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La covid, los niños y el sesgo de edad


2021-10-14

David Leonhardt, The New York Times

El coronavirus y la edad

Un niño no vacunado tiene menos riesgo de sufrir una versión grave de covid que una persona de 70 años vacunada.

Emily Oster, una economista de la Universidad de Brown que suele escribir sobre la crianza de los hijos, publicó en marzo un artículo en The Atlantic que hizo enfurecer a mucha gente. El titular era “Tu hijo no vacunado es como una abuela vacunada”. El artículo argumentaba que la COVID-19 solía ser tan leve en los niños que los padres vacunados podían sentirse cómodos saliendo al mundo con sus hijos no vacunados.

Los críticos calificaron el artículo de insensible y engañoso, diciendo que subestimaba los riesgos de que los niños pudieran enfermar y propagar el virus. Oster respondió en su sitio web con una nota en la que mantenía su argumento principal, pero se disculpaba por la falta de matices del titular. Parecía que sus críticos fueron reivindicados.

Siete meses después, con muchos más datos sobre la COVID-19 disponibles, el debate sobre el artículo parece haber cambiado bastante.

Oster es quien ha sido reivindicada en gran medida. En todo caso, los datos posteriores indican que no se excedió al describir el sesgo de edad de la COVID-19. Con la información que ya se tiene, una versión de su titular podría ser “Tu hijo no vacunado está mucho más seguro que una abuela vacunada”.

Reconozco que puede sonar difícil de creer, así que veamos algunos datos. Aquí están las tasas de hospitalización tanto por edad como por estado de vacunación en el condado de King, Washington, que incluye Seattle y publica algunos de los datos sobre covid más detallados del país:

Como puedes ver, los riesgos de los niños no vacunados son similares a los de las personas vacunadas de 50 años.

Las estadísticas nacionales de Inglaterra muestran un sesgo de edad aún mayor. Los niños menores de 12 años (un grupo que se combina con el de los adolescentes en este siguiente gráfico) parecen tener menos riesgo que las personas vacunadas de 40 y de 30 años.

“La covid es una amenaza para los niños. Pero no es una amenaza extraordinaria”, escribió Alasdair Munro, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Southampton, en Inglaterra. “Es muy convencional. En general, los riesgos de ser infectado son similares a los de otros virus respiratorios en los que probablemente no se piensa mucho”.

La amenaza para los ancianos

Evidentemente, hay algunas noticias angustiosas en estas comparaciones. En el caso de las personas mayores —especialmente las muy ancianas, así como las que padecen graves problemas de salud—, la vacunación no reduce el riesgo de hospitalización o muerte por COVID-19 a casi cero. Eso es diferente de lo que sugerían los datos iniciales de la vacuna.

Para ser claros, vacunarse sigue siendo lo mejor que puede hacer una persona mayor. En términos de reducción del riesgo, una vacuna es más valiosa para un adulto mayor que para un adulto joven. Solo hace falta comparar el tamaño de las barras en los gráficos superiores. Sin embargo, los riesgos de la COVID-19 siguen siendo reales para los ancianos vacunados.

David Wallace-Wells ha argumentado en la revista New York Magazine que, a pesar del amplio debate sobre el efecto desmesurado de la COVID-19 en los ancianos, la mayoría de la gente “subestima enormemente” lo grande que es el sesgo de edad.

Cada persona mayor responderá a los riesgos de manera diferente y eso está bien. Algunos pueden decidir ser extremadamente cautelosos hasta que el número de casos descienda a niveles bajos. Otros —especialmente los que no tienen grandes problemas de salud— pueden optar por viajar, ver a sus amigos y vivir su vida. Los riesgos no son igual a cero, pero son bastante bajos. Y hay pocas cosas en la vida que no conllevan ningún riesgo.

Como punto de comparación, el riesgo anual de muerte para todos los mayores de 65 años vacunados en Seattle este año parece ser de alrededor de 1 entre 2700. El riesgo medio anual de que un estadounidense muera en un accidente de tráfico es menor, aproximadamente uno entre 8500, pero no es un orden de magnitud diferente.

Desde el punto de vista de las políticas, la amenaza de la covid para las personas mayores aboga por animarlas a que obtengan una dosis de refuerzo, aunque siga sin estar claro hasta qué punto está disminuyendo la inmunidad de la vacuna. La amenaza también aboga porque más lugares de trabajo exijan la vacunación a sus empleados, para reducir la propagación general del virus.

¿Vacunar a los niños?

La mitad más alentadora de la historia está en el otro extremo del espectro de edad.

Para los niños que no padecen una enfermedad grave, el peligro de contraer la COVID-19 es tan bajo que resulta difícil de cuantificar. En el caso de los niños con una afección de este tipo, el peligro es mayor, pero sigue siendo menor de lo que cree mucha gente. El riesgo de COVID-19 prolongado entre los niños —algo que muchos padres temen— también parece ser muy bajo.

Todo eso plantea una pregunta espinosa: ¿hay que vacunar a los niños pequeños? Sé que algunos lectores rechazarán hasta la mención de esta pregunta, pero creo que es un error tratarla como algo innombrable. No hay un consenso científico sobre la vacunación de los niños como lo hay en cuanto a los adultos. Sigue sin estar claro cuántos países recomendarán la vacuna para los niños pequeños. En Estados Unidos, muchos padres vacunados han decidido no vacunar aún a sus hijos que ya están en posibilidades de recibir la vacuna.

Los argumentos en contra son que existen algunos efectos secundarios poco frecuentes y que la COVID-19 no parece más preocupante para los niños que otras enfermedades respiratorias. Las opiniones a favor son que cualquier efecto secundario preocupante parece ser poco frecuente, que hay incertidumbre sobre los efectos a largo plazo de la COVID-19, y que vacunar a los niños puede ayudar a proteger a todos los demás al reducir la transmisión.

Si yo tuviera hijos pequeños, los vacunaría sin dudarlo. He escuchado lo mismo de varios científicos, incluso de los que entienden por qué muchos padres se muestran reacios. .

La decisión parece muy cerrada y se inclina en favor de la vacunación de un niño en particular, y una decisión fácil por el bien de los abuelos del niño y de todos los demás. “Las personas no vacunadas, a cualquier edad, tienen muchas más probabilidades de transmitir la enfermedad que las personas inmunizadas”, me dijo Aaron Richterman, de la Universidad de Pensilvania.

¿Qué piensa Oster de todo esto? Ha optado por el camino más fácil en las redes sociales y en su boletín de noticias por correo electrónico y no ha vuelto a litigar sobre el debate anterior. En vez de eso, dedicó un boletín reciente a examinar las pruebas sobre los niños y las vacunas contra la COVID-19.

“Espero que estemos preparados para ser un poco amables unos con otros”, escribió. “Cuestionar las vacunas para los niños o ser más cautelosos con los niños que con los adultos mayores son enfoques razonables”.

Al final, explicó por qué iba a vacunar a sus hijos en cuanto puedan hacerlo: “No quiero que se contagien de covid. Me preocupa su abuelo inmunodeprimido. Me gustaría evitar la cuarentena y mantenerlos en la escuela”.



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