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Bolivianas al volante en desafío a un gremio de varones
Por PAOLA FLORES EL ALTO, Bolivia (AP) — Un grupo de bolivianas quiere cambiar el dicho popular de “mujer al volante, peligro constante” por el de “mujer al volante, seguridad constante”, por lo que decidieron crear una línea de transporte de conductoras en un gremio dominado por varones. Una de ellas es Mery Yujra, de 47 años, quien conduce un bus blanco y para alcanzar a subirse a él, debe trepar. “Todos necesitan trabajar, sean mujeres u hombres”, menciona mientras se sienta y se acomoda el cinturón de seguridad. Yujra luce su pollera o falda plisada, una blusa blanca y su manta café, atuendo típico de las indígenas aymaras. Vive desde hace 30 años en la ciudad de El Alto, vecina a La Paz, donde el tráfico vehicular es caótico y muchas calles son aún de tierra. El grupo decidió crear la línea lila de taxis con 45 asociadas “para dar seguridad a las mujeres y niños” dice Yujra. “A veces ya no hay confianza en los hombres por tantas denuncias de violación que ha habido, (para evitar eso) más que todo por eso me he unido”, agrega. La línea de transporte lila es impulsada por la Central de Mujeres Productivas y Emprendedoras de El Alto, que libra una inusual lucha contra el machismo y además de combatir la violencia de género espera llevar el pan a casa tras los golpes que recibió la economía por la pandemia de COVID-19. Su iniciativa tiene el objetivo de que sus pasajeros y la conductora se sientan seguros, por lo que cada automóvil tendrá un equipo GPS, una cámara y respetarán las normas viales y de bioseguridad contra COVID-19. El Alto es una ciudad peligrosa. La Fiscalía boliviana informó que hasta mediados de septiembre se produjeron 86 feminicidios, de los cuales 36 fueron en La Paz-El Alto. Según el informe de 2019 de la CEPAL en Sudamérica la tasa más alta de feminicidio por cada 100,000 mujeres se observa en Bolivia con 2,1. “Es difícil entrar en este mundo machista... Es duro, pero vamos a lograrlo”, dijo la representante del grupo de mujeres, Julia Quispe, quien no quiso dar una fecha para la inauguración por temor a la competencia. “Mejor que sea sorpresa”, añadió. En Latinoamérica hay otras iniciativas de conductoras en servicios de transporte. En Argentina se implementó en junio un programa para promover que más argentinas puedan conducir autobuses urbanos. “La inclusión laboral en un contexto sumamente difícil de pandemia, donde el sector de las mujeres ha sido el más afectado y también en la reactivación económica, porque las actividades que se reactivan son las que están altamente masculinizadas”, dijo recientemente Pamela Ares, subsecretaria de Políticas de Inclusión del Mundo Laboral del Ministerio de Trabajo de Argentina. En México, en 2010, se crearon los “taxis rosas”, manejados por mujeres y destinados a pasajeras, aunque actualmente ya todos los taxis son rosa y blanco y son conducidos y abordados por cualquier pasajero. En Chile se está avanzando lentamente en empleos que supuestamente podían desempeñar sólo hombres y ahora es posible ver chilenas en puestos de la minería, el transporte público, la construcción y manejando en la aplicación Uber. En contraste, en El Salvador el transporte público es manejado exclusivamente por varones. En Bolivia la mayoría de las conductoras son madres solteras, algunas profesionales y comerciantes que en la pandemia de COVID-19 pasaron necesidades económicas. “He renunciado a mi trabajo por dedicarme a mis niños, porque no tengo quien me los cuide. Por eso he optado de manejar mi auto de taxi, saliendo en horas específicas, cosa que como asalariada no podía hacer”, cuenta Carolina Medrano, una administradora de empresas de 30 años que tiene dos hijos. Entre los taxistas varones, no todos apoyan la creación de esta línea de transporte. José Luis Mamani, un hombre aymara de 48 años, dijo que le parecía bien pero que las mujeres “no son muy efectivas como los varones”, ya que —según él— “tardan en decidir al entrar a una calle”. “Es un poco peligroso porque la mujer es débil... No va a poder defenderse, porque siempre hay problemas. No creo que se puedan defender las mujeres que están en el volante”, agregó. En contraste, para su colega Diego Pocoata, de 28 años, es una buena iniciativa ya que considera que en Bolivia “hay mucho machismo”. “Le ven a la mujer y le quieren arrinconar, le ponen nerviosa y no le dejan manejar”, aseguró. aranza |
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