno “ha abierto acceso a rutas de ayuda reduciendo el número de controles de carretera de siete a dos y creado puentes aéreos para vuelos humanitarios”, indicó en un comunicado.

Sin embargo, en la inspección del gobierno se retiraron los suministros médicos del primer vuelo de la Unión Europea que utilizaba el puente aéreo.

En el reporte más detallado hasta ahora sobre el coste del bloqueo, un cooperante humanitario dijo a AP que en “cada uno” de los más de 20 distritos de Tigray donde trabaja un grupo humanitario había muerto gente de hambre. El grupo se había quedado sin ayuda alimentaria ni combustible. El cooperante, como otros, habló bajo condición de anonimato por miedo a represalias.

“En este momento llegan reportes devastadores de todas partes”, escribió el cooperante a un donante en agosto, según documentos a los que tuvo acceso AP.

El grupo escribió en abril que 22 personas de un subdistrito habían muerto de hambre. En agosto, otro empleado visitó una población en el centro de Tigray y escribió que algunas personas “no comen más que hojas verdes durante días”.

Un cooperante que visitó hace poco Tigray describió los efectos de la escasez: en los campos de desplazados había retretes desbordados porque no había efectivo para pagar por limpiarlos, lo que dejaba a miles de personas vulnerables a brotes de enfermedades. La gente que antes tenía tres comidas al día ya sólo tenía una. Los residentes del campo dependían de la caridad de las poblaciones anfitrionas, que a menudo tenían problemas para comer ellos mismos.

“Es peor que la subsistencia”, dijo el cooperante.

La Oficina de Exteriores de Tigray afirma que al menos 150 personas murieron de hambre en agosto, incluidas algunas en campos para desplazados. La Organización Internacional para las Migraciones, la agencia de la ONU que mantiene los campos, indicó que “por desgracia no podemos hablar sobre este tema”.

Expertos en seguridad alimentaria estimaron hace meses que 400,000 personas enfrentaban condiciones de hambruna en Tigray, más de las que hay en esa situación en todo el resto del mundo. Pero el bloqueo implica que los expertos no pueden reunir los datos necesarios para hacer una declaración formal de hambruna.



Jamileth


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