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¿El coronavirus se contagia cada vez mejor por el aire?


2021-10-06

Apoorva Mandavilli | The New York Times

Según dos nuevos estudios, la variante alfa se transmite con mayor eficacia en pequeñas gotículas. Es posible que la variante delta haya mejorado esa característica.

Según un estudio, las personas contagiadas con la variante alfa exhalaron 43 veces más virus en aerosoles que las infectadas con variantes más antiguas.

Las nuevas variantes del coronavirus como la alfa y la delta son muy contagiosas e infectan a mucha más gente que el virus original. Hay dos estudios nuevos que ofrecen una posible explicación: el virus está evolucionando para propagarse con mayor eficacia por el aire.

Entender que el coronavirus se transmite por el aire en los espacios interiores transformó los esfuerzos para contener la pandemia el año pasado, lo cual originó acalorados debates sobre el uso de cubrebocas, el distanciamiento social y la ventilación en espacios públicos.

Ahora, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que se transmite principalmente a través de gotículas que bajan con rapidez al suelo y a través de gotas mucho más pequeñas llamadas aerosoles que, en espacios cerrados, pueden quedarse flotando y viajar distancias más largas hasta alojarse en los pulmones, donde el virus es más nocivo.

Estas nuevas investigaciones no cambian esa idea, pero los hallazgos apuntan hacia la necesidad de usar mejores mascarillas en algunas situaciones y señalan que el virus está cambiando de maneras que lo hacen más peligroso.

“No se trata de un escenario catastrófico”, comentó Vincent Munster, un especialista en virus en el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, quien lideró uno de los estudios. “Es como una modificación del virus para lograr que su transmisión sea más eficiente lo cual es algo que, de alguna manera, todos esperábamos y que ahora estamos viendo que ocurre en tiempo real”.

El equipo de Munster demostró que los pequeños aerosoles recorrían distancias mucho más largas que las gotitas más grandes y que era mucho más probable que la variante alfa provoque nuevas infecciones a través de la transmisión de los aerosoles. En el segundo estudio, se descubrió que las personas contagiadas con alfa exhalan aproximadamente 43 veces más virus en aerosoles diminutos que quienes están infectadas con las variantes anteriores.

En estos estudios compararon la variante alfa con el virus original o con variantes anteriores. Pero es posible que los resultados también expliquen por qué la variante delta es tan contagiosa y por qué desplazó a todas las demás versiones del virus.

“Esto indica que el virus está evolucionando para volverse más eficiente al transmitirse a través del aire”, señaló Linsey Marr, investigadora del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia y experta en los virus que se transmiten por el aire, quien no participó en el estudio. “No me sorprendería que en el caso de la variante delta ese factor fuera incluso más importante”.

Tal vez la enorme transmisibilidad de las variantes se deba a una combinación de factores. Quizás a que no se necesitan dosis tan altas de estas variantes para contagiarse, a que las variantes se replican con mayor rapidez o a que se despide una mayor cantidad del virus de la variante en los aerosoles… o a las tres cosas.

Se ha comprobado que la variante alfa es el doble de transmisible que el virus original y la delta desarrolló mutaciones que aumentaron muchísimo más su capacidad de contagio. Como el virus sigue cambiando, es posible que las nuevas variantes sean más transmisibles, afirman los expertos.

Pero las herramientas que hay a nuestro alcance siguen funcionando para frenar la propagación. Según un estudio publicado este mes en la revista Clinical Infectious Diseases que involucra a personas infectadas con las variantes, incluso la ropa holgada y los cubrebocas quirúrgicos impiden el paso de los aerosoles finos en los que está presente el virus.

No obstante, tal vez la población deba considerar usar cubrebocas que protejan mejor, al menos en algunos espacios concurridos, señaló Don Milton, experto en aerosoles de la Universidad de Maryland quien dirigió el estudio.

“Como, al parecer, el virus está evolucionando para generar aerosoles más eficientes, necesitamos una mayor contención y mejor protección personal”, comentó Milton. “Estamos recomendándole a la gente que comience a usar mascarillas más ajustadas”.

Con el fin de comparar cómo las diferentes variantes se propagan por el aire, su equipo les pidió a los participantes asintomáticos o con síntomas leves de la infección que recitaran el alfabeto, que cantaran “Feliz cumpleaños” a un volumen alto o que gritaran “¡Vamos, Terps!”, que es el lema de la Universidad de Maryland.

Las personas infectadas con la variante alfa tenían una gran cantidad del virus en la nariz y la garganta, mucho más que las contagiadas con el virus original. Pero incluso después de ajustar esa diferencia, las infectadas con la variante emitieron cerca de 18 veces más virus en los aerosoles.

Sin embargo, los investigadores solo analizaron a cuatro personas infectadas con alfa y a 45 con variantes anteriores. Según Seema Lakdawala, investigadora de la Universidad de Pittsburg y especialista en virus respiratorios, quien no participó en ninguno de los dos estudios, eso podía sesgar las diferencias observadas entre las variantes.

Las personas contagiadas pueden transmitir el virus a muchas otras personas, o a ninguna. La cantidad de virus que expulsan puede depender del lugar del tracto respiratorio en el que se replique, de la naturaleza de la mucosidad de su entorno y de los otros microbios con los que se pueda juntar.

“No tenemos ni idea de por qué algunos individuos son superpropagadores y otros no”, dijo Lakdawala. “Hay mucha heterogeneidad entre los individuos”.

Los datos de un mayor número de participantes serían más convincentes, pero los dos estudios sugieren que el aumento del transporte a través de los aerosoles contribuye, al menos en parte, al contagio de la variante, dijo.

En el estudio de Munster, no participaron personas, sino hámsteres sirios. El uso de animales le permitió a su equipo controlar las condiciones experimentales con rigor y concentrarse en el movimiento de los aerosoles, explicó Munster.

Los investigadores separaron pares de hámsteres con tubos de diferentes longitudes que permitían el flujo del aire, pero no el contacto físico. Estudiaron la eficacia con la que viajaban las diferentes variantes desde los hámsteres “donantes” infectados hasta los hámsteres “centinelas” no infectados.

Demostraron que, cuando las jaulas estaban a más de dos metros de distancia, solo los aerosoles más pequeños —partículas menores a cinco micras— infectaban a los hámsteres centinelas. Y, como era de esperarse, los investigadores descubrieron que la variante alfa producía más contagios en los hámsteres centinelas que el virus original.

Los resultados se divulgaron en bioRxiv, un sitio web que publica artículos antes de que hayan sido analizados en alguna revista científica.

Ahora, los investigadores realizan pruebas con la variante delta y creen que descubrirán que puede ser más eficiente, comentó Munster.

Los expertos señalaron que los dos hallazgos subrayan la importancia de que las personas vacunadas usen cubrebocas, sobre todo en lugares concurridos. Pese a que es mucho menos probable que las personas que contraen la infección después de haberse vacunado propaguen el virus, a diferencia de las personas que no se han vacunado, la capacidad de contagio de las variantes aumenta esta probabilidad.

Aunque hay miles de millones de personas vacunadas en todo el mundo, también miles de millones aún no se han inmunizado, por lo que el virus todavía podría cambiar de formas inesperadas. “Podría haber más presiones evolutivas que configuren la dirección evolutiva de este virus”, afirmó Munster.


 



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